Ariel Petroccelli: poesía sin adiós

Sociales 28 de septiembre de 2021 Por Hugo Borgna
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FOTO FACEBOOK ARIEL PETROCELLI. El consagrado creador salteño.

Un producto salteño raro.


Raro por distinto, difícil de clasificar con los moldes convencionales que, por otra parte, nunca establecen el encasillamiento que sí logran las claras sensaciones.


Ariel Petrocelli, el más “atrevido” de los poetas -en especial de los salteños- debió padecer el mismo mal que tantos otros del ámbito de la guitarra y de la música: la desconfianza que generan en sus posibles o ya establecidas novias o, en el peor de los casos, las abandonadas mediante un adiós sonoro (“Olvida niña que un día / te di promesa de amor / entonces yo no sabía / este destino cantor” Zamba para decir adiós, de Argentino Luna).


Pero vayamos primero a su vida y conexión con la música. En especial con El antigal.
Nació en un lugar de Salta de nombre nefasto (Campo santo) el 11 de agosto de 1937 y vivió hasta el 17 de septiembre de 2010. Aunque su obra no es tan conocida como la de Falú, Dávalos, Leguizamón o Castilla, sí fue igual de prolífica, y alcanza profundidad en la síntesis de su poesía. Algunos de sus títulos más difundidos son “Cuando tenga la tierra”, “Para ir a buscarte” y “El antigal” (con Daniel Toro), “Zamba del ángel” (con Hugo Díaz), “El seclanteño” y “La bagualera”. Ariel Petrocelli se recibió de maestro en la Escuela Normal de Salta y ejerció en la emblemática Cachi; allí tomó contacto con los restos o áreas de las civilizaciones indígenas que habitaron América antes de la conquista española.


Esos antigales fueron su pasión. Dentro de la poesía, de la música y como objeto de investigación. Además aportaron a su vida privada una mujer, que lo acompañó en mucho más que la convivencia: Isamara, su esposa, a quien conoció por haber sido también ella maestra en Cachi, y es aquí cuando aparece en escena la Zamba para decir adiós.


La fama de los cantores –en especial de guitarreros y los relacionados con ellos de que, como los marineros, pueden tener un amor en cada festival- no les hace precisamente un favor.


Isamara, bien informada acerca de los músicos (no de los marineros porque no se ven puertos en cercanías de Cachi), sintió temor de alguna tendencia que pudiera tener su pretendiente, por lo que él, en 1958, compuso su primera canción: la emblemática “Para ir a buscarte”, con el objeto de convencerla de la seguridad de sus sentimientos, cosa que a Isamara y a nosotros, seguidores de la música y la poesía juntas, nos produce gratificación. Aunque, por supuesto, por distintos motivos. Con ella formaron un dúo, compusieron canciones y recorrieron escenarios salteños. Por su parte, la palabra “antigal” se convirtió en argentinismo, categorizando y convirtiéndose en sinónimo de “antiguo”.


Dice Petrocelli: “Toda América es un enorme antigal. En todas partes están presentes los restos de las culturas primitivas, las infinitas civilizaciones que estuvieron aquí antes del advenimiento del conquistador” (…) Empezar desde el antigal me parece maravilloso porque son los últimos testimonios que tenemos de la América precolombina. A veces se habla como si esa historia no hubiese existido (…) se ignora al cacique Chamilín, que ya peleaba por esta tierra.”


Al comienzo hemos hablado de Ariel Petrocelli persona, luego del poeta, y a continuación, del suelo donde ellos transcurrieron. Como cosa natural, todo fue asimilado por el concepto de pertenencia americana. Configura una sustancia viva de la cual parece injusto decir, aún con la trascendencia de pensar “antigal”, que es solo un conjunto de hechos que caracterizan el constante transcurrir -ahora llamado historia- con nombres de rara y vigente sonoridad.


Como el de Ariel Petrocelli.

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