Sensaciones y sentimientos

Sociales 20 de octubre de 2020 Por Hugo Borgna
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AHORA VIENEN POR MI
“Primero se llevaron a los judíos / pero como yo no era judío, no me importó. / Después se llevaron a los comunistas, / pero como yo no era comunista, tampoco me importó. / Luego se llevaron a los obreros / pero como yo no era obrero tampoco me importó. / Más tarde se llevaron a los intelectuales / pero como yo no era intelectual tampoco me importó. / Después siguieron con los curas / pero como yo no era cura tampoco me importó. / Ahora vienen por mí pero es demasiado tarde”
Bertolt Brecht, autor de esta poesía, fue un alemán nacido en 1898, que dejó de vivir en 1956. El también acuñó una frase que puede ser un breve y ambivalente texto relacionado con la poesía, con función de prólogo o de cierre: “Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar”
Eugen Berthold Friedrich Brecht nació un 10 de febrero dentro de una familia burguesa de Augsburgo (Baviera). En su tiempo de joven era un rebelde que jugaba al ajedrez y tocaba el laúd. Se sentía atraído por lo distinto y extravagante, intentaba vivir al margen de las normas de su tiempo, del recato y de la disciplina.
Dentro de su actividad estrictamente literaria, fue un prolífico dramaturgo; sus obras están ligadas a la política y a la historia, habitadas de un sobresaliente desarrollo estético.
Hasta el último de sus días sostuvo la idea de que el teatro podría contribuir a modificar el mundo: además de conmover los sentimientos obligaba al público a pensar, no dejaba ningún concepto preestablecido e inducía al público a sacar sus propias conclusiones.
No fue romántico ni sentimental; en cambio, alentó la crítica social y destacó la compasión por los seres humanos.
En este punto del artículo, con todo derecho, los atentos lectores se estarán formulando algunas preguntas. Como, por ejemplo, cuál es su obra más representativa y la otra cuestión –más preocupante todavía- de cómo le fue con las autoridades de su tiempo.
Su mayor éxito teatral fue “La ópera de cuatro cuartos/La ópera de los tres centavos”, y no vamos más a eludir, lectores, la contestación a la pregunta más inquietante de que si estaba Hitler en el poder en ese momento.
Brecht trabajó en Berlín como autor y director de teatro hasta 1933. En ese año Hitler se hace del poder. Perseguido, salvó su vida pero algunos de sus libros fueron quemados. Consiguió escapar, vivió en Dinamarca, Suecia y Suiza hasta radicarse definitivamente en Berlín oriental en 1949. Su obra a partir del momento del exilio se fue profundizando más en contenidos, habiendo recibido en 1955 el premio Lenin de la paz, un año antes de ganar la paz final de su vida, en 1956.
Quién sabe cuánta devastación interior habrá experimentado, al punto de identificarse con el supuesto último espécimen de una manera de ser. Fue una persona especial que tomó la opción de apoyarse en el arte y, como retribución de él, recibió el reconocimiento por su ejercicio.
Quedaron flotando, en la memoria colectiva, dolidos conceptos como la soledad personal en medio de una sociedad que necesita poner etiquetas a las ideas y pensamientos.
¿Debe necesariamente costar tanto poder desarrollar la independencia de criterio y visión personal? ¿Dónde está el necesario punto de equilibrio entre imponer y convencer?
“Cuando finalmente vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”, dijo.
¿Fue un pedido de ayuda? Si lo fue, ¿alguno lo habrá escuchado?

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