Carta de Lectores

Carta de Lectores 02 de diciembre de 2019 Por REDACCION
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Los Preparativos

Sr. Director:

Transitando por las calles, nuestro andar se recrea con luminosas luces de colores y arbolitos navideños, que se expresan; nos anuncian que "¡El viene !”. Que buen gesto anunciarlo; recordar a los distraídos y a los que lo niegan, que nuevamente nacerá dándonos una nueva oportunidad. Cuando un bebé está por nacer; preparamos su llegada, el ajuar, los muebles, la decoración del dormitorio con afán y alegría; empezando los preparativos desde adentro de nuestro ser. Desde adentro nuestro, el amor, las expectativas y la necesidad de dar todo, para recibir y seguir amando, cuidando, respetando y adorando. Ante la llegada de Jesús, ¿tenemos el mismo sentimiento?. El viene a alojarse en nuestra casa, en nuestro corazón. ¡Qué magnífico!. 
Evangelio, según San Lucas, capítulo 19 versículos del 1 al 6. Jesús, entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico, llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro (árbol de la familia de las moráceas ) para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Cuando Jesús dice: “Hoy voy a alojarme e tu casa”, se refiere a su corazón; en el templo, que es nuestro cuerpo y espíritu. Sabiendo de su llegada, es bueno preparar el espíritu con las guirnaldas y luces más sofisticadas y coloridas, que en ningún lugar del mundo se pueden comprar, porque están en lo más profundo del ser. Nos preparamos como todos los años para desechar lo feo y renovarlo. Nos preparamos con las mejores guirnaldas, las del amor sincero, la fraternidad, la hermandad, la caridad, con una mirada profunda hacia el prójimo, que quizás no tenga guirnaldas en su corazón, en su vida, que quizás no tenga amor, no tenga esperanzas, no tengan voz para gritar sus necesidades. El buen corazón, sabe mirar, distinguir, reflexionar, obrar; sabe sacar lo malo que situaciones de la vida han ido sembrando en el. Esa sabiduría, solo la tenemos en nuestro interior; buscarla es la misión. Preparémonos para recibir al Rey, con un espíritu desbordante de amor.
Bendito es el que viene en nombre del Señor. 
A Él el poder, el honor y la gloria.


Ana María Abuh Arias de Abeillé

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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