Argentina, de millonaria a mendiga

Suplemento Economía 23 de febrero de 2020 Por Guillermo Briggiler
A mediados del siglo 20, la economía argentina quedó atrapada en un círculo vicioso de déficit fiscal y déficit en la balanza comercial, devaluación, emisión monetaria, inflación y luego paquetes de ajuste, seguidos por medidas populistas que nos retrotraían al inicio. Todo en medio de una gran conflictividad social.
CUARTA PARTE

La intromisión en la economía del Instituto Argentino para el Intercambio, que establecía a partir de mayo de 1946, el valor de los productos a exportar para que el Estado Nacional se apropiara de la diferencia con los precios internacionales hizo, que la inversión en los sectores afectados disminuyera. Pero hay dos situaciones internacionales que golpearán este modelo, ya de por sí contrario a la teoría económica clásica, ellos son la recuperación de la producción agropecuaria en los países de posguerra, que hizo que, al aumentar la oferta, cayeran los precios internacionales y la prohibición de Estados Unidos de utilizar los dólares del Plan Marshall para la compra de productos argentinos, por los países europeos que recibían dicha ayuda.
Las tres situaciones descriptas, devinieron en una caída de la producción agropecuaria argentina con su consecuente caída de los saldos exportables, fuente de divisas y de sostenimiento del plan de gobierno.
Respecto de la industria, apuntaba a un mercado interno que aumentaba producto de las transferencias de ingresos a los sectores asalariados, por un lado, recibía de manos del Estado, créditos a tasas bajas y por otro sufría el aumento del costo del empleo. La importación estaba fuertemente restringida, con el propósito de protegerla. Este modelo funcionó hasta que se agotaron las reservas del Banco Central que se habían acumulado en tiempos de guerra y los dólares provenientes del sector agropecuario, que escasearon por las causas antes explicadas. Nuestra industria no alcanzaba los estándares tecnológicos mínimos para exportar, debido a que en el afán populista, se incentivó la producción de bienes de consumo y no los de las industrias pesada. Al no generar dólares por exportaciones, no podía importarse maquinaria y tecnología de punta, sumado a que, al no tener industrias productoras de hierro, acero, químicas y petroquímicas, estos productos semielaborados debían importarse, lo que paradójicamente aumentaba la dependencia del exterior. Además, se combatía al capital extranjero que deseaba invertir en nuestro país, volviéndose el Estado, el principal generador de megaempresas públicas, burocráticas y de una ineficiencia de condiciones épicas. Nuestra protegida producción industrial, se volvió cara y de inferior calidad que la del resto del mundo.
Llegamos aquí al final del primer gobierno de Perón, el cual nos encuentra en un espiral inflacionario, gasto publico fuertemente expansivo, presión para suba de salarios, aumento de costos para empresas, suba de precios de productos y servicios y nuevas subas de salarios.
Es 1953 y Perón produce un giro paradigmático en la economía, se comienza a apoyar al sector agropecuario, proveedor de divisas, se congelan salarios y devalúa la moneda para lograr competitividad y frenar el consumo interno para generar saldos exportables. Se incentivan las industrias de base y se seducen capitales extranjeros para que inviertan en estas industrias en nuestro país. Estas medidas revierten la caída económica y logra que la argentina vuelva a crecer. Pero esta vuelta a la senda del crecimiento no fue suficiente para que el gobierno evite su derrocamiento por controversias políticas generadas por su propia administración.
Hasta el regreso de Perón el 17 de octubre de 1973, pasaron desde su renuncia en 1955, diez presidentes que no pudieron gobernar el país para llevarlo nuevamente a una senda de crecimiento. La economía quedó bajo un círculo vicioso de déficit fiscal y déficit en la balanza comercial, devaluación, emisión monetaria, inflación y luego paquetes de ajuste, seguidos por medidas populistas que nos retrotraían al inicio, déficit fiscal, etc. Todo esto sumado a una gran conflictividad social.
Mientras tanto la revolución cubana sembraba en América Latina la semilla del comunismo, el que siempre está acompañado de dolor, pobreza, ataques a la libertad y a la vida. Nuestro país se arma en grupos paramilitares, algunos marxistas otros peronistas, la presión sobre la administración de facto precipita el regreso de Perón al país, con la ilusión de estabilizar el gobierno y volver a pensar en el crecimiento económico. Continuará…

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