Argentina enferma de pobreza tras una cuarentena récord de 150 días

Internacionales 14 de agosto de 2020 Por REDACCION
Los ciudadanos rompen de facto el confinamiento mientras la imagen del presidente, Alberto Fernández, cae en picado y la tensión política y social crece. El 63% de los niños caerán, desde diciembre, por debajo del umbral de miseria.
Por Sebastián Fest *

El presidente dijo estar asombrado, pero lo que asombró fue que dijera lo que dijo en el momento en que lo dijo: "Que me sigan hablando de cuarentena es algo que me asombra". Fue reveladora la frase de Alberto Fernández, que con esa confesión en la noche del jueves se desviaba por un momento de un anuncio muy positivo, el de que la Argentina producirá la vacuna contra el Covid-19 desarrollada por la Universidad de Oxford. Junto con México, Argentina fabricará entre 150 y 250 millones de dosis para cubrir las necesidades de toda América Latina, excepto Brasil, que tiene un convenio propio.
La admisión de Fernández, sin embargo, es un gesto de realismo ante una cuarentena eterna, que este fin de semana alcanzará los 150 días y que será prolongada por varias semanas más, aunque ese dato importe cada vez menos. Porque una cosa es lo que marca la ley y otra, la realidad: la tensión política y social está creciendo en el tercer país más grande de América Latina, con la economía desplomada a niveles históricos, la criminalidad nuevamente en ascenso y el dato de que cuando termine 2020 el 63% de los niños serán pobres, en un contexto de pobreza general que supera ya el 40% y sigue creciendo.
Así, mucha de la gente de las clases menos favorecidas que necesita salir a trabajar lo hace, incluso a riesgo de ser detenidos en los controles. Así, las clases medias y altas que sienten que no pueden seguir encerrados en sus casas ocupan los parques para hacer deporte y llenan las calles para sentirse libres al menos por un rato. Así, Ariel Suárez, cuarto en la competición de remo de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, sacó el lunes su bote a las aguas del Delta del Tigre, al norte de Buenos Aires, y lanzó una frase desbordante de lógica: "Si el fútbol puede volver a entrenar, yo puedo volver a remar. ¿A quién puedo contagiar solo en el río? Que vengan y me metan preso".
Remar está prohibido, pero dos días más tarde, cuando se le preguntó a Ginés González García, ministro de Salud, por el caso, la respuesta fue desconcertante para los ciudadanos de un país en el que la práctica de buena parte del deporte está vedada desde hace cinco meses: "¿Y qué quieren que haga...? Remar es difícil que contagie a alguien".
El problema para Argentina es que le falla la lógica: entró en la cuarentena dura con muy pocos casos cuando se agotaba el verano y se le deshilacha en la profundidad del invierno mientras las cifras de contagiados y muertes no dejan de crecer, con 268.000 casos ya y picos de 241 muertos en un día. En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que con 15 millones concentra un tercio de la población del país, el confinamiento es bastante más estricto que en el resto del país, pero es allí, en un país centralista pese a que se proclame federal, donde se concentra la tensión política y económica.
Y esa tensión crece, porque las cifras de la caída de la economía son escalofriantes: según estimaciones de estudios privados, en el segundo trimestre, el PIB se derrumbó cerca de un 20%, el peor registro de la historia económica argentina. Fue un alivio para el país que Fernández confirmara un acuerdo con los acreedores extranjeros y evitara caer en una cesación de pagos de la deuda externa hostil y definitiva, pero Argentina ni siquiera vive en estanflación: no, el país combina una fuerte recesión con una altísima inflación de entre el dos y el tres por ciento mensual, toda una extravagancia económica.
El economista Carlos Melconian, ex presidente del Banco Nación, cree que no hay riesgo de una hiperinflación como en 1989 y 1990, pero tampoco ve que el gobierno tenga "ningún plan anti-inflacionario serio".
Argentina vive además una situación insólita con el tráfico aéreo nacional e internacional paralizado desde el 20 de marzo. Se suponía que los vuelos se reanudarían el 1 de septiembre en el octavo país más grande del mundo, pero el ministro de Transportes, Mario Meoni, desconcertó esta semana al afirmar que la paralización de vuelos podría continuar por 60, 120 o 180 días más. Las compañías aéreas claman por ser escuchadas, dicen que van a desaparecer.

LA CRISIS DEL BRONCE
Al descalabro económico se le suma la incertidumbre política, porque Fernández ha optado por ponerle el cuerpo a todos los temas, lo que le ha generado un importante desgaste tras una disparada de su popularidad entre marzo y mayo. Según la consultora Elypsis, tras un pico de imagen positiva a principios de abril, cuando seis de cada diez argentinos aprobaba a Fernández, esa cifra cayó a fines de julio a cuatro de cada diez, y el 43,3% de la población tiene una imagen negativa del jefe del Estado. Es la primera vez, desde que el 10 de diciembre llegó al poder, que el peronista tiene más imagen negativa que positiva.
La oposición nucleada en la coalición Juntos por el Cambio, que inicialmente respaldó la cuarentena estricta de Fernández, es hoy sumamente crítica. No la favorece, sin embargo, el hecho de que el ex presidente Mauricio Macri dejara el país y se fuera a pasar unas vacaciones en la Costa Azul francesa. Macri, que semanas antes había hecho un extraño viaje a Paraguay para reunirse con el actual presidente y su antecesor, no explicó con claridad las razones del viaje a Europa, que en su espacio político se ve como altamente inoportuno.
Así, hay muchos ciudadanos que se autogestionan. Para este lunes hay convocada una marcha contra el Gobierno bajo el lema "por la República y la Libertad". La fecha elegida, 17 de agosto, no es casual, coincide con un día festivo que conmemora la muerte de José de San Martín, el gran héroe de la independencia.
La tensión y la crisis se adivinan en los más mínimos detalles. El neurocientífico Facundo Manes señaló que hay que salir del falso dilema entre "cuarentena o muerte" y advirtió de que se avecina una "pandemia de salud mental". Y en el centro de Buenos Aires están despareciendo todos los elementos que tengan bronce, un material por el que pagan un precio atractivo los reducidores.
"Han arrancado todo lo que son manijas de bronce de edificios antiguos. Sobre la Avenida Santa Fe (una de las principales de la ciudad) se robaron todas las barandas en la escalinata de acceso a la Iglesia de San Nicolás de Bari", se lamenta Ignacio, que conoce bien el centro de Buenos Aires, en diálogo con ELMUNDO.es. "No des mi apellido, pide", con la prevención habitual en un país en el que todos sospechan de todos. "Hay una calle en la que se han robado todos los porteros eléctricos (telefonillos) de los edificios. Son de bronce".

* Corresponsal en Buenos Aires de diario El Mundo de España (www.elmundo.es)

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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