El automovilismo y una historia que estará cumpliendo 100 años

SUPLEMENTO RAFAELA 24 de octubre de 2018 Por Víctor Hugo Fux
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El 25 de mayo de 1919, el automovilismo deportivo escribió su primer capítulo en un libro que hoy, casi un siglo después, sigue alimentando su historia.
En esa fecha, Oberdan Piovano, con un Overland, ganó la primera competencia organizada por el Club Atlético de Rafaela, que se disputó por caminos rurales que unieron a varias poblaciones de nuestra región.
El lugar elegido para el inicio de esa legendaria carrera fue el bulevar Lehmann, el mismo que hoy, en su prolongación, cobija al autódromo rafaelino. Desde la intersección con las calles Pellegrini y Alem, aquel día, reunió a siete pilotos, quienes fueron protagonistas del gran desafío.
En un escenario interprovincial que tuvo como punto de largada y llegada a esta ciudad, los participantes transitaron por Lehmann, Ataliva, Sunchales, Tacural, Morteros, Brinkmann, Porteña, Luxardo, San Francisco, Clucellas, Saguier y regresaron a Rafaela poco más de cuatro horas más tarde, con la victoria de Piovano a un promedio de 77,349 Km/h, escoltado por Juan Colombetti (Studebacker) y Juan Macchi (Chevrolet).

NACEN LAS "500"
Ese fue el primer mojón en el historial del Club Atlético de Rafaela, que siete años después comenzaría a escribir una nueva historia. Esa que más de una vez soñaron los dirigentes y que pretendía replicar en este lejano rincón del mundo a las 500 Millas de Indianápolis.
Luego de una primera experiencia, cargada de polémicas y confusiones, que incluyó la bajada anticipada de la bandera a cuadros en momentos que era puntero Domingo Bucci, derivó en opiniones encontradas, entre las dos instituciones que fiscalizaron la prueba: Atlético y el ACA.
Al no llegarse a un acuerdo, lo ocurrido el 6 de junio de 1926 no tuvo validez estadística, por lo que se decidió reprogramar la competencia para el 29 de agosto, en esa oportunidad, con el triunfo de Raúl Riganti (Hudson), a un promedio de 126,925 Km/h para recorrer los más de 804 kilómetros, en 6h46m23s.
Por otros cuatro años consecutivos, hasta 1930 inclusive se realizó la prueba, que convocaba a verdaderas multitudes a la vera del circuito diseñado en la prolongación del bulevar Roca.
Un tren, procedente de Buenos Aires, estacionaba a un costado del trazado y la pasarela levantada en la recta principal se transformaron en íconos de aquel escenario, que con algunas interrupciones, se utilizó hasta 1951.
Luego de un paréntesis, entre la carrera que en el año 30 solo vio completar el exigente recorrido a Cayetano D'Amico (Gardner), la reanudación llegó en 1935, ya con los poderosos Mercedes Benz levantando polvo en Rafaela.
Se corrió hasta 1940, y por la Segunda Guerra Mundial, la actividad tuvo un nuevo receso, hasta que se volvieron a disputar las legendarias "500 Millas Argentinas" en 1947.
La siguiente etapa fue breve, en el viejo circuito, que se utilizó por última vez en 1951, después de haberse presentado el año previo las Talbot Lago francesas, con el triunfo de Juan Manuel Fangio, que luego obtendría cinco títulos mundiales en la Fórmula 1.
Atlético inició una campaña para adquirir un terreno propio, en el que nacería en 1953 una nueva leyenda. El óvalo de tierra, con los dos curvones peraltados, se transformaría en el "Templo de la Velocidad". Aquel primer año, lo estrenó el Turismo Carretera, con la victoria de Juan Gálvez.
Pero en el 54 regresaron las "500" y los tres éxitos consecutivos de las Ferraris, en una etapa que habría de extenderse hasta 1964, cuando la tierra pasó a ser historia.
El progreso y el avance tecnológico de las máquinas reclamaban un cambio de superficie y en el 65 se empezaron los trabajos para que al año siguiente se disputen las "500 Millas Argentinas" en el pavimento de Rafaela.
Desde aquella edición, ya no habría nuevas interrupciones hasta 1975, aunque los últimos tiempos fue menor la distancia a recorrer en una de las carreras más importantes en el historial del automovilismo nacional.
Quiso el destino que uno de los últimos ídolos, el arrecifeño Rubén Luis Di Palma, sea el último ganador, con un auto construido por un rafaelino, Oreste Berta.

DOS ESPECIALES
Entre tantas carreras especial que organizó -y lo sigue haciendo- Atlético de Rafaela en su casi 100 años de historia, queremos rescatar dos irrepetibles.
El 20 de marzo de 1947, en el denominado Circuito Parque, en pleno centro rafaelino, se impusieron Clemar Bucci (Cadillac 16C) en Mecánica Nacional y Oscar Gálvez (Alfa Romeo) en Coches Especiales.
El trazado, de 2.141,75 metros, tomando como punto de inicio a la Jefatura de Policía, seguía por bulevar Santa Fe hasta la altura de la actual EPE, regresaba por la misma arteria -mano opuesta- hasta calle Urquiza, empalmaba luego con avenida Mitre y concluía frente a la sede de la URV.
Esta carrera, que no pudo realizarse en su fecha original, iba a tener entre sus protagonistas a los consagrados pilotos internacionales Gigi Villoresi, Aquiles Varzi, Carlos Pintacuda, Giacomo Palmieri y Jean Behrá.
La restante, también única, se disputó el 28 de febrero de 1971, con la visita de hombres y máquinas de Indianápolis, a los que se sumó un argentino: Carlos Pairetti.
Ante un marco impresionante, celebró el estadounidense Al Unser (Colt Ford), repetido campeón y tetraganador de la Indy 500 en el mítico óvalo del IMS.
El tiempo establecido en clasificación por Lloyd Ruby (Mongoose Ford), hace más de 47 años, sigue vigente y es un récord imbatible para el veloz circuito rafaelino, al promediar 278,821 Km/h.

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