Arrime, tapadita y espejito vale dos

Deportes 07 de octubre de 2020 Por REDACCION
La inolvidable aventura de jugar a las figuritas. La pasión de los que coleccionaban, el álbum y la epopeya de las "difíciles", sumado al hartazgo de las "repetidas". Del "Pocho" Pianetti a la doble de Puppo y Sosa. Aromas y vivencias de otros tiempos. La ilusión de ganarse un fútbol de cuero.
FOTOS ARCHIVO DIFICIL. Puppo y "Chiche" Sosa (Argentinos).  TARJETONES. "Pocho" Pianetti (Boca Juniors).
FOTOS ARCHIVO DIFICIL. Puppo y "Chiche" Sosa (Argentinos). TARJETONES. "Pocho" Pianetti (Boca Juniors).

Por Edgardo Peretti

Los archivos andan molestos por estos días. El tiempo de estar en el hogar obliga a transitar por espacios que estaban destinados a acumular sentires y objetos de algún pasado, que pudo ser glorioso o con olor a fracaso; nunca olvido, jamás desaire.
Anda uno buscando volver a encontrar los sabores de un Gancia con limón en esos mediodías casi escasos de familia gruesa de estos tiempos y mete la mano en la bolsa de papitas. "¿No hay Guadalupe?", pregunto en tono de disputa y sentido de pertenencia barrial. No hay respuesta del otro lado; hay que seguir con la operatoria, tenaz, descosida y ansiosa, pero los dedos se quedan con un pedazo de plástico: una forma redonda con la figura de un tipo con cara de fama. Me dicen que es un jugador de fútbol, que se llama Giovanni Lo Celso, que juega en Europa y que eso que tengo en mi poder no es otra cosa que un "tazo" (SIC). Andá!
Para mí es una figurita. De las redondas; lejos del cartón tradicional, pero elemento de alto voltaje para cualquier chico que haya pasado los sesenta. Como el que suscribe.
La luz se encendió. En algún lugar de mi casa materna, Bernardo de Irigoyen al 400, estaba el tesoro guardado, mejor dicho el mapa del tesoro. El viejo cuaderno "Tamborcito" etiquetado prolijamente, tal como se usaba en los sesenta y contenía un enorme listado de figuritas, redondas y tarjetones, cada una con sus respectivos números, destacándose en un lugar de privilegio el cuadro de honor de las más difíciles: Oscar "Pocho" Pianetti (Boca Juniors) y Roberto Puppo - Osvaldo "Chiche" Sosa (ambos con la camiseta de Argentinos Juniors). En realidad, hay que decir que no eran fotos sino caricaturas, en colores y rectangulares, que no servían para la competencia cotidiana (para eso estaban las "redondas") sino como moneda de cambio y colección.
Esa anotación quedó medio siglo guardada y jamás tuve esas figuritas en mis manos, aunque la tecnología de la red me permitió verlas sin demasiado esfuerzo, aunque con la inocultable sensación de que el tiempo suele hacer desastres en la nostalgia, además de otras partes de la anatomía.
Ese tema de las "difíciles" cambiaba según el barrio y los participantes, ya que muchos entendían que "Rojitas" era la más difícil, como el Villa Rosas, aunque por estos lares, se mencionaba también a las que citamos unas líneas más arriba. ¿Los motivos? Nada serio. Era el boca-boca de esos tiempos donde cada chico era parte e inventaba multitud de juegos y entretenimientos.
La imaginación al palo, diría un rockero amigo.
"No crezca mi niño,/no crezca jamás. /Los grandes al mundo,/le hacen mucho mal". (Facundo Cabral, "Vuele bajo").

Jugar, ganar y llorar.
El tema de las figuritas no se quedaba ahí. No. Tenía sus códigos y perfiles propios. En primer lugar la compra en el kiosco era poco habitual (eran caras, casi inalcanzables para la moneda de un chico), por lo que algún regalo que se recibía había que ir a multiplicarlo en la competencia. Si se ganaba, había más capital; caso contrario, llegaban las lágrimas.
Como decíamos, se jugaba con las redondas, siendo el principal ejercicio la "arrimadita". Esto es, con los participantes ubicados en cuclillas a unos dos metros de una pared que hacía de línea de sentencia. Un tiro cada uno y a medir: el que estaba más cerca, ganaba.
Si se daba que la figurita quedaba parada contra la pared, que se llamaba "espejito", no sólo que ganaba sino que el pago a concretar por los jugadores se duplicaba, de allí que la idea era "tumbarlo", tarea que requería de una especial pericia. Pero allí eran todos profesionales. Las deudas de juego se pagaban; caso contrario se obviaban mediadores y la cosa terminaba a las piñas.
La "tapadita" era una variante que observaba el lanzamiento de la figurita lo más lejos posible, un tiro cada jugador y el que lograba "tapar" una ajena, ganaba. Para estos menesteres se acudía como moneda de pago a la "cuadrada", que podía cotizar (según la zona barrial) entre cuatro o cinco redondas. Caprichos del mercado, dirían hoy.
Pero así como había jugadores de competencia, estaban los que tenían el álbum y buscaban figuritas para completarlo. El citado libro se vendía (caro) en los kioscos, pero el completarlo implicaba recompensas tales como una pelota número 3 (de fútbol), un metegol y muchos paquetes para las nuevas colecciones que, irremediablemente, llegarían en los próximos meses.
Estos cultores no solían jugar, sino que andaban a la búsqueda de las que les faltaban, eso sí, sin "avivar giles" (SIC) con sus pedidos ya que los requerimientos podrían elevarse de manera considerable si los vendedores olfateaban mucho interés. Eran tiempos duros.
Me preguntaba por jugadores notables, y en ese ranking lo tengo a Román Pater, "Romy", un hermano de barrio y vereda, que supo hacer historia en los orillos de la calle Ayacucho, aun cuando era de tierra. Sin dudas, el mejor jugador que he visto y por ello lo destaco porque alguna vez había que hacer justicia.
¿Dónde se podrá ir a buscar estos bellos retazos de la infancia? ¿Dónde habitan los duendes de estos almanaques mágicos? ¿Dónde venden figuritas?
Qué me vienen con Lo Celso! Andá a conseguir la de Puppo y "Chiche" Sosa si sos guapo!!!

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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