Una utopía sostenible que revolucionará París

Información General 10 de abril de 2021 Por Esteban Soldano
La pandemia ha situado la proximidad y la sostenibilidad en el centro del debate sobre las ciudades, quienes habían empezado a hacer los deberes antes del COVID-19 en cuanto a mejorar el ambiente quedaron a un paso de lograrlo teniendo en cuenta que la pandemia nos empuja a los límites de la convivencia.
FOTO INTERNET DIAGRAMA. De la ciudad del cuarto de hora para París. FOTO INTERNET TODO UN SÍMBOLO. Una bici como protagonista frente a la torre de Eiffel.
FOTO INTERNET DIAGRAMA. De la ciudad del cuarto de hora para París. FOTO INTERNET TODO UN SÍMBOLO. Una bici como protagonista frente a la torre de Eiffel.

El urbanista Carlos Moreno desarrolla con la alcaldesa Anne Hidalgo la "ciudad de los 15 minutos" para París.
Reequilibrar las urbes con menos desplazamientos, proximidad y cuidado del medio ambiente son las tres puntas donde el Urbanismo teje su telaraña en las ciudades. Tres ideas que el urbanista franco-colombiano Carlos Moreno defiende con gran convicción y que han cristalizado en el proyecto "ciudad de los 15 minutos", que la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha situado como prioritario entre los compromisos de su mandato, mientras en el corazón de Francia repunta el coronavirus y se impone un nuevo paradigma social con los confinamientos en los barrios.
Moreno es el director de la cátedra ETI (Emprendimiento, Territorio, Innovación) de la Universidad de la Sorbona y uno de los grandes impulsores en ciudades inteligentes. Estamos en presencia de una ola mundial imparable, acelerada por la pandemia, a la que se han subido ciudades como Melbourne, Utrech, Milán, Dublín, Madrid y Pontevedra, esta última ciudad tiene desde hace 27 años una política de transformación urbana para los peatones y sin coches.
Esta tendencia parece estar atada al concepto de ciudad viva que Jane Jacobs, en EE. UU. desarrollara a comienzo del los 60 en torno al arraigo en los vecindarios
Hay seis funciones sociales urbanas para que la gente tenga calidad de vida: vivienda digna, un trabajo físico o digital en proximidad, poder comprar en las cercanías, acceso a una salud física y mental igualmente próxima, cultura y educación y ofrecerlas en un radio de acceso de 15 minutos sin medios de emisión de CO2, a pie o en bici, que sea que el conjunto de la ciudad sea policéntrico y con múltiples servicios.
París se enfrenta al reto de aplicar su propia utopía necesaria en medio de la distopía (antónimo directo de utopía) del COVID-19, en la que está inmersa en nuevas restricciones por la segunda oleada de la pandemia, pero la era del coronavirus deja aprendizajes y sabemos que el teletrabajo es posible, los vecinos miran la ciudad con otros ojos, y sería un error volver al uso masivo de los medios de transporte cuando todo debería pasar porque el mejor desplazamiento es el que no se hace y la mejor energía la que no se gasta.
El plan de París incluye apertura de escuelas los fines de semana, grandes aparcamientos subterráneos de bicicletas, calles peatonales, tiendas de barrio.
Las escuelas en los barrios, que sirven solo para enseñar, abrirlas los fines de semana, en esos metros cuadrados que son respetados por todo el mundo y que son igualmente sinónimos de igualdad republicana, se pueden hacer actividades culturales, con familias, etc.
Moreno insiste en que existen muchas infraestructuras deportivas que solo se usan para eso y la idea es que se abran para las asociaciones, para talleres digitales, acoger impresoras 3D y momentos de creación artística. “Además, hay lugares privados que pueden cambiar de uso como los cafés, que son muy frecuentados por los parisinos. Es muy fácil convertirlos, como se hace ya en algunas partes de la ciudad, en cursos de idiomas para el aprendizaje. Hay discotecas que solo abren a partir de los jueves, antes del COVID-19, pero ese mismo espacio puede ser utilizado por las tardes para hacer deporte. Solo se necesita un entrenador”.
“Tenemos comercios de proximidad que estamos instalando con una empresa de economía mixta que maneja los metros cuadrados para alquilarlos a los comerciantes en los barrios, con alquileres regulados para evitar la especulación y la gentrificación”. “Por eso, necesitamos que el Ayuntamiento sea un regulador, no queremos que sean barrios preferenciales en los que se dispare el precio”.
“En París, mucha gente trabaja al oeste pero vive al este o al norte, necesitamos reequilibrar la ciudad cambiando el uso de lo que está ya construido para hacerlo algo multifuncional, para que en los mismos metros cuadrados podamos tener oficinas de trabajo colaborativo (coworking), centros de salud, espacios verdes sin coches, con vegetación y agua para ofrecer una mayor calidad de vida”.
Con la pandemia hemos tomado conciencia de las ventajas de la proximidad
Hay tres elementos constitutivos: cronourbanismo (Proximidad urbana y amor por los lugares), Cronotopia (referido a la unidad espacio-tiempo, indisoluble y de carácter formal expresivo) y topofilia (amor por los lugares). “Con la pandemia hemos comenzado a tomar conciencia de las ventajas de la proximidad y que beneficios directos nos trae. Comprender que en el trabajo, no es necesario siempre atravesar la ciudad porque las tecnologías nos permiten hacer ciertas actividades que nos liberan tiempo. Tal vez no será al 100% digital pero sí hay un importante porcentaje que está cambiando profundamente la manera de ver el trabajo y de cómo se utiliza el tiempo diario, cómo tener tiempo útil, y ver en mi vecindario, como obtener mejor calidad de vida porque estamos reencontrando cosas que habíamos olvidado que existían”.
Concluye diciendo "Decir buenos días es decir al otro que existes".

