El FMI y el operativo seducción en marcha

Notas de Opinión 26 de enero de 2020 Por Emiliano Rodríguez
El viaje del presidente Fernández a Israel es el inicio de la estrategia, que continuará con la visita del ministro Guzmán a Nueva York.
Un viraje hacia el centro parece haber ensayado el presidente Alberto Fernández con su viaje a Israel, la primera excursión internacional de su gestión, en un intento por mostrarse -alineado- junto a líderes mundiales de Occidente.
En ese marco, el jefe de Estado argentino se reunió con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, después de haber participado en un foro conmemorativo del Día Internacional de Recordación del Holocausto y la Lucha contra el Antisemitismo en la ciudad de Jerusalén.
Se trata del mismo Fernández que semanas atrás coqueteaba con el Grupo de Puebla, autorizaba el ingreso al país del ex presidente boliviano Evo Morales como refugiado político, respaldaba al Frente Amplio antes de las elecciones generales en Uruguay e incluso visitaba, a mediados del año pasado, al ex mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en prisión.
El acercamiento con Israel, que valoró el "compromiso", según palabras de Fernández, de la Casa Rosada por saber qué sucedió en la AMIA y lograr que los responsables del atentado de 1994 sean condenados, se produce en un momento especial para la Argentina tras el cambio de Gobierno.
Este "reperfilamiento" de la política exterior doméstica ocurre en medio de una necesidad planteada por el propio oficialismo aquí en el país de reestructurar la deuda y, en este sentido, parece claro que el "operativo seducción" se ha puesto definitivamente en marcha en busca de obtener el "visto bueno" del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En ese contexto, el viaje a Israel también supone un mensaje implícito hacia los Estados Unidos, un aliado estratégico de Jerusalén, al ubicar a la Argentina, al menos en este momento, alineada con las potencias de Occidente; en especial, tomando en cuenta de que el país norteamericano, es decir, Donald Trump, ostenta nada más ni nada menos que el 16,52 por ciento del total de votos de la Junta Directiva del FMI.
Se trata de una postura determinante, la estadounidense, a la hora de la toma de decisiones, como quedó demostrado con el préstamo "stand-by" de 57.600 millones de dólares que el Fondo aprobó para la Argentina durante la administración de Mauricio Macri. Ahora, la Casa Rosada intenta "renegociar" ese acuerdo y, como mínimo, postergar los vencimientos de pago.

EL AUGURIO DE STIGLITZ
Por otra parte, con respecto a los tenedores de bonos, levantó polvareda días atrás el estadounidense Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía y mentor del titular del Palacio de Hacienda argentino, Martín Guzmán, al aventurar que se producirán "quitas significativas" si se reestructura la deuda.
"La realidad es que van a haber quitas significativas", dijo Stiglitz durante el Foro Económico Mundial de Davos, allí a donde Macri había viajado junto a Sergio Massa tras ganar las elecciones presidenciales de 2015. "Los prestamistas deberían haber sabido del riesgo. Es por eso que cobraron una tasa alta. No están siendo atacados por la espalda", evaluó.
Con este augurio aún repiqueteando en mercados internacionales, Guzmán asistirá el martes que viene en Nueva York a una reunión del Consejo de las Américas, donde se espera que mantenga contactos con inversores, en medio del proceso de "reperfilamiento" de la deuda argentina que intenta llevar adelante el gobierno de Fernández.
Incluso está previsto que el ministro participe el miércoles 5 de febrero próximo en un seminario de economía que organiza El Vaticano y que allí se cruce con la directora gerente del Fondo, la búlgara Kistalina Georgieva.
En Buenos Aires, mientras tanto, funcionarios del Palacio de Hacienda explicarán el martes que viene en el Congreso el proyecto de Restauración de la Sostenibilidad de la Deuda Pública Externa y se espera que el miércoles sea tratada la iniciativa en la cámara de Diputados. En caso de aprobarse, la semana siguiente se discutirá en el Senado.
En paralelo, el presidente Fernández viajará primero a Roma para entrevistarse con el papa Francisco el próximo 31 de enero y luego llevará adelante la misión de cosechar respaldos fundamentales en la negociación de la Argentina con el FMI cuando se reúna con mandatarios europeos.
A comienzos de febrero, está previsto que el jefe de Estado sea recibido por el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, y por los presidentes de España y Francia, Pedro Sánchez y Emmanuel Macron, en forma respectiva.

UN ENVIÓN DE
APOYO POLÍTICO
El objetivo de la gira oficial por el Viejo Continente sería promover una suerte de envión de apoyo -político- dentro del Fondo: Italia integra un grupo de naciones europeas que suma el 4,13% de los votos; España, el 5,31; y Francia, por sí sola, ostenta el 4,03%. Israel, por su parte, influye con el 5,43% junto a otros países.
En el Directorio Ejecutivo de la entidad, las decisiones más significativas se toman con el 70% o el 85% de los votos, según la importancia de la medida que se discute.
Otros países, como Rusia, con cuyo presidente, Vladimir Putin, Fernández no logró reunirse en Israel por problemas de agenda del líder del Kremlin, ostenta el 2,68% de los votos, en tanto Japón, a cuyo embajador en Buenos Aires se lo ha visto bastante activo en estos días, atesora el 6,15%.
Asimismo, en la última semana, el diplomático nipón Takahiro Nakamae se entrevistó primero con el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, para charlar, entre otros asuntos, sobre "cooperación" en el marco del G-20, y luego con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero.
Claramente el Gobierno ha ubicado al tope de sus prioridades al objetivo de refinanciar la deuda y en pos de esa premisa, tomando en cuenta el poder de fuego de EE.UU. en el "Board" del FMI, habrá que seguir de cerca la postura que pueda adoptar la Argentina con relación a Venezuela o bien, los comentarios de funcionarios sobre el régimen que encabeza Nicolás Maduro.
Está por verse también si este viraje hacia el centro que parece haber ensayado Fernández con su política exterior -y sobre el cual aún no se ha expedido el sector más duro del kirchnerismo dentro del Gobierno- se trata de un reflejo meramente pragmático en medio del "operativo seducción" por el asunto de la deuda o si llegó para quedarse.

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