Un aniversario sin fiesta

Editorial 24 de octubre de 2020 Por REDACCION
Leer mas ...
El 2020 bien puede calificarse como el año de la pesadilla para la Tierra entera pues nadie queda al margen de la pandemia, que hasta ahora ha dejado más de un millón de muertos y más de 40 millones de personas contagiadas, una cifra que está aún lejos de alcanzar el 1 por ciento de la población mundial. Cada día nos levantamos pensando si el coronavirus es parte de una realidad o de un sueño extremadamente pesado. Una vez bien despiertos, el Covid-19 nos advierte que es real a partir de su omnipresencia en los medios de comunicación tradicionales, en las redes sociales y en la conversación con familiares, amigos o compañeros de trabajo. 
El virus nos ha acercado a escenarios apocalípticos al menos hasta que la ciencia confirme una vacuna que inmunice a la humanidad de este enemigo invisible que nos empieza a matar por dentro. Y esa película de ciencia ficción en la que todos somos protagonistas desde marzo -al menos en la Argentina- nos muestra hoy muy distintos, compartiendo espacios a distancia, charlando con barbijos y asumiendo una obsesión con el alcohol en gel o 70/30, elementos que sin querer pasaron a ser parte esencial de nuestra vida cotidiana. 
Ante lo desconocido, el coronavirus, la normalidad que gobernaba nuestras acciones cambió repentinamente. La escuela, la universidad, el trabajo, las reuniones familiares, los viajes, el entretenimiento, el ocio, la práctica de deportes y toda actividad humana sintió el impacto del Covid y debió dar un giro copernicano para adaptarse a un mundo nuevo, tan hostil como siempre pero con una nueva amenaza. 
La ciencia comenzó una carrera para identificar el virus. Solemos sorprendernos todo el tiempo sobre la velocidad de la innovación tecnológica que muestran laboratorios de investigación, pero esta vez perdemos la paciencia porque el desarrollo de una vacuna tarda y nos obliga a convivir con la pandemia y sus derivados, mayor estres, angustia, pánico y otras yerbas. Redescubrimos la importancia de la salud física y la mental-emocional en medio de cuarentenas que modificaron la vida tal y como la conocíamos. 
Este 2020, que parece haber salido de un libro de Ray Bradbury, Julio Verne o también Stephen King, encuentra a una humanidad en busca de su redención. El virus no solo impactó de lleno en lo sanitario sino que, a partir de las medidas adoptadas por los gobiernos para desacelerar el ritmo de contagios, afectó la economía generando costosos daños colaterales. 
Inmersa en esa aldea global, se encuentra Rafaela como un punto más en el mapa. Pero no es una ciudad más sino es en la que vivimos y la que hoy cumple un año más desde su formación, un lejano 1881, cuando once familias gringas detuvieron el largo y sacrificado periplo -apretados en un buque por meses y luego al paso de las carretas- que habían iniciado desde el otro lado del Atlántico para iniciar una aventura. Así, con sus ganas de labrar la tierra y darle sentido a sus sueños, arrancaron una historia que hoy celebramos, como cada 24 de octubre. 
La prosperidad vino de la mano de la fertilidad de la tierra pero también de visionarios que sin saberlo ejercían el desarrollo territorial, una disciplina tan difundida en términos académicos, de gobierno e institucionales hoy día. Las líneas ferroviarias y la instalación de un flamante Banco Nación que a esa altura tenía dos sucursales en todo el país aceleraron el crecimiento y convirtieron a la colonia Rafaela en un destino de las ilusiones de los inmigrantes. 
Con los años, llegaron las fábricas que fueron creciendo de la mano de emprendedores, un concepto que también se mantiene actual pero que viene de los principios del pueblo. Fueron empresas de los sectores alimenticio y metalmecánico las que, junto los que labraron la tierra en la región, forjaron un perfil agroindustrial que se mantiene hasta estos días. El crecimiento de estas primeras industrias derivó en la creación de empleo y en el desarrollo del comercio, la educación y los servicios. No hubo fórmulas mágicas sino trabajo. 
Más tarde, ya en un tiempo del que muchos nos acordamos, llegaron las universidades. Primero la UTN en los 70 mientras que en los 90 y un poco más florecieron las facultades que hicieron posible que miles de estudiantes que antes emigraban en busca de educación superior ahora se queden. Y que además convierte a la ciudad en un foco que con su luz atrae a los jóvenes de una gran región. 
La Perla del Oeste también tiene sus debilidades que opacan su brillo. La inseguridad y la droga constituyen nuevos desafíos. Tener una casa propia se ha transformado en un sueño de difícil realización. Pero no queda otra que seguir avanzando, quizás más lento, pero sin detener la marcha. 
En este 2020 nos quedamos sin fiesta de cumpleaños. Pero si hay que aplaudir a alguien, lo mejor es reconocer a la comunidad sanitaria. Ellos son los que, con su trabajo, su compromiso y solidaridad, defienden nuestra vida y nuestro futuro. 







REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
Seguinos en Facebook y Twitter

Boletín de noticias