​La primera de ellas son mis vecinos, antes ni pisaba el barrio durante el día porque me iba pronto y llegaba tarde, no veía a mis hijos ni a los seres queridos.
P: Además de la vertiente medioambiental las "ciudades cuarto de hora" se basan en una filosofía humanista: menos estrés, solidaridad de las redes vecinales, cuidado de los mayores, evitar la soledad. Usted habla de ciudades serenas.
R: Esta visión en tiempos de pandemia ofrece serenidad para salir de ese ritmo de vida siempre apresurado en el que no tenemos tiempo. Somos esclavos del tiempo. No hay tiempo de creatividad, ni de intimidad, ni de vida espiritual, ni de vida social… Por eso hablamos de buena vida de ciudad en la que se reencuentra el humano, en el barrio, en la calle. Decirle a alguien "buenos días, es decirle, tú existes" es cuidar la ciudad con respecto al clima, pero también como humanismo en su entorno: el aire, el agua, el espacio público pero al mismo tiempo mis vecinos, mi familia, las personas mayores...
Y los niños a los que se devuelve el espacio público de una forma que les da serenidad y les permite disfrutar de la ciudad. Todo esto permite reapropiarse de las calles que se convirtieron en lugares de paso de hombres y mujeres centauros, mitad hombre y mitad auto.

"La salvación del medio ambiente vendrá de las ciudades"
P: ¿En qué punto está la "ciudad de los 15 minutos" en su puesta en marcha en París?
R: En París, estamos viviendo como en el resto del mundo el resurgimiento del brote. Nos estamos preparando y la proximidad juega un papel importante. Tenemos las cronopistas (carriles ciclistas protegidos que circunvalan París). Estamos usando instalaciones que ya existen con usos diferentes como por ejemplo conciertos en la alcaldía, en las escuelas información para los padres y uso de los centros de salud para reforzar los test de pandemia.
La alcaldesa ha dicho que lo que queremos hacer en París con la "ciudad de los 15 minutos" es un big bang de la proximidad. Para dar más prerrogativas en limpieza, seguridad o cultura a los agentes locales. Y tenemos una herramienta muy poderosa que es el presupuesto participativo del 5%. Hablamos de 400 millones de euros que la alcaldesa va a multiplicar por dos: 800 millones. Se trata de que los habitantes propongan proyectos: agricultura urbana, fuentes, jardines de calle...
Yo insisto mucho en que es una revolución en la cultura urbana. Es modificar la manera de vivir más que las infraestructuras. Las bicis ayudan mucho porque tenemos 1.000 kilómetros de pistas y estamos cerrando calles al tráfico, esto ofrece un cambio en la realidad concreta y en la forma de actuar, que los ciudadanos se empoderen en sus cercanías.
P: El plan entronca con la reducción drástica de la contaminación de la agenda 2050 y menos vehículos ¿Estamos a tiempo?
R: El cambio climático es nuestro principal enemigo hoy en día aunque en tiempos de pandemia se oculte un poco. Eso significa en 2050 neutralizar el carbono, tenemos diez años para reducir nuestras emisiones de CO2 casi el 50%, por lo que se necesita un cambio radical de nuestra manera de vivir en la ciudad.
Hay que ir hacia una movilidad escogida, la llamada desmovilidad, y la que no se hace, mejor, porque significa que estamos aprovechando el tiempo en los lugares en los que estamos.
El tiempo corre contra nosotros y necesitamos un compromiso muy activo. Hace cinco años de los acuerdos de París y los resultados no son alentadores, las emisiones de dióxido de carbono, al contrario, han aumentado.
El aumento de temperatura es de entre 1.5 grados, que marcaba el acuerdo, y 3 por lo que estamos entrando en una zona no solo naranja, se está poniendo roja. Los Estados no han estado a la altura, lo hemos visto con Trump, Rusia o Bolsonaro en Brasil, pero las ciudades, sí, se han comportado muy dignamente y con mucho compromiso gracias a los movimientos que hay que mantener como el C-40 (la coalición de alcaldes de grandes capitales para luchar contra el cambio climático, a la que asesora Carlos Moreno). Nuestra salvación vendrá del impacto de las ciudades y de los ciudadanos con respecto al cambio de vida.

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