Del primer al tercer mundo

Editorial 08 de abril de 2020 Por REDACCION
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Inexplicablemente, una Argentina que sorprendió al mundo en términos positivos con un prematuro y estricto plan de aislamiento para la población en general como modo más eficaz para reducir daños en la lucha contra la pandemia del coronavirus, defraudó el viernes pasado cuando pagó jubilaciones y beneficios sociales a millones de beneficiarios que colapsaron los bancos de las grandes ciudades. Una de cal, y otra de arena. Por un lado un Gobierno que muestra planificación con ronda de consultas a expertos para luego tomar las decisiones, que además se adoptan por consenso junto a los gobernadores y el respaldo de la mayoría de las fuerzas legislativas. Y por el otro la imprevisión grosera, la mala praxis de pagar jubilaciones y subsidios el mismo día lo que llevó a los grupos de mayor riesgo frente al coronavirus a una espera eterna con temperaturas bajas en la madrugada del lunes y agolpados sin respetar la más elemental disposición para protegerse del contagio cual es la distancia social.
A ese mismo Gobierno nacional que había cosechado elogios tanto de la Organización Mundial de la Salud, de gobiernos extranjeros y en especial de los argentinos por el coraje de implementar un aislamiento social, preventivo y obligatorio, con las enormes dificultades de coordinación que esto implica, se le vino encima una sobrecarga de críticas por su yerro de gestión, imperdonable y de consecuencias aún inestimables. Ojalá los jubilados que soportaron estoicamente en las filas salgan airosos de esta prueba de salud. Así, un Gobierno que por un momento fue de primer mundo pasó, sin escalas, a ser de tercer mundo otra vez.
Si bien existen coincidencias sobre las responsabilidades funcionales, que recaen en las máximas autoridades del Banco Central y de la ANSES, el propio Presidente eligió asumir la culpa y prometió que no volverá a equivocarse, dando así una vida más a sus colaboradores pese a los pedidos de renuncia. El jefe de Estado optó entonces por resignar parte de su buena imagen que ostenta ante la opinión pública, y también de su propio gobierno, y evitar así perder a dos funcionarios en un año que de por sí ya no era fácil antes de la pandemia. Entregar la cabeza de dos funcionarios de primera línea a cuatro meses de haber asumido no sería una señal positiva cuando se sabe que todavía queda un extenso camino por delante, lleno de piedras y espinas. Aunque podría decirse que tanto el titular del Banco Central como de la ANSES han quedado sin margen de error.
De todas formas resulta indescifrable lo que pueda pasar en los próximos días. Si se confirma un aumento de casos de coronavirus que puedan guardar algún vínculo a este "viernes negro" es posible que alguien se tenga que ir. De hecho, desde la oposición política, que continúan con su respaldo al Presidente en lo que es la estrategia contra el coronavirus, no han dejado pasar la oportunidad de castigar por esta falta de previsión. También el Defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino, exigió la renuncia de funcionarios, entre ellos la del secretario de Seguridad Social, Luis Bulit Goñi, y del director de la ANSES, Alejandro Vanoli, por el caos desatado frente a los bancos, con miles de jubilados y beneficiarios de la AUH haciendo colas interminables en medio del frío, corriendo el riesgo de contagiarse el coronavirus.
Sin hacer nombres propios, la diputada nacional opositora, Graciela Ocaña, también consideró que el Presidente debe pedir la renuncia de todos los que irresponsablemente no pudieron organizar el cobro de los jubilados, lo cual calificó como una acción criminal contra los adultos mayores. Un aliado del Gobierno como lo es el ex presidente, Eduardo Duhalde, no se quedó callado al afirmar que hay gente del equipo del Presidente que no maneja bien las cosas. 
A contramano de las imágenes que devolvían los bancos porteños y del Gran Buenos Aires, en Rafaela hubo una muy grata sorpresa cuando el viernes pasado se resolvió cortar el tránsito en las calles donde se encuentran los bancos que pagan jubilaciones y subsidios, colocar sillas sobre la acera para montar salas de espera al aire libre con distancia social y mantener voluntarios para organizar la atención a los adultos mayores. La postal del microcentro rafaelino se nacionalizó a tal punto que al día siguiente, cuando los bancos debieron abrir el sábado por disposición de la Nación, se replicó la puesta en escena. 
La iniciativa de la Municipalidad de Rafaela requirió la participación de organizaciones no gubernamentales y la colaboración de las entidades financieras desde muy temprano puesto que el operativo se puso en marcha a las 4 de la madrugada. Como el esfuerzo suele tener premio, la jornada terminó con un balance altamente positivo por lo que continuó el mismo modelo para los días sucesivos.
Así, a las imágenes del tercer mundo del viernes en Buenos Aires se le contraponen las escenas de orden al estilo de primer mundo que mostró Rafaela, ese mismo día. 




REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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