Mi agradecimiento al aporte de Juan Basso

Locales 19 de febrero de 2020 Por Víctor Hugo Fux
UN ACTO DE NATURAL GENEROSIDAD
En nuestra edición de la víspera, por un error involuntario y que lamentamos profundamente, se acompañó la crónica que hace referencia a los 30 años del fallecimiento de Juan F. B. Basso, con una fotografía de uno de sus hijos, Juan Carlos.
No resulta sencillo, un día más tarde, salvar un error que no debió haberse cometido y que de ninguna manera pretendemos justificarlo. Sí, en cambio, queremos pedir disculpas por la falta cometida.
En esta columna, me voy a ocupar de un "Don Juan", como lo llama en cada oportunidad que nos cruzábamos o me concedía el privilegio de dialogar sobre temas que lo apasionaban: su empresa y el fútbol.
Se sentía orgulloso del crecimiento de Basso S.A. y rescataba el compromiso asumido por sus hijos, que como él siempre lo reconocía, estaban capacitados para sucederlo en la conducción.
En este tiempo de evocación, quiero recordar un par de anécdotas que reflejan claramente su personalidad de hombre emprendedor y generoso.
"Don Juan" fue precursor en la exportación de los productos que elaboraba su propia empresa. Un verdadero adelantado en el comercio exterior.
Pero, además, realizó aportes significativos a la comunidad rafaelina y de la región, que hoy, a 30 años de su partida, son reconocidos por diferentes instituciones.
En lo personal, luego de consumarse el ascenso de Atlético al Nacional B, en julio de 1989, junto a Edgardo Peretti, nos encontramos ante una verdadera encrucijada.
Por entonces, estábamos a cargo de la conducción periodística del programa televisivo "Deportivamente Hablando", que se emitía por Rafaela Canal 2.
De la noche a la mañana, tomamos conocimiento que debíamos abonar un cánon para seguir con las cámaras al equipo rafaelino en su debut en la categoría más importante del ascenso.
Eran nada menos que 42 fechas, con 21 participantes y a dos ruedas. El costo, 100 dólares por partido, que debíamos pagar en forma adelantada por la totalidad del certamen.
"Hasta acá llegamos", fue la primera expresión que surgió con naturalidad y que compartimos con Edgardo, aunque nunca renunciamos a la posibilidad de "hacer algo" para seguir adelante.
Para los televidentes de la ciudad, era la única opción. No existían TyC Sports, ni tampoco TN Deportivo, que poco después comenzó a "ocuparse" de los partidos del ascenso.
Llegó el momento de salir a buscar los "recursos" para darle continuidad a nuestro proyecto televisivo. Santiago von Muhlinen, propietario de Santiago Deportes nos dio el primer apoyo incondicional, pero restaba el otro cincuenta por ciento.
Fui a visitarlo, comunicación previa y a mediados de semana, a "Don Juan", que me recibió en su despacho de Presidencia, una fría tarde de invierno.
Fue un encuentro breve y con una definición contundente. "Estoy para darles una mano", me dijo con total naturalidad, como para romper el hielo. Se anticipó a mi propuesta y agregó: ¿"Cuánto necesitan?".
Solo atiné a decirle que debíamos darle una solución al "problema" esa misma semana, porque tenía que viajar a Buenos Aires para abonarle los derechos a Torneos y Competencias.
En ese momento, me entregó los dólares, que sumados a los que ya habíamos recibido de Santiago, nos permitirían disponer de los permisos que nos exigirían en cada estadio para televisar los partidos de Atlético.
Mi agradecimiento -y también el de Edgardo, obviamente- será eterno para quienes apostaron por nuestro crecimiento periodístico, avalando un proyecto que abrazamos con responsabilidad y profesionalismo.
Finalmente, tengo presente el último encuentro que tuve con "Don Juan", en la noche del sábado 17 de febrero de 1990, cuando Atlético derrotó a Quilmes, con un gol de Pablo Quiroga en el amanecer del segundo tiempo.
Como pocas veces lo hice, en ese partido me desempeñé como relator, ante la ausencia de Edgardo, en el viejo estadio del Quilmes Atlético Club. En el medio de la platea "cervecera" tuve que cantar el gol de Pablo.
Hoy, puedo decir que, al margen de un par de miradas inquietantes, respetaron mi trabajo. Pocas horas después, se apagaría la vida de "Don Juan". Pasaron treinta años de aquel saludo y expresiones de buenos deseos que esa noche compartimos en el Gran Buenos Aires, pero su imagen y su generosidad, permanecen inalterables en mi recuerdo.

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