Las exportaciones son bajas

Editorial 19 de octubre de 2020 Por REDACCION
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Ante la escasez de dólares que sufre la economía nacional, y ante la imposibilidad de emitir deuda en el mercado de capitales debido a que recién comienza la renegociación con el FMI por un pasivo superior a los 44 mil millones, se impone la necesidad de promover las exportaciones como mejor opción para al menos mantener las reservas del Banco Central. Ni siquiera un súper cepo es eficiente para proteger los pocos billetes de la moneda estadounidense que aún se encuentran en el Tesoro, pues si bien desaceleran el ritmo del drenaje y estira la agonía, no alcanza para estabilizar la situación. 
En este escenario de mercado cambiario convulsionado, en agosto el Banco Central tuvo que vender U$S 950 millones y en setiembre U$S 1.600 millones más. Ante la tendencia al agotamiento de las reservas se optó por endurecer las restricciones a los ahorristas y a las empresas para comprar dólares oficiales. También se dispusieron reducciones transitorias en los impuestos a las exportaciones con la finalidad de incentivar a los exportadores a liquidar más divisas. En lo que va de octubre, el Banco Central igual perdió otros U$S 400 millones más. Estas tensiones aumentan, según un reporte del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), el temor de una inminente devaluación del dólar oficial con alto impacto en la inflación. 
Gran parte del problema está en la elevada emisión monetaria que se viene produciendo desde que asumió el nuevo gobierno, apunta Idesa en su análisis. En los primeros meses del 2020, la emisión se justificó en la necesidad de paliar la crítica situación social heredada. A partir de abril, la justificación fue la lucha contra la pandemia. En cualquier caso, desde que comenzó la nueva gestión la cantidad de pesos en manos del público se duplicó, mientras que las reservas del Banco Central se mantuvieron prácticamente constantes.
Más allá de estos factores coyunturales, cabe preguntarse por qué la inestabilidad del dólar es un tema recurrente en la Argentina, consigna la consultora en su informe. Una forma de acercar respuestas es comparando las exportaciones de la región. En este sentido, según datos de los bancos centrales y del INDEC para la Argentina, se observa que en el año 2019 las exportaciones per cápita de Argentina alcanzaron a U$S 1.500 por persona, en Uruguay fueron de U$S 2.600 y en Chile U$S 3.700.
La lectura de estos datos reflejan que el aparato productivo argentino tiene una muy baja capacidad exportadora. Uruguay exporta en términos relativos un 70% más y Chile más que duplica el nivel de exportaciones per cápita de la Argentina, concluye Idesa. Este es uno de los factores centrales que explica la restricción externa: el relativamente bajo nivel de exportaciones de Argentina lleva a que no se generen todos los dólares necesarios para financiar las importaciones de máquinas, insumos y repuestos, que se necesitan para expandir las exportaciones y así obtener más divisas.
En el lado opuesto, los argentinos demandan más dólares que los chilenos y uruguayos. Debido a que el Estado argentino tiene un desequilibrio fiscal crónico y estructural, la alta inflación es endémica, lo cual lleva a que los argentinos se saquen de encima el peso y apelen al dólar como refugio ante la inflación. De este modo, se agrava la escasez de divisas ya que, a la insuficiencia en la capacidad de producir dólares de su sector productivo, se suma la sobredemanda de dólares de su población para resguardar sus ahorros frente a la inflación, una ecuación insostenible en el tiempo. 
Entonces, ante este contexto, las medidas cambiarias y financieras pueden aportar paliativos ante la crítica situación. Pero no alcanzan para impulsar un despliegue de inversiones productivas con alta capacidad exportadora, ni para romper con la arraigada cultura de los argentinos a ahorrar en dólares, subraya el informe de Idesa. Por tanto, más allá de las necesarias medidas urgentes y de corto plazo, es imprescindible explicitar y poner en ejecución un plan de ordenamiento integral del Estado para recuperar la sostenibilidad fiscal y elevar la calidad de la administración pública.
Finalmente, Idesa considera que son cuatro los pilares de este ordenamiento: el ordenamiento previsional, el impositivo, el funcional y el del régimen federal. En el tema previsional es clave eliminar los tratamientos especiales y la doble cobertura. En el impositivo unificar tributos para simplificar y recaudar más con menos presión impositiva. El ordenamiento funcional implica eliminar organismos superpuestos, en especial, los programas y estructuras burocráticas del Estado nacional que interfieren en funciones provinciales. En el federalismo hay que eliminar la coparticipación y tender a que las provincias generen sus propios recursos.
Sin duda, concluye el reporte, que se trata de cambios disruptivos que afecta muchas inercias e intereses. Pero si el país hace siempre lo mismo y no avanza hacia un cambio estructural, los resultados serán siempre los mismos. Como hasta ahora.  



REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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