Sensaciones y sentimientos

Sociales 07 de abril de 2020 Por Hugo Borgna
Leer mas ...
INCERTIDUMBRE PANDEMICA
Por muchos momentos, y motivos sueltos que se unen, no sabemos cómo debemos actuar.
Al ser ella una preocupación de sólida base y contenido contundente, casi visible, corremos el riesgo ante los demás de aparecer como frívolos si la ignoramos, quitándola como motivo de conversaciones diarias. Es una especie de pandemia paralela que inmoviliza las más firmes convicciones.
A pesar de lo dicho, y para empezar a balancear las cuentas, mencionaremos un antídoto tan viejo como el mundo que no se puede dejar a un costado: la actitud positiva, la misma que -según muchos- no soluciona por si sola los problemas.
Desde el sabio dicho oriental que sugiere que no debemos preocuparnos si el mal que nos aqueja tiene cura -y tampoco si no la tiene- hasta el facilista mensaje de Rodolfo Sciamarella (“Total para qué te vas a preocupar, las cosas como vienen se tienen que tomar”) hay un espacio donde caben todas las posiciones filosóficas y las frases populares.
Los males son todavía más efectivos si consiguen por sí mismos deprimir y hacer asumir que, inevitables o no, deben adueñarse de la voluntad de sentir y apreciar la vida que se está teniendo. De algún modo Lito Nebbia nos hizo asimismo reflexionar (“Creo que nadie puede dar una respuesta ni decir que puerta hay que tocar. Creo que a pesar de tanta melancolía, tanta pena y tanta herida solo se trata de vivir”).
Los estados de ánimo son esencialmente individuales, únicos, y por eso para ellos siempre está disponible la actitud positiva (que es lo mismo que decir que en el balance de cada momento siempre hay algo para incluir en el activo); y también por ser individual, tiene permanentemente abierto el camino para el pesimismo más cerrado. Está claro que quienes se encierran en esta negativa posición encuentran igualmente la frase que mejor los refleja (“Es fácil decir lindas palabras, cuando no se está sufriendo ni transcurriendo la misma situación”).
Para los que así sienten habría que recordarles la palabra somatizar (y de paso hacérsela buscar en el diccionario, cosa por lo demás nunca viene mal) y también hacerles saber el concepto de que la práctica de las actitudes positivas previene enfermedades, y su efecto se transmite hacia quienes los quieren: ellos sufren también si los ven quejarse.
El efecto colateral, cuando los males son “importantes”, es considerar que la diversión y el goce de la vida deben reprimirse ante ellos, porque “hay que estar a tono con la gravedad del caso” y no hay que salir de esa sintonía. Porque eso implica frivolizar la dramática situación.
Si, está bien, podrán decir algunas personas que se precian de objetivas, pero primero hay que atender al problema presente.
¿Cómo se hace, entonces, para tener una posición justificada, optimista y equilibrada?
Pesimismo y optimismo son puntos de vista esencialmente individuales y, en un punto, siempre se puede estar a mitad de las dos.
Ese intermedio es real, verdadero; no hace falta profundizar mucho para encontrarlo, saliendo así de la “obligación” de elegir el enfoque negativo.
Cerca, también, hay una verdad también incontrastable y a la vista.
Mirando hacia adentro veremos el mundo interior reflejando, apoyando al otro.
Por el cotidiano hecho de estar respirando, palpitando; percibiendo.
Y por experimentar la “simple” y decisiva circunstancia de estar vivos.

Te puede interesar