Lo que Cosquín me dejó...

Información General 26 de enero de 2020 Por REDACCION
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Por Dora Giannoni 
A punto de comenzar el clásico festival, y con todas las diferencias propias de cada época, digo Cosquín y esta palabra que tal vez signifique el Cuzco chico (me gustaría que así fuera) me llena de nostalgia, emociones, alegría, remembranzas, y agradezco a la vida haber participado de alguna manera en este festival que ayuda a mantener nuestra identidad, nuestra cultura, nuestro arte y a unirnos fraternalmente entre hermanos de distintas provincias y países de la querida patria grande latinoamericana. Allá, lejitos en el tiempo, recuerdo cómo nos gustaba escuchar por la radio, porque la televisión no se veía bien en mi pueblo (la bonaerense Nueve de Julio) a los artistas que más nos emocionaban; lo que contaba la revista Folklore acerca del festival, los nuevos cantantes o conjuntos que surgían. Tanto mi hermana como yo éramos muy amantes de nuestra música folclórica, las dos bailábamos y cantábamos. Lo habíamos aprendido en la escuela primaria donde su estudio fue incluido por el gobierno peronista y asistíamos a una peña hermosa como Las Nazarenas. Por ahí teníamos comentarios de algún artista de la zona que había sido distinguido o al menos había sido seleccionado para participar en Cosquín (recuerdo concretamente a Carlos Torres Vila, de Los Toldos). Después, siguió la vida, como siempre y en La Rioja conocí personalmente a Armando Tejada Gómez, a quien ya ubicaba por los recitales. La vida y el amor quisieron que fuéramos compañeros durante diez años. A partir de allí, muchos de los artistas que conocía y admiraba fueron apareciendo personalmente, como Horacio Guarany, Norma Viola, Hamlet Lima Quintana, Ariel Petrocelli, Ramón Ayala, por nombrar solo algunos. Uno de los primeros regalos que me hizo Armando fue el disco Los poetas que cantan en Cosquín que disfruté muchísimo y lo más hermoso fue que conocería personalmente a varios de esos poetas. En el tiempo de mi vida a su lado no pude ver a actuar a Armando en el escenario porque estaba absolutamente prohibido su nombre. Sí participaba con algún tema en el concurso de canciones que el público elegía por el aplausómetro aparte del jurado. En una ocasión competían Como un pañuelo de zamba de Armando y Oscar Cardozo Ocampo, y Antigua muchacha de Hamlet y Oscar Alem, ambas defendidas por un excelente cantor como Jorge Rojas (catamarqueño). Creo que ganó Antigua muchacha. De su mano fui conociendo a artistas que admiraba tanto como Cuchi Leguizamón, el Dúo Salteño, Los Andariegos, Los Trovadores, Hamlet, Ramón Ayala, Víctor Heredia, Mercedes Sosa, etcétera, etcétera. Fuimos como público una vez y nos encontramos con el poeta Daniel Prado que vivía allá, con Hamlet Lima Quintana que vivía con Luisa Neves Lagos en una hermosa casa en las sierras (La casa de los pájaros, la llamaban) y con otros artistas a quienes veíamos detrás del escenario o por las calles. Cuando lo veían a Armando, muchos se paraban a saludarlo y expresarle su afecto y admiración. La que me contaba de los primeros festivales y podía hacer una minuciosa comparación año a año era Luisa, la esposa de Hamlet que por vivir en Cosquín, conoció y valoró a los mejores artistas, a los grandes poetas, los más destacados conjuntos, desde el inicio. Ella sí podía decir si Cosquín crecía o disminuía en cuanto a calidades y talentos. Debo confesar que no estaba muy contenta en las últimas épocas por el cambio de estilos tan bullangueros o abolerados. Y nos seguíamos emocionando por ejemplo con un Carlos Di Fulvio o Suma Paz que solitos con su guitarra conmovían a la plaza entera. Lo mismo sucedió después con Rafael Amor, el querido amigo que acaba de abandonarnos. También debo agradecer que después he podido participar en el Encuentro de poetas que se vino realizando a través de los tiempos, como reviviendo aquel Cosquín original. El escenario de estos encuentros llevó el nombre de Armando y con Gloriana Tejada participamos varios años en su recordación. Fue traer a través de la memoria, la vivencia de aquellos primeros años, como recordar a los fundadores como el pintor Jorge Mattalia (víctima de la dictadura), a través de su hija, de los hijos de Daniel Prado, de los hijos de Atahualpa, de Cafrune, del Cuchi, de Ariel Ramírez, del Chúcaro, de Dávalos. Participar del homenaje a grandes artistas de países vecinos. Conocer la valiosa edición de los libros Los poetas que cantan. Valorar la tarea de los artesanos en las más diversas especialidades, participar de esa alegría del pueblo con los espectáculos callejeros, las peñas, y el encuentro con tantos jóvenes valiosos de todas partes de la patria. Lo bueno es que Cosquín era y espero siga siendo como la paleta multicolor de todo el arte y cultura del país en sus músicos, cantores, bailarines, poetas, artesanos, investigadores, plásticos. El pueblo y el tiempo dirán quiénes son los verdaderos artistas, los que perduran y representan al alma popular, más allá de lo comercial y el mercado que se ha adueñado de todas las cosas.


REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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