Se cumplen 45 años de la partida del incomparable René Heidegger

Deportes 20 de junio de 2020 Por Víctor Hugo Fux
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FOTOS ARCHIVO CAMPEONISIMO. René Heidegger luciendo, como tantas veces, el número 1.  COPA CHALLENGER. Amoroso, Heidegger, Darder, Gatti, Bustos y Fernández.
FOTOS ARCHIVO CAMPEONISIMO. René Heidegger luciendo, como tantas veces, el número 1. COPA CHALLENGER. Amoroso, Heidegger, Darder, Gatti, Bustos y Fernández.
Tuve el privilegio de verlo competir en diferentes escenarios, de la ciudad y de la zona, pero estoy convencido que todos los que admiramos su enorme talento y coraje, a cuarenta y cinco años de su muerte, hoy seguimos teniendo grabadas las imágenes de su estilo único y temerario, cuando asumía el rol protagónico en un circuito donde sus virtudes alcanzaban su máxima dimensión.
Cómo no recordarlo en el fondo de una grilla cualquiera, el lugar que ocupaba con una picardía que no disimulaba. Era, alguna vez me lo reconoció, su estrategia para devolverle al público todo lo que de él recibía cada vez que se subía a una moto.
El óvalo del Club Atlético 9 de Julio fue testigo de innumerables hazañas del "Petiso", que se lucía ante una tribuna de cemento que trepidaba por los aplausos que enrojecían las manos de los fanáticos. La iluminación, que bajaba desde las robustas torres y el tejido que ponía límites a los excesos, le otorgaban al espectáculo un atractivo muy particular.
No era casualidad que la gente ocupara todas las comodidades disponibles para acompañar a su ídolo. Ese del casco rojo que ganó infinidad de competencias, le garantizaba con su arrojo la devolución de la entrada.
Era una suerte de jinete excepcional que dominaba con asombrosa capacidad a ese caballo mecánico que no dejaba de corcovear, pero que finalmente se rendía ante un hombre que desafiaba todos los principios de la física, manteniendo el equilibrio sobre esas dos ruedas que pocas veces lograron ganarle la pulseada.
Pero un viernes 20 de junio, René Fernando Heidegger se trasladó a Santa Fe, en un viaje sin regreso. En aquel lejano 1975, hace nada menos que 45 años, el "Alemán" nacido en Presidente Roca, comenzó a escribir su leyenda, en el momento menos pensado y cuando su imbatibilidad todavía no era amenazaba por sus adversarios de siempre ni tampoco por las jóvenes promesas.
Fui uno de los primeros en tomar conocimiento de una noticia a la que intenté restarle credibilidad, pero esa sensación fue demasiado breve. Apenas se extendió durante unos puñados de segundos, el tiempo que le demandó a Alberto Rigoni transmitírmela por vía telefónica, cuando atendí en el control de LT28 Radio Rafaela, poco antes de comenzar la tira diario de "Deportes en Relieve".
"Beto", con la voz entrecortada, me dijo: "por favor, llamámelo a Leonelo (Belleze), para que le comente". Fui testigo de ese contacto, obviamente, sin haberle anticipado a mi maestro periodístico lo ocurrido. La reacción fue la misma que poco antes había experimentado yo mismo. "No te puedo creer", fue lo primero que se le ocurrió responder.
Claro, era imposible pensar que René Heidegger no haya podido controlar a una máquina que era la prolongación de su propio cuerpo, porque estaban hermanos. Pero ese día había un atenuante. Era demasiado inestable en el pavimento del trazado santafesino y hasta se mencionó, aquel día, que sus colaboradores más estrechos, le sugirieron que no largara. Su compromiso con el público no entendió ningún tipo de recomendaciones. La caída, no obstante, pudo haber sido una de las tantas a las que se exponen los motociclistas.
Pero esa tarde, el destino no estuvo de su lado. Heidegger salió despedido y su cabeza fue a impactar contra un letrero identificatorio del Club Regatas. El posterior traslado al Sanatorio Rivadavia respondió a una cuestión de protocolo. Las gravísimas heridas recibidas en el accidente fueron irreversibles y ese viernes fatídico de junio se apagó la vida del piloto más completo en óvalos de tierra.
Como lo definió en más de una oportunidad Jorge Juan Ternengo. "Hubo excelentes pilotos y en distintas épocas, pero no hubo ni habrá uno mejor que Heidegger". Me lo dijo otro grande, como para que no haya lugar para ningún tipo de discusiones. Viniendo del "Nene", no es necesario agregar una sola palabra a una definición tan contundente.
René Heidegger tenía 32 años cuando se transformó en leyenda y llevaba más de diecisiete en una actividad que siempre lo apasionó. Aseguran los fanáticos de las estadísticas, que entre series y finales logró aproximadamente mil victorias. Una cifra que exime de mayores comentarios y que nadie se atreve a discutir.
El 20 de junio de 1975 buscaba un triunfo más en la final de 125, cuando una aparatosa caída silenció los motores en la fría tarde santafesina, para darle paso al dolor.
Al día siguiente, una lluvia acompañó el cortejo, encabezado por varios de sus colegas, que con el tronar de los escapes de sus motos, le pusieron a la caravana una música conmovedora, que seguramente él hubiese deseado escuchar en su despedida de este mundo.

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