Jury de Enjuiciamiento a Mingarini: que lo injusto no les sea indiferente

Notas de Opinión 17 de mayo de 2022 Por REDACCION
Hoy un jurado de enjuiciamiento decide el futuro de un controvertido juez santafesino acusado de misógino.
12-Mingarini

Por Paula Condrac*


El 3 de mayo, en el Salón de Acuerdos de la Corte Suprema y bajo la atenta mirada del Dios de los cristianos desde una cruz tan enorme como inconstitucional, se desarrolló la Audiencia de Vista de la Causa en el juicio político al juez Rodolfo Mingarini. Abajo, el rotundo clamor de las mujeres de la Mesa Ni Una Menos, la Multisectorial de Mujeres y la Asociación Civil Palabras, exigiendo Justicia y Destitución.
Arriba, la solemnidad: el Tribunal de Enjuiciamiento en pleno, el Procurador de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, Jorge Barraguirre acusando desde la Procuración y el imputado Mingarini y su defensora técnica, la Dra Stratta. El público colmó los bancos dispuestos a tal fin. En el primer asiento, la diputada provincial, Gisel Mahmud, la presidenta de la Asociación Civil Palabras y las abogadas denunciantes de las organizaciones de mujeres. Militantes, periodistas, abogadas de la Comisión de Género del Colegio de Abogados/as y público en general.
Barraguirre abrió el fuego y alegó de pie, moviéndose por el salón con la solvencia de quien acostumbra cortar el bacalao y la preocupación de un piloto en una tormenta. Sintetizó los casos en power point, relató los hechos por los que acusa en forma objetiva y sin usar un solo adjetivo, y pasó videos oficiales de las audiencias públicas y de grabaciones telefónicas, donde se ve y escucha a Mingarini razonando y resolviendo.
El caso del preservativo, en todo caso, no fue el más aberrante, sino la gota que colmó el balde. Frente a dos niños discapacitados, abusados sexualmente en forma ultrajante, conforme sus propios testimonios, sus 19 dibujos y el informe forense que refiere fisuras anales, desgarros y zona genital eritomatosa, la filmación de la audiencia muestra a Mingarini sosteniendo que el daño provenía del uso de pañales y la dificultad para ir de cuerpo. Frente a una niña víctima de abusos sexuales gravemente ultrajantes, el Juez ahora imputado se mostró seriamente preocupado por el aseo personal de la niña víctima, y nada más que el aseo personal de la niña víctima. Se sucedieron los casos y el razonamiento judicial repetía el mismo patrón: descreimiento del testimonio de mujeres, niñas, niños, adolescentes y personas con discapacidad, de testigos y de los informes psicológicos y forenses que daban cuenta de la veracidad de la acusación sostenida por la Unidad Fiscal de Violencia de Género. Libertades mal otorgadas, penas mal computadas, dulce de leche para violentos y agresores sexuales. Un audio de una conversación telefónica iniciada por Mingarini con la abogada de un imputado (ella lo grabó), quien antes había sido su defendido, mostró al Juez adelantando opinión y haciendo la sugerencia de que no defienda la libertad de su asistido. Misoginia y desfachatez.
Barraguirre cerró su alegato citando a la Corte canadiense, que destituyó sin más a un Juez que sostuvo que la víctima no había cerrado las piernas y las nalgas con suficiente fuerza. Algunos miembros del Jury siguieron la audiencia con atención, y otros con los ojos cerrados, tal vez para atemperar la crudeza del impacto, tal vez en una siesta.
Stratta alegó sentada al lado del Juez imputado, en voz clara y firme, con abnegación y valor, lo que no es menor si tenemos en cuenta que estaba bailando con el más feo de la sala. Descalificó las filmaciones presentadas por el acusador, sostuvo que estaban editadas, y las comparó con aquellos obituarios que recuerdan a los muertos: no fue muy estratégico para su defendido. Tuvo como válida una sola denuncia -la del Procurador- pretendiendo ningunear las dos denuncias de organizaciones de mujeres, que sin saberlo la desmentían, clamando Justicia a viva voz y a pocos metros. Reconoció -¡si!- que la frase del preservativo no fue feliz.
