La naturaleza bajo fuego

Editorial 21 de octubre de 2020 Por REDACCION
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Porque nos toca más de cerca y porque las informaciones que recibimos a diario nos preocupan enormemente, los incendios en diferentes provincias de nuestro país, son los que nos conmueven.
Por el denodado esfuerzo que realizan los bomberos, esos abnegados servidores que luchan en una desigualdad absoluta contra el avance incontenible del fuego y por el aporte, también solidario, de quienes se suman voluntariamente con la plena convicción de aportar una colaboración, que evidentemente, no alcanza.
Córdoba, seguramente por tratarse de la provincia más afectada, que desde hace varios meses viene librando una batalla interminable, puede mencionarse como el caso testigo más contundente.
Su particular geografía plantea mayores dificultades que en otros terrenos, pero esas características nunca se presentaron como excusas para quienes no miden consecuencias a la hora de combatir a un enemigo que nunca se extingue.
Solamente la lluvia, que luego de tanto ruego se apiadó de la serranía cordobesa con su bendición, pudo sofocar prácticamente todos los focos.
Fueron suficientes algunos minutos para que el panorama cambie radicalmente y le conceda un merecido descanso a los trabajadores, agotados, pero siempre haciendo frente al compromiso asumido.
Sin embargo, todos coinciden que solamente se pudo ganar una batalla, pero la guerra continuará, alimentada por las altas temperaturas -al margen del respiro que nos otorgó en las últimas horas- y una prolongada sequía, por la ausencia, obviamente preocupada, de las tan necesarias lluvias.
Córdoba, está claro, adquirió mayor trascendencia y difusión, pero en al menos otra decena de provincias, vienen siendo igualmente castigadas, lo que pone al descubierto las carencias de recursos para combatir estos siniestros.
Los incendios forestales, vale la pena recordarlo, no siempre son provocados por la naturaleza misma, sino en muchas ocasiones, por la irresponsabilidad humana, que se encarga de iniciarlos y activarlos, como pudo comprobarse reiteradamente, a partir de los informes elaborados por los organismos que trabajan incansablemente en la búsqueda de quienes no dudan en atentar y causar daños irreparables en la naturaleza.
La destrucción de especies arbóreas que serán irremplazable en el mediano plazo y la muerte de animales que habitan las zonas devastadas, son sólo algunas de las consecuencias que generan esos individuos, amparados, seguramente, por leyes que no le aplican los castigos que merecen.
Pero, también debe señalarse que, en estos últimos tiempos y cada vez con una mayor frecuencia, los incendios están causando estragos en diferentes países americanos.
Prácticamente desde los Estados Unidos y hasta la Argentina, no hay naciones que estén libres de semejante castigo, atribuible también al tan promocionado calentamiento global, un fenómeno que se manifiesta en todo el planeta.
El fuego, incontrolable para los humanos, es una pandemia más de este tiempo. A raíz de la aparición del coronavirus en el continente y de la complejidad de las economías regionales, que se refleja en la desocupación y la pobreza, dos aspectos que mostraron un sostenido crecimiento este año, tal vez quedó un tanto relegado el tratamiento de este fenómeno por no tener connotaciones políticas y económicas.
Entidades ambientalistas se pronunciaron a raíz de este tema recurrente de otra pandemia, como lo definen al incontrolable avance del fuego. "Hoy, estamos destruyendo nuestra casa, la única que tenemos; atentamos contra nosotros mismos y hacemos cada vez menos posible nuestra supervivencia", es el mensaje claro y preciso de distintas ONG.
Aseguran los ambientalistas que "nuestro sistema económico hoy se basa en la destrucción de ecosistemas naturales; no hay progreso con enfermedad, no hay salud con un planeta tan herido; la economía y la ecología, son juntas, o no son nada".
Admiten no obstante, que "el fuego es un elemento natural que se da en muchos ecosistemas, como sabanas, praderas y bosques boreales, en los que juega un importante papel ecológico al reciclar la vegetación vieja y destruyendo las plagas". Una definición que, en las actuales circunstancias, no suena muy comprensible para la gente común.
"Sin embargo, la crisis climática y las intervenciones humanas, están alterando estos ciclos de fuego con consecuencias negativas: los incendios forestales se hicieron más frecuentes en los últimos años", concluye el análisis, poniendo algo más de luz a una realidad que golpea a toda la humanidad.
Hoy, en nuestro país, los incendios deben ser incorporados a una cantidad de pandemias que van bastante más allá de la exclusivamente sanitaria, que es también incontrolable para las autoridades, como el fuego mismo, que nos acosa y tampoco nos da tregua en este momento tan doloroso que vive la Argentina. 

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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