Cuando Rafaela tuvo un Distrito Militar

Sociales 26 de junio de 2020 Por Fernando Algaba
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FACHADA//El edificio donde funcionó el  Distrito Militar Nº 37. FELICIANO LOBO// El mayor fue su primer jefe.
FACHADA//El edificio donde funcionó el Distrito Militar Nº 37. FELICIANO LOBO// El mayor fue su primer jefe.
Existió en Rafaela una unidad militar que se utilizaba para hacer el servicio militar, el Distrito Militar N°37. Creado por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, el día 23 de abril de 1907. Su primer Jefe fue el Mayor Feliciano Lobo; desempeñándose como Auxiliar el Teniente 1° Eleodoro Cross.
Tenía jurisdicción en los departamentos Castellanos, San Martín y San Cristóbal, dependencia del ejército argentino que tenía a su cargo todo lo relacionado con la incorporación de los ciudadanos al servicio militar.
Si bien la mayoría lo ubica en Av. Mitre donde funciona el local de la Sociedad Española, previamente estuvo en otros domicilios. El primer local fue en calle Colón al 150, luego a calle Saavedra casi Las Heras (donde funcionaba la Escuela Dante Alighieri), de allí pasó a calle Lavalle 42 y posteriormente a Lavalle 351. Desde el 30 de octubre de 1947 se instaló en el local de la Sociedad Española, Av. Mitre 73. Dejó de funcionar en agosto de 1965.
Durante sus casi 60 años, cientos de rafaelinos y otros ciudadanos de la zona pasaron por sus instalaciones para cumplir con el servicio militar obligatorio.
De acuerdo a la nota de LA OPINION, “El lugar que se hacía la colimba”, de 2011, “una docena de suboficiales, mas una veintena de soldados, realizaban tareas en la repartición, que solía recibir recurrentes visitas de un oficial que, procedente de la capital provincial, supervisaba el accionar de sus subordinados”.
En otra nota del diario sobre el Distrito, en 1986, decía Salvador García que, “a esta dependencia venían militares de casi todas las graduaciones, algunos de ellos sin posibilidades de ascender ya en la carrera y también a cumplir castigos dispuestos por la superioridad. Su permanencia no duraba mas de dos años, transcurrida la cual pasaban a situación de retiro o se integraban a otras unidades del ejército. Todos los años, en diciembre, durante el período de incorporación, la ciudad se veía invadida por jóvenes provenientes de los departamentos de la provincia mencionados que recalaban en los pocos hoteles y fondas que existían, de donde podían regresar a su pueblo o partir hacia algún regimiento de Santa Fe, Puerto Borghi, Paraná o a unidades de la armada. Entonces el distrito militar parecía despertar de un largo letargo que ponía en actividad todas sus oficinas, animaba sus alrededores con el ir y venir de los jóvenes convocados a filas, con la presencia de vendedores ambulantes que pregonaban insistentemente sus mercancías y la de los familiares que los habían acompañado con la esperanza de verlos eximidos o para hacerles menos larga la espera. No faltaban también los personajes “influyentes” que estaban siempre dispuestos a salvarlos del servicio militar previo pago de dinero por adelantado, la cual resultaba ínfima en relación con la que dejaría de percibir durante un año el candidato en su empleo, según aseguraban con un sinnúmero de argumentos. La tarea de incorporación culminaba cuando los aptos para todo servicio debían partir hacia la unidad militar asignada a cada uno. Ese día, aproximadamente a las cinco de la tarde, se formaba en la calle, frente al edificio una larga fila de conscriptos, de cuatro en fondo, organizada y vigilada por suboficiales llegado expresamente para conducirla al lugar de destino, quienes desde ese mismo momento, con órdenes cortantes daban idea de la férrea disciplina del cuartel…Cumplida la tarea de incorporación el distrito militar volvía a su vida normal, que no era otra que la atención del trabajo de las oficinas, los cambios de guardia, el izamiento de la bandera nacional en el mástil del edificio por la mañana y su arrío por la tarde, la instrucción militar muy precaria durante la época del año entre la que se contaba el ejercicio de tiro al blanco en un polígono ubicado en las afueras de la ciudad, limpieza del cuarto del teniente, cuidado del caballo del teniente coronel, etc…Un día…, la superioridad dispuso el levantamiento de estas dependencias del Ejército Argentino en toda la provincia de Santa Fe, para concentrarlas en la ciudad capital.”
Seguramente muchos rafaelinos recordarán su paso por esta unidad militar que tuvo la ciudad.
Fuentes: Notas varias de LA OPINION, Suplemento 40 aniversario de LA OPINION (1961), Archivo Histórico
 Municipal.

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