El Tao de la física

Información General 25 de junio de 2022 Por REDACCION
Probablemente, una verdad muy general en la historia de pensamiento humano la constituya el hecho de que los más fructíferos descubrimientos tienen lugar en aquellos puntos en los que se encuentran dos líneas de pensamiento distintas.
15- LIBRO

Por Ing. Hugo N. Bruno *

En el Tao de la Física, Fritijof Capra nos muestra los paralelismos existentes entre la visión del mundo por parte de los físicos y la mirada más universal de los místicos de oriente (hinduismo, budismo, taoísmo), logrando una admirable integración entre ambos puntos de vista, tan diversos en apariencia.
(La mirada de los místicos de oriente aparecerá en letra cursiva).
En el apéndice del libro define un conjunto de 5 (cinco) criterios que, según entiende, deberían sentar las bases para la Física del futuro. Así mismo agradece a los dos grandes físicos que fueron su principal fuente de inspiración y que influenciaron de manera decisiva su pensamiento científico: Werner Heisenberg y Geoffrey Chew.
Insertamos a continuación un resumen de dichos criterios.

PRIMER CRITERIO
Este criterio se refiere a la relación existente entre la parte y el todo.
En el paradigma clásico y mecanicista de la ciencia se creía que, en cualquier sistema complejo, la dinámica del todo podía ser comprendida partiendo de las propiedades de las partes. Una vez conocidas las partes (sus propiedades fundamentales y los mecanismos a través de los cuales interactúan) se podía inferir, al menos en principio, la dinámica del conjunto. Esta era la visión de Newton, que constituyó el punto de vista científico vigente hasta el siglo XX. Por lo tanto, para comprender cualquier sistema complejo era necesario descomponerlo en sus partes integrantes. Tales partes en sí mismas no podían ser explicadas más que descomponiéndolas en partes más pequeñas. Pero, por mucho que se continúe con este proceso, siempre acabaremos en algún punto encontrándonos con los ladrillos básicos: elementos, substancias, partículas, y así sucesivamente hasta que resulte imposible explicar sus propiedades.
Aunque ciertamente las propiedades de las partes contribuyen a nuestra comprensión del todo, al mismo tiempo dichas propiedades solo podrán ser totalmente comprendidas a través de una integración con el conjunto.
El modelo actual, de concepción holística, supone que la totalidad es lo primario y que la misma no es igual a la suma de las componentes.
Una vez comprendida su dinámica se podrán inferir, en principio, las propiedades y los patrones de interacción entre las partes.
Este cambio de la relación existente entre la parte y el todo, tuvo lugar por primera vez en el campo científico con el desarrollo de la teoría cuántica.
Los físicos descubrieron con asombro que el concepto de parte (átomo o partícula) en el sentido clásico no podía seguir siendo utilizado. La parte había dejado de estar perfectamente definida, y mostraba propiedades diferentes que dependían del contexto experimental.
Paulatinamente los físicos comenzaron a darse cuenta de que la naturaleza, a nivel atómico, no se presenta como un universo mecánico compuesto de ladrillos básicos. Más bien se asemeja a una red de relaciones, como si se tratase de una telaraña interconectada donde no existen en absoluto las partes. Debemos entender por parte a un modelo que presenta singularidades y cierta estabilidad, captando por lo tanto nuestra atención.
La conciencia de la unidad e interrelación mutua de todas las cosas y acontecimientos, y la concepción de los fenómenos como una unidad básica, es la característica más común de la visión oriental del mundo. Todas las cosas se ven como interdependientes, inseparables, y como modelos transitorios de la misma realidad.

SEGUNDO CRITERIO

El pensamiento de la ciencia tradicional va dirigido a la estructura, mientras que el segundo criterio propone enfocar nuestra atención en el proceso.
En el antiguo paradigma se creía que existían estructuras fundamentales, acompañadas de fuerzas y mecanismos mediante los cuales interactuaban originando los distintos procesos. En el nuevo paradigma pensamos que el proceso es lo primario, lo básico, y que las estructuras observadas son la manifestación de un proceso subyacente.
El primer paso en este sentido llegó a la física con la teoría de la relatividad. El reconocimiento de que la masa es una forma de energía eliminó el concepto de materia, y con ello el de una estructura fundamental. Las partículas subatómicas no están hechas de algún tipo de material, sino que son modelos de energía. La energía está relacionada con la actividad y los procesos, y esto implica que la naturaleza de dichas partículas sea intrínsecamente dinámica. Al observarlas no vemos sustancia alguna, ni tampoco estructura fundamental. Todo lo que apreciamos son modelos dinámicos que mutan constantemente en una continua danza de energía.
Esta idea de proceso es una de las principales características de las tradiciones místicas orientales. La mayoría de sus conceptos, imágenes y mitos incluyen el tiempo y el cambio como elementos esenciales. Así mismo, el mundo es concebido en función del movimiento, del flujo y de la variación.
Debemos interpretar al universo como un conjunto dinámico e interconectado, cuyas partes son esencialmente interdependientes, y que han de ser concebidas como modelos de un proceso cósmico. Para definir un objeto en esta telaraña de relaciones, nos tenemos que abrir camino entre las interconexiones mediante nuestros instrumentos de observación. Al hacerlo aislamos ciertos modelos y los interpretamos como objetos.
Diferentes observadores podrán interpretarlo de distintas maneras, como cuando trabajamos con electrones. Los mismos pueden identificarse de diversas formas a través de algunas de sus conexiones con el resto del universo experimental, dependiendo de la técnica empleada para la observación. De acuerdo con ello, el electrón podrá aparecer como una partícula o como una onda.

