Aquel "potro yanqui"

Deportes 28 de febrero de 2020 Por Orlando Pérez Manassero
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ILUSTRACION DE ORLANDO PEREZ MANASSERO GANADOR. El "Johnny Ligtning 500 Special" que condujo Al Unser en Rafaela.
ILUSTRACION DE ORLANDO PEREZ MANASSERO GANADOR. El "Johnny Ligtning 500 Special" que condujo Al Unser en Rafaela.
Y aquella tarde se escucharon en nuestra pampa gringa ciertas palabras más gringas que nunca que jamás nos hubiésemos imaginado oír por estos lares. O sí… quizás hubo quienes pensaron oírlas alguna vez; eran aquellos visionarios que muchísimos años atrás soñaron con hacer una carrera de 500 Millas en Rafaela igual a la de Indianápolis.
Muchos de nosotros recordamos bien esas palabras pues, segundos después ser lanzadas a los cuatro vientos, desataron la ensordecedora potencia de casi 20.000 briosos caballos de fuerza.
Era el 28 de febrero de 1971, estábamos en el Autódromo "Ciudad de Rafaela" del Club Atlético y en ese preciso momento se ponían en marcha las "300 Indy". Esas palabras fueron: "Gentlemen, start your engines"… señores, enciendan sus motores.
Hubo una carrera y un ganador, Al Unser, (que había ganado en Indianápolis en 1970 y ganaría la misma carrera en 1971) Fue él quien condujo magistralmente aquel veloz potro, porque “colt” significa potro y la máquina ganadora tenía el cuerpo de un “colt”. Su nombre registrado era "Johnny Lightning 500 Special", un pura sangre de carrera.
Este automóvil de competición había sido construido por George Bignotti, que
entonces era el jefe del equipo "Parnelli Jones Racing de Vel", formado en 1969 por el expiloto Parnelli Jones y Velko “Vel” Milletich, quienes recibían el apoyo económico de la importante empresa Topper Toys (Juguetes Topper), que fabricaba los modelos a escala de autos de carrera fundidos a presión llamados "Johnny Lightning" (Juanito Relámpago).
El coche estaba impulsado por un motor "Turbo Ford" de 8 cilindros en V con
doble árbol de levas por hileras de cilíndros. Su cilindrada era de 2.600 cm3 y erogaba una potencia de 738 hp a 9.300 r.p.m. Lo alimentaba un turbosoplador en el que los gases de escape, al salir a alta temperatura y presión, accionaban una turbina que a su vez hacía rotar a otra encargada de aspirar el aire ambiente y comprimirlo a 5,6 kgs/cm2, mezclándolo con el carburante. Esta mezcla, perfectamente dosificada, era inyectada entonces en cada uno de los cilíndros. En caso de un exceso de presión una válvula reguladora de compresión dejaba escapar los gases antes de que estos llegasen a la primera turbina. En plena carrera la sed del potro le hacía consumir 4,6 litros de combustible cada 3.200 metros. Su caja de velocidades era una "Hewland LG 500", de cuatro marchas hacia adelante y sin reversa, capaz de soportar un empuje de hasta 800 hp.
El chasis era un Colt construido en material liviano de Dural (aleación de aluminio, cobre, magnesio y silicio) y era un monocasco con pontones que llegaban hasta la suspensión trasera. Esta constaba de un brazo superior único y uno inferior en forma de A, con sendos reactores hacia adelante. La trocha trasera era de 1400mm. y calzaba neumáticos Firestone 6,25/17,00-15. La suspensión delantera era de brazo superior único con reactores hacia adelante y una trocha de 1480mm. con neumáticos Firestone 4,90/12,90-15.
Todas las piezas del vehículo estaban controladas y homologadas por el United State Auto Club (USAC) y la totalidad de bulones y tornillos de su estructura se hallaban asegurados con chavetas de alambre. El "pelaje" del potro (azul, con toques de amarillo y rojo) había sido sometido, luego de pintarlo, a una temperatura de alrededor de 120 grados para obtener una terminación perfectamente espejada. Estos son los principales datos de identidad de aquel coche ganador hecho en los Estados Unidos con la mejor tecnología de ese tiempo referida a autos de competición.
Fue entonces, en esa tarde, justo en el momento en el que ese "potro yanqui" cruzaba la meta a más de 300 kilómetros por hora, cuando pudimos gritar con orgullo ¡Ya está… Rafaela fue Indianápolis!

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