Una de las estafas de mayores proporciones ocurridas durante la década infame, fue la que protagonizó la Caja Popular de Ahorros (Lotería Nacional) en el año 1942. El clima reinante en el país fue caldo de cultivo para que esto sucediera.
La maniobra perfectamente pergeñada, consistía en un cambio de bolilla del sorteo. Por aquel entonces, los encargados de llevar a cabo los mismos eran los denominados “niños cantores”, que en algunos casos habían alcanzado la adolescencia o eran mayores, ya que su permanencia continuaba con el paso del tiempo.
En el sorteo realizado el 4 de septiembre de 1942 se cambió la bolilla del premio mayor: siendo favorecido el 31025. Lo pagado por la Caja alcanzó una cifra colosal.
Unos meses antes del sorteo, existían comentarios acerca de irregularidades en la Caja Popular. Los autores de la estafa no se amedrentaron y los días anteriores fueron aceitando el mecanismo con premios menores. El día anterior del sorteo se sabía en todo Buenos Aires que la terminación del número premiado sería el 025 (la gallina). Hubo trascendidos que así lo indicaron. Obviamente los organizadores tenían el número completo. Explotaron las agencias clandestinas y dejaron de tomar apuestas.
El día posterior la prensa se hizo eco de la estafa. El diario “Crítica”, con letras catástrofe publicó: “Salió la lotería con número anticipado”. Finalmente se descubrió la maniobra, se nombró una comisión investigadora presidida por el diputado rosarino Agustín Rodriguez Araya y los responsables fueron condenados a 4 y 5 años de prisión según los casos. Los “niños cantores” luego de este bochorno, fueron reemplazados por boys scouts.