"La enfermedad macro pendiente desde 1975"

Suplemento Economía 04 de abril de 2021 Por REDACCION
El Director del Área Economía del IAE Business School, la escuela de negocios de la Universidad Austral, compartió su análisis sobre uno de los “grandes males” de la Argentina y su economía, considerando distintos aspectos y obstáculos de un círculo vicioso "que perjudica a todos".
FOTO IAE BUSINESS SCHOOL EDUARDO FRACCHIA. Asegura que la inflación es el mayor problema de la Argentina a la hora de hacer negocios.
FOTO IAE BUSINESS SCHOOL EDUARDO FRACCHIA. Asegura que la inflación es el mayor problema de la Argentina a la hora de hacer negocios.

“La inflación es el aumento sostenido de los precios de la economía de un país. Este aumento distorsiona las decisiones de ahorro e inversión, acortando los niveles de predicción tanto de las organizaciones como de los individuos. Los empresarios no pueden prever el nivel de precios del futuro -lo que impacta sobre las cantidades que eligen producir-; los trabajadores, sufren una pérdida del poder adquisitivo de su salario, por lo que es innegable que la inflación es un mal que afecta a todos.” De esta manera Eduardo Fracchia, Director del Área Economía del IAE Business School, introduce la problemática que viene desvelando a los equipos económicos de nuestro país desde hace casi medio siglo, y brinda una serie de reflexiones sobre sus efectos, posibles causas, factores relacionados, y pronósticos más realistas.
Según el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) la inflación es el mayor problema que posee la Argentina a la hora de hacer negocios. El nivel de precios de nuestro país se encuentra en los peldaños más elevados, comparándolo con el resto del mundo. Sólo países como Venezuela y Zimbawe tienen niveles de inflación más altos.
La falta de previsibilidad genera una puja a la hora de las negociaciones salariales que retroalimenta a los niveles de precios, dándoles un nuevo piso cada nuevo año en el que se discuten las paritarias. El aumento de los salarios debería estar en concordancia con los aumentos de productividad y rentabilidad de cada sector, pero está a la vista que no siempre es así.
La elevada inflación se relaciona con un deseo de los agentes de deshacerse de la moneda nacional, especialmente para ahorrar, generando una demanda en ascenso de las divisas extranjeras, elección por excelencia del ahorrista común. Esta es una de las razones para la implementación, por parte del gobierno, de restricciones a la compra de divisas, lo que generó una importante expansión del precio del dólar paralelo que actualmente se encuentra rondando los 150 pesos por dólar, contra un tipo de cambio oficial de alrededor de 90 pesos.
Las tasas elevadas de inflación generan un alto nivel de volatilidad macroeconómica. La inestabilidad macroeconómica puede tener efectos en la economía real, si su comportamiento persiste disparatado. Los episodios de hiperinflaciones sucedidos en Argentina fueron, muchas veces, los causantes de la inestabilidad de la economía.
Un sistema de cambio fijo puede ser una solución para nivelar la inflación en el corto plazo. El mismo actúa como un ancla nominal ya que los precios se “atan” a los de una economía que presenta niveles de inflación bajos y se importa ese nivel a partir de un tipo de cambio bajo.
Muchos bancos centrales de varios países presentan una política de metas de inflación –inflation targetting–; sin embargo, para que se cumpla debe generarse una confianza por parte de los agentes de la economía en que la inflación será la que la meta establece, junto con la necesidad de independencia del banco central por sobre el tesoro, y sumado a una política monetaria adaptada al sistema para que se cumplan las metas. En nuestro caso, la independencia del BCRA ha disminuido a partir de la reforma de la carta orgánica que consolidó la denominada dominancia fiscal.
El aumento en el nivel de precios genera una expansión de los ingresos que percibe el gobierno, a partir del impuesto inflacionario. Paradójicamente, los altos niveles de gasto estatal, que han crecido más que los ingresos, generando un déficit primario, puede encontrarse como una de las causas de la generación del aumento de precios sostenido en el tiempo. Sumado a eso, en los últimos meses la emisión monetaria ha crecido mucho, si bien ha sido más prudente durante el verano pasado.
El déficit fiscal se ubicó en los niveles de finales de los 70’s estimado en un 9% del PIB, comandado por el gasto en subsidios en la emergencia, IFE y ATP. La pretensión actual del gobierno es dejarlo en 5 % del PIB en 2021.
Otras teorías atribuyen como causa del fenómeno a la pérdida de independencia del Banco Central, junto con un impedimento de la apreciación del tipo de cambio en períodos de expansión. También es necesario destacar que el aumento de precios puede deberse al aumento del precio de las commodities que impacta sobre el mercado doméstico.
De esta forma, puede observarse como las causas son atribuidas a distintos fenómenos: las devaluaciones importantes; el exceso de demanda existente, los cuellos de botella; los incrementos salariales; la elevada concentración económica; el alza de los precios internacionales de los alimentos; la emisión monetaria o las expectativas de inflación.
Por su parte, el gobierno atribuye la suba a un clima político y social enrarecido que afecta las expectativas de los agentes; en su opinión, estamos ante un “reacomodamiento de precios” que se disipará cuando se recuperen las expectativas favorables.
Es de alta complejidad erradicar el fenómeno a partir de la implementación de “controles de precios” ya que la inflación es de índole macroeconómica, no específico a ciertos agentes, sumado a que cuando los controles finalizan, la solución también pierde su eficacia. Por otro lado, la idea de “enfriar” la economía para generar una disminución de los precios puede ser peligrosa y no generar los efectos esperados.
Un aspecto de incidencia clave es que en nuestro país, continúan existiendo la tensiones características de un país exportador primario, aún en proceso de industrialización, entre sectores con productividades distintas, lo que en su momento Marcelo Diamand llamó “la estructura productiva desequilibrada”. Esta situación se vio plasmada, en su punto máximo, con el “voto no positivo” a la 125 en la implementación de las retenciones. En este marco, las causas de la inflación remiten a la imposibilidad del desacople de los precios domésticos de los internacionales, junto con la imposibilidad para contener las prácticas de los grupos concentrados y el funcionamiento del gobierno como árbitro en la puja distributiva.
Ante el desafío de brindar pronósticos más realistas, considero que la inflación minorista será de 53 % en este 2021, muy lejos del 29 % que defendió el ministro Guzmán en el presupuesto.



REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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