Finalizada la audiencia, una de nosotras saludó extendiendo su mano al Procurador, a algunos miembros del Jury y a Mingarini. No es personal, y lo cortés no quita lo valiente, pensó. Nos contó que cuando se identificó, Mingarini le dedicó una mirada fugitiva, recibió su mano derecha tomándola entre sus dos manos, ejerciendo la presión y la fuerza de un cascanueces, con ruido y todo. Ella resistió la prepotencia hincando sus uñas, con arañazo y todo.
Finalizado el paso procesal, el Jury pasa a deliberar y debe dictar Sentencia condenatoria o absolutoria en un plazo máximo de 10 días, que es ahora -ver página 24-. En concreto deben resolver la destitución o permanencia de un juez; el debate pendiente es el perfil necesario para ejercer la Judicatura y la necesidad de formar en la Ley Micaela. No creemos en la teoría de la manzana podrida. No es suficiente la destitución de Mingarini. Se necesitan noticias sobre la efectiva y pronta capacitación masiva a funcionarios/as y personal del Poder Judicial que impone la Ley Micaela.
El poder judicial debe transformarse en un auténtico Servicio de Justicia, y más allá de la obvia capacitación técnica y la actualización permanente, se necesita que los hombres y las mujeres que se suben a los estrados a decidir muestren actitudes y aptitudes humanas, compromiso, valor y autonomía real a la hora de decidir. Los hay, las hay, pero debe ser producto de una decisión institucional y no sólo un rasgo de personalidad.
El ex juez Eduardo Pocoví, por ejemplo, que procesó a 6 médicos/as en el caso Ana María Acevedo (*) nunca dejó esperando ni 10 minutos a la mamá y al papá de la víctima. Sabía los horarios de los colectivos que los llevaban y los traían desde Vera, y los tenía en cuenta para fijarles fecha de audiencia. Sabía que llevaban a sus nietos al Hospital de Niños y se interesaba por su salud. Varios de los médicos que llamó a declarar fueron sus ex compañeros de colegio católico y privado. El comportamiento de alguien -poderoso en este caso- que ve del otro lado a otro ser humano que padece y actúa acompañando el sufrimiento, hoy está descripto en “Las 100 Reglas de Brasilia sobre acceso a la justicia para personas en condición de vulnerabilidad” y es de aplicación obligatoria, pero entonces no existían. Pocoví se comportó así porque nadie es mejor juez que persona.
Si el Tribunal de Enjuiciamiento resuelve permanencia, baja la vara, habilita a jueces/zas a actuar desde el Medioevo, regala chocolate a agresores sexuales y violentos y deja a las víctimas a su suerte. En ese caso, nos preguntamos en quién se convertiría un Supremo que tolera la misoginia y la desfachatez. Si por el contrario resuelve destitución, pone un freno y limita. Si solo destituye y no capacita en Ley Micaela, Mingarini sólo sería un chivo expiatorio, la Corte se sacaría un problema de arriba y demostraría nulo interés real en formar/se en perspectiva de género a jueces/zas.
Qué resolverán y con qué argumentos, se sabrá pronto. Con la decisión, también se sabrá si durante la audiencia cerraban los ojos para atemperar el impacto de lo aberrante o para dormir la siesta.
Finalmente, dedicamos estas palabras y nuestro mejor esfuerzo a las víctimas de violencia y agresión sexual, luego víctimas del razonamiento de Mingarini, confiando que el Jury de Enjuiciamiento no las re-re-victimice.
Vuelen estas palabras hasta nuestras compañeras Chola Manzur y Mona Méndez Lissi, que en 2021 partieron a militar el arco iris al ancho cielo de las Justas.

(*) Ana María Acevedo era una joven embarazada y con cáncer, y resultó muerta porque le negaron un aborto y hasta la quimioterapia.
* Paula Condrac integra la Multisectorial de Mujeres de Santa Fe, al igual que Mabel Busaniche, Marta Fassino, Mariángeles Guerrero, Beatriz Gutiérrez, Valeria López Delzar, Marisa Poggi, Susana Palud, Susana Paradot y Gabriela Solano.

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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