TERCER CRITERIO
Se trata del paso de la ciencia objetiva, a la del conocimiento científico epistémico. En el antiguo paradigma se creía que las descripciones científicas eran objetivas, o sea independientes del observador y del proceso del conocimiento. Ahora creemos que la epistemología (comprensión del proceso del conocimiento) debe ser incluida explícitamente en la descripción de los fenómenos naturales. En este punto no existe consenso sobre cuál debe ser la epistemología apropiada, pero sí hay un acuerdo emergente en el sentido de que la epistemología tendrá que formar parte integral de toda teoría científica.
La idea de que el proceso del conocimiento constituye una parte integral de nuestra comprensión de la realidad, es bien conocida por los pensadores místicos. El conocimiento místico nunca podrá lograrse mediante una observación despegada y objetiva, pues siempre exige una participación total de todo nuestro ser. Según nos enseña la física cuántica, no es posible separar al observador de lo observado, aunque ambos sean todavía distinguibles. Sin embargo, los místicos en meditación profunda, llegan a un punto donde se fusionan el observador con lo observado, logrando así que el sujeto se funda con el objeto.

CUARTO CRITERIO
El viejo paradigma concibe al conocimiento científico como a un edificio sustentado por elementos fundamentales, entendiéndose como tales a los ladrillos elementales y además a las leyes, ecuaciones, principios y constantes fundamentales.
Esta metáfora del conocimiento ha sido empleada por la ciencia occidental durante miles de años. Sin embargo, cada vez que tienen lugar revoluciones científicas, los cimientos de la ciencia tambalean. Descartes escribió en su celebrado discurso del método: “Considero que nada sólido puede edificarse sobre unos cimientos tan movedizos”. Trescientos años más tarde, Einstein escribía en relación con el advenimiento de la física nuclear:
“Era como si quitaran la tierra debajo de mis pies, sin ver en lugar alguno cimientos firmes sobre los que poder edificar”.
Así, una y otra vez a lo largo de la historia de la ciencia, se ha tenido la sensación de que los cimientos del conocimiento se tambaleaban, o incluso se derrumbaban.
El actual cambio de paradigma supone que en la ciencia del futuro no será necesario edificar conocimientos sobre cimientos firmes, sustituyéndose entonces la metáfora del edificio por la de la red o de la telaraña. En dicha red estarán interconectados nuestros conceptos, modelos y teorías que representarán a los fenómenos observados. En la misma no habrá nada primario ni secundario, tampoco habrá cimientos.
Al respecto Chew pensaba que la naturaleza no puede ser reducida a entidades fundamentales, sino que ha de ser entendida en su totalidad a través de su auto consistencia. Las cosas existen en virtud de sus relaciones mutuas, y toda la física ha de seguir únicamente el requisito de que sus componentes sean congruentes entre sí y también con ellos mismos. Ninguna de las propiedades de una parte de este entramado es fundamental ya que todas ellas dependen de las propiedades de las otras partes. La consistencia total de sus interrelaciones determinará la estructura de todo el entramado.
Una de las características del pensamiento oriental es considerar al universo como un entramado de relaciones entre todas las cosas y sucesos, sin tener en cuenta para nada a las entidades fundamentales.
Dado que todos los fenómenos naturales están interconectados, para explicar cualquiera de ellos tendremos que comprender a todos los demás, lo cual es imposible. Esto nos lleva a la idea de que debemos conformarnos con un conocimiento aproximado de la naturaleza, describiendo un grupo de fenómenos y omitiendo otros grupos menos relevantes. Así, muchos fenómenos pueden ser explicados en función de otros cuantos, y de ese modo podemos entender en forma aproximada diferentes aspectos de la naturaleza sin necesidad de tener que comprender el todo.

QUINTO CRITERIO

Aquí se trata de cambiar a la verdad absoluta por descripciones aproximadas.
El viejo paradigma estaba basado en una creencia sin restricciones en la seguridad del conocimiento científico. En el nuevo se reconoce que todas las teorías y conceptos son limitados y aproximados y que la ciencia nunca podrá darnos una comprensión completa y definitiva de la naturaleza. Por tal motivo, los científicos no buscan una exacta correspondencia entre la descripción y los fenómenos descritos, sino más bien operan con descripciones limitadas y aproximadas de la realidad.
Los místicos no se interesan en el conocimiento aproximado, sino que indagan sobre el aspecto absoluto de dicho conocimiento, lo que implica la comprensión de la totalidad de la existencia. Siendo conscientes de la interrelación existente entre todos los aspectos del universo, se dan cuenta de que explicar algo significa mostrar cómo está conectado con todo lo demás. Al resultar esto imposible, se deduce que ningún fenómeno aislado puede ser explicado en su totalidad. En general el místico no da explicaciones, sino que se interesa en la experiencia directa y no intelectual de la unidad de todo.

REFLEXIÓN FINAL

El autor supone que la supervivencia del género humano, frente a las amenazas de un holocausto nuclear y también de la devastación de nuestro medio ambiente, correría serio riesgo. Sugiere entonces modificar en forma radical los valores y métodos en que están basadas nuestra ciencia y nuestra tecnología, que actualmente se emplean principalmente para propósitos dañinos, peligrosos y reñidos con la ecología. La nueva visión debería incluir un cambio profundo de valores y de intenciones, pasando del actual criterio de dominio y control de la naturaleza a una actitud de cooperación y no violencia.
Este tipo de actitud marcadamente ecológica es característica de las tradiciones místicas de oriente a las que tanto nos hemos referido. Los antiguos sabios chinos lo expresaban así: “Quienes siguen el orden natural, siguen la corriente del Tao”.  

* Hugo N. Bruno es ingeniero habiendo sido profesor consulto de la UTN. En la actualidad se dedica a escribir sobre temas de divulgación. 

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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