Nuevamente en la antesala del gran festival mayor, brilló con fulgor diamantino este clásico evento para nuevos valores del folclore nacional. Y señalamos su luminoso presente, no solo por lo que nos indica el número récord de subsedes participantes (64 en total), sino por el nivel artístico expuesto, (tanto en danza como en música).
Noche tras noche durante sus 14 etapas de pre-selección, quienes pasan a la ronda final, muestran condiciones que sobrepasan cómodamente los niveles de interpretaciones expuestas por algunos "famosos" de primeras carteleras. Y ganar un Pre Cosquín es señalar que el mítico escenario Atahualpa Yupanqui, le otorgó el premio mayor, signado por el esfuerzo y el trabajo de una denodada lucha en pos del ideal de perfección artística.
El alma, el espíritu y las vivencias cotidianas del país, año tras año, dicen ¡presentes en Cosquín!. Lo demuestra  su constante crecimiento y el fervoroso entusiasmo del público que noche tras noche aclama y vitorea a los artistas participantes.
Estamos ante un maravilloso milagro de costumbres tradicionales donde triunfan el esfuerzo, el saber y conocimiento y la historia de nuestro auténtico pueblo argentino.
Hay una comunidad que trabaja criteriosamente para que este gran concurso tenga tanta aceptación; esa comunidad es Cosquín. Pero también colabora un país entero. Año tras año, miles de artistas, tanto en danza como en música, analizan, investigan, preparan  y ensayan a fin de conquistar el galardón de una subsede que les permita una presentación oficial en la Próspero Molina, santuario religioso de todo artista que sienta dentro su alma, el sagrado fuego ancestral de la música y la danza, fruto maduro de aquellos cultores, tanto en organización como en el arte musical, que dieron luz y vida al Cosquín Padre, y que hoy (desde el más allá), contemplan la continuidad y el crecimiento del "mayor Festival Nativo Para Nuevos Valores de nuestro país".
Siembra fecunda y en crecimiento, abonada por el esfuerzo, el sacrificio, la honorabilidad, el virtuosismo de miles de luminosas almas que, desde sus lugares correspondientes; organizadores, músicos, cantantes, bailarines, profesores y maestros preparadores, trabajan durante años con la mente puesta en el Pre Cosquín.
¿Milagro, esfuerzo colectivo, memoria ancestral?
Creemos intuir todas esas cosas. Además los hechos lo demuestran.