Trevisonno: "nadie va a quedar igual después de esta pandemia"

ESPECIAL 03 de diciembre de 2021 Por REDACCION
En el Día del Médico, una entrevista con el referente de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital "Dr. Jaime Ferré" parece un justo reconocimiento a los profesionales de la salud. El Dr. Alberto Trevisonno repasa la transformación en la infraestructura, en la tecnología y en los equipos de trabajo. De la escasez de intensivistas y del reconocimiento de la sociedad para todos los que desempeñan en el sector. "Dar un parte médico sobre una muerte es durísimo, pero también es una gran alegría cuando un paciente lograba recuperarse, salir de terapia y reencontrarse con sus familiares.
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La familia, los compañeros, el equipo ampliado de trabajo, el respaldo institucional, el reconocimiento de la sociedad en la calle, el agradecimiento, el aplauso de la primera etapa de la pandemia. La enumeración de estas "fortalezas" es del médico intensivista, Alberto Marino Trevisonno, referente de la terapia del Hospital "Dr. Jaime Ferré". Así respondió, durante una entrevista con La Opinión, a la pregunta sobre cómo hizo para soportar la exigencia que representa el Covid para quienes se desempeñan en el ecosistema de salud y en particular la última en una Unidad de Terapia Intensiva, que bien puede considerarse como la última esperanza para salir con vida. 
La madurez le dio, a Trevisonno, la resistencia para enfrentar este inédito contexto de pandemia. "Esto empezó en marzo del año pasado. Veíamos las imágenes de Europa con los primeros casos de Covid, que era lo que nos preocupaba a nosotros. Si bien parecía que nunca llegaría al país y menos a Rafaela, cuando se confirmó el primer caso en esta ciudad, que además fue el primero de la Provincia, nos cambió la vida a todos los intensivistas", recuerda de aquel marzo de 2020. "En realidad no solamente nos cambió la forma de trabajar, sino que era necesario leer de urgencia los informes de esta nueva patología, actualizarnos, readecuar toda la infraestructura que teníamos. Fue un cambio de trabajo, de tecnología nueva que tuvimos que adquirir, de adaptarse a una situación de catástrofe", cuenta. 
"Nosotros teníamos en el Hospital una terapia intensiva con cinco camas y cinco respiradores. Y con el paso de los meses llegamos a ventilar a 40 pacientes en forma simultánea, con un personal que era el mismo. Hubo que sumar profesionales especializados de la parte privada, en cierta forma la mayoría trabajamos en la parte privada y también en la estatal. Llegamos a tener cuatro terapias intensivas donde hasta marzo del año pasado teníamos una sola con cinco camas. Con lo cual el esfuerzo fue inmenso, muchos estuvimos enfermos, pudimos salir adelante, hubo un trabajo en equipo muy fuerte, tanto profesional como institucionalmente", subraya Trevisonno al avanzar en una suerte de balance.
En este marco, no duda en afirmar que "Rafaela hizo un convenio excelente entre el sector público y el privado que permitió que la atención de casos de Covid se concentre en el Hospital, y la parte privada pudiera dar respuesta al resto de las patologías de la población". "Entonces la labor fue en dos frentes, por momentos fue una etapa de catástrofe. Porque cuando se produjeron los picos de casos teníamos dificultades para cubrir todo. Por suerte, resultó bien, porque hubo un apoyo institucional muy fuerte tanto del sector público, y en esto incluyo tanto a la Provincia como al Municipio, y como del sector privado", agrega. 
Trevisonno advierte sobre la transformación acelerada que debió concretarse en el viejo hospital Ferré. "Se readecuaron las terapias intensivas de primera línea, no nos faltó nada. Eso es importante, teníamos 5 respiradores y en poco tiempo pasamos a tener 40, que los usamos a todos", resalta. "Se readecuó gente que nunca había trabajado en terapia intensiva. Esos profesionales lo hicieron a la par nuestra, aprendieron mucho también. Loable también el sistema de enfermería que hizo un esfuerzo extraordinario, incluso se necesitó que vengan a colaborar personal de centros de salud de distintos pueblos, que se tuvieron que capacitar en tiempo récord, el servicio de mucamas respondió a la presión y kinesiología que fue una especialidad muy necesaria con un apoyo enorme para cada paciente. Cada uno desde su lugar hizo lo que debía y un poco más", dice, convencido. 

