Y si tiramos juntos?

Editorial 03 de julio de 2020 Por REDACCION
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Después de una tregua, que pudo advertirse en el Congreso, al llegarse a una serie de acuerdos entre el oficialismo y la oposición, que se reflejó en la aprobación de leyes y decretos, la grieta volvió a marcar una fuerte presencia.
En los últimos tiempos, desde que la pandemia obligó al Gobierno a tomar varias medidas sanitarias, las que se fueron prorrogando mediante cuarentenas que hoy superan los cien días, hubo coincidencias al principio y reproches desde hace un buen tiempo.
Las acusaciones cruzadas y los disparos con munición gruesa son una constante. Lamentablemente, ese tipo de situaciones dejan en un segundo plano a un tema que en su momento todos juzgaron como prioritario: el de la salud.
Se actuó con firmeza desde que se manifestaron los primeros casos en el país y hasta que las cifras empezaron a crecer reinó la armonía entre todos los sectores de la política.
Pero a medida que la economía pasó a instalarse como una preocupación, ya no fueron coincidentes las apreciaciones. Resultó suficiente que de uno de los dos lados -no importa de cuál- se encendiera la mecha para que explote el polvorín.
Que si hubiese estado Macri en el poder las consecuencias serían desastrosas. Que los científicos y asesores de Fernández no aportaron soluciones efectivas. Qué el gobierno bonaerense de Kicillof no tomó los recaudos necesarios. Que algo similar ocurrió con la estrategia de Larreta.
Después de los extensos y reiterados informes que ofrecieron Nación, Provincia y Ciudad desde la Quinta de Olivos, al menos dos de los actores se desconocían y se acusaban mutuamente.
Larreta y Kicillof, hoy mismo, no se ponen de acuerdo. Desde la gobernación se le viene exigiendo un comportamiento más responsable a los porteños en temas sensibles. Sin embargo, recién en esta cuarentena estricta que se inició el primer día de julio y que se extenderá en principio hasta el 17, se pusieron más firmes.
En medio de tantas idas y vueltas, por si hacía falta algo, irrumpió Berni en un retén, en una jurisdicción que no le correspondía, generando un nuevo foco de conflicto, en este caso, entre Nación y Provincia.
Así las cosas, queda flotando la sensación que cada uno quiere llevar agua a su propio molino, en una época donde tendría que imperar la cordura por sobre el desplante de cualquier funcionario.
No quedan dudas que la grieta se profundizó en los últimos tiempos. Sólo con sentarse frente a un televisor y comprobar las declaraciones de unos y otros, es suficiente como para asegurar que las diferencias son cada día mayores.
Las discusiones son moneda corriente. Se alzan las voces con tal de imponer el concepto que se pretende sobre un tema que habitualmente tiene dos miradas opuestas. Esa no es la forma de intentar la reconstrucción de un país que hoy se ve seriamente amenazado por una crisis sin precedentes, que ciertos analistas comparan, a esta altura de los hechos, con la del '30.
Ni siquiera con la de 2001, que es la que se recuerda con mayor frecuencia, por no haber pasado demasiado tiempo. Pero el tema económico, sin embargo, hoy no es abordado con la seriedad que la situación amerita.
Desde el Gobierno se insiste que la reactivación se podrá concretar a partir de las medidas que se adoptarán en el momento oportuno. Claro, nunca antes de superar esta problemática sanitaria que nos afecta a todos.
Desde la otra vereda se asegura que no existe un plan económico y que el hecho de dilatarse la renegociación de la deuda le resta credibilidad al país en el orden internacional.
Hace menos de siete meses que asumió Fernández y ni siquiera en el peor de sus sueños se le habrá presentado un escenario tan complejo. Las dificultades son extremas y nadie puede desconocerlas, pero sería prudente que bajen los decibeles algunos funcionarios y los propios legisladores, porque el tiempo se debe emplear, como la mayoría seguramente lo deseará, en poder encontrar soluciones y no generar más problemas que los existentes.
En un país que tiene riquezas que muchas grandes potencias le envidian, sería bueno aplicar uno de los sabios versos del Martín Fierro: "... si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera".
Es sólo una reflexión de las tantas que inmortalizó José Hernández. Es simple, pero contundente. El problema es que no parecer se de simple aplicación para quienes tienen la responsabilidad de gobernarnos.
Sean del color o del signo político que fuesen. Argentina necesita, desde hace mucho tiempo, barajar y dar de nuevo. Algún día se entenderá que es la única salida para que volvamos a ser respetado por nuestro potencial económico. La luz al final del túnel, por ahora no se ve. Será cuestión de afinar la vista para cambiar el enfoque y mirar con optimismo hacia un futuro mejor para todos. 

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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