UNA BISAGRA
"La experiencia que nos deja el Covid es... como decirlo, nadie va a quedar igual después de esta pandemia, hubo muchos cambios tecnológicos, de infraestructura, de protocolos y también en el plano mental de cada médico, de cada profesional de la salud. Fue un trabajo exhausto durante los picos, porque hubo momentos en los que parecía que no podíamos llegar a cumplir las metas. De todos modos, con esfuerzo se lograron brindar los servicios. Ahora estamos en una etapa de descanso, de pausa, esperando algún nuevo rebrote que ojalá no se produzca", reflexiona Trevisonno, que al menos valora contar con algo más de tiempo libre que el año pasado o un tramo de este 2021 cuando también la terapia intensiva estaba prácticamente completa.
Y después se enfoca en la escasez de profesionales para atender una área sensible, los llamados intensivistas. "La especialidad de terapia intensiva viene en un proceso de decaimiento en el sentido de que hay cada vez menos profesionales en actividad. Es una especialidad ardua porque tiene guardias los fines de semana, mucha carga horaria y con salarios que no están en línea con las exigencias. Por lo cual, año a año hay menos especialistas porque se retiran y porque no se forman, los nuevos graduados no eligen esta especialidad", admite preocupado. "No se tomaron medidas para reforzar el nivel de formación de nuevos profesionales, los que quedamos somos camadas de especialistas con mayor antigüedad en el trabajo, pero faltan formar nuevas generaciones", expresa al plantear los desafíos urgentes para el sistema. 
-  ¿Qué es ser intensivista?
- Es un especialista en cuidados intensivos en pacientes graves que entran a una unidad para tratar, con medidas de soporte, que sobrevivan. Se necesita una etapa de especialización de 3 a 4 años de acuerdo si es una concurrencia o una residencia. Y es una especialidad que, lamentablemente, está en vías de extinción. Por las razones ya expuestas, demasiada carga horaria y un salario que no está acorde a la tarea, que se realiza en un estado de tensión y máximo estrés. Uno ya es grande, no voy a dejar esto, pero en una encuesta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, la mitad de los profesionales de más de 50 años respondió que piensa dejar la especialidad después de la pandemia. Es preocupante, porque es gente ya formada, porque no hay niveles de formación anteriores, eso va a repercutir en los años que vienen, habrá escasez de profesionales para cubrir la demanda.
- ¿Qué se necesita para revertir esta tendencia?
- Se requieren medidas urgentes, es una especialidad que está en vías de extinción, cada año menos médicos entra a lugares de formación para ser intensivista. Entonces tenemos que formarlos en el Hospital o en un centro médico, no son profesionales que llegan con la capacitación sino que lo tenemos que hacer sobre la marcha. Esto se notará más en cinco o 10 años. El Estado debe liderar un programa, con apoyo de las universidades de medicina y los hospitales, para revalorizar la carrera del intensivista.
- Como médico, ¿siente el reconocimiento de la gente por esa tarea de mantener una lucha cuerpo a cuerpo con el Covid en medio de una terapia? 
- La sociedad nos reconoció en gran medida este esfuerzo, en la calle, al ingresar a un comercio hubo gestos de cortesía, de amabilidad. Gente que por ahí no conocíamos pero tuvieron la necesidad de expresarse en momentos difíciles, en darnos afecto. El reconocimiento está. Todo rafaelino ha tenido un familiar enfermo, un amigo, y eso te lo hace saber. Y otra cosa es el agradecimiento porque sienten que estuvimos a la altura de las circunstancias. Que es el temor que teníamos en el inicio de la pandemia. El nivel de terapia intensiva de Rafaela es muy bueno, con profesionales formados y comprometidos. No ha tenido inconvenientes, el porcentaje de mortalidad por Covid ha sido del 41 por ciento de los ingresos a terapia intensiva, que está en línea con las estadísticas mundiales. Creo que el reconocimiento de la sociedad es en gran parte por los resultados obtenidos, por el nivel de formación y compromiso de los profesionales.
- ¿Cómo es entrar cada día a una terapia donde se juega la vida y la muerte?
- Entrar a una terapia intensiva es especial. La situación es estresante, yo era el encargado de dar partes médicos, nos distribuimos el trabajo con los compañeros. La gente especializada era poca en relación al trabajo que hacer. Dar partes médicos es difícil, de dar 5 por día en relación a la terapia prepandemia a dar hasta 28 en un día a gente a la que le tenías que decir que posiblemente se muera no era fácil. Recordá que de cada diez pacientes que entraban por Covid a la terapia intensiva, cuatro se morían. Entonces es estresante, para el médico que atendía a los pacientes, para que el daba partes y para el que informaba la muerte de una persona a sus familiares. También para las familias... 
- La pandemia cambió todos los protocolos, la distancia.
- Los familiares no solo que no podían entrar a ver al paciente para una despedida sino que tampoco podía ver el cuerpo después de la muerte, que también es gravísimo. Porque había pacientes que había que velar a cajón cerrado para que no contamine el ambiente. Eso fue chocante, la sociedad no está acostumbrada a esto. Había situaciones complejas, desde el ingreso de un paciente que sabía que una posibilidad era no ver más a su familia hasta que salga, o de los familiares que nunca más pudieron ver a un ser querido que se internó y se murió. Esto deja huellas que serán difíciles de superar.
- ¿Cómo se cuida la salud emocional del personal médico y de apoyo?
-La gente que trabajó en terapia intensiva tenía en su mayoría más de 40 años, con lo cual la experiencia fue importante para enfrentar las situaciones difíciles, estaba curtida. Eso fue fundamental. No se quebró nadie dentro del grupo, más allá de que hubo algún cuadro depresivo, de estrés superior y gente que necesitó licencia. También hubo gente que se contagió, que estuvo en respirador. Son situaciones complejas.
- ¿Y la relación directa con los pacientes? Sus miradas? 
- Es desesperante. Decirle a un familiar lo que pasaba con su ser querido en la terapia era difícil. Con la información al alcance de todos a través de los medios e internet, la gente comenzó a darse cuenta que prácticamente la mitad de las personas que ingresaban a terapia se moría. Y la que sobrevivía necesita meses para recuperarse. El paciente que estaba internado, su condición empeoraba y le tenías que decir que pasaba a terapia, tenía en claro que podía no salir con vida, que quizás no vería más a su familia. Fue una situación de enorme angustia. Así como también había una gran alegría cuando un paciente lograba recuperarse y salir de terapia, el reencuentro con sus familiares. En la etapa en la que se murió gente joven, de 40 años o incluso menos, fue durísimo. La mirada de los pacientes te lo dicen todo.
- ¿Algo más para decir?
- Que estamos agradecidos con la sociedad, porque más allá del esfuerzo que hemos realizado, hemos sentido el cariño de la gente.


REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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