La otra revolución

MUNDIAL 2018 09 de julio de 2018 Por Néstor Clivati
Una mirada sobre la legión de argentinos, no pocos de Rafaela, que conquistaron Rusia al menos por unos días para participar de la fiesta del Mundial, más allá de la suerte de la Selección albiceleste.
FOTO INSTAGRAM FM EL ESPECTADOR UNA BANDA. Con rafaelinos, el viernes en Nizhny antes de ingresar al estadio donde jugaron las selecciones de Uruguay y Francia.
FOTO INSTAGRAM FM EL ESPECTADOR UNA BANDA. Con rafaelinos, el viernes en Nizhny antes de ingresar al estadio donde jugaron las selecciones de Uruguay y Francia.
(Desde Moscú, Rusia). - Esta región del mundo ha vivido convulsionada durante décadas; aquí han ocurrido verdaderas tragedias humanitarias y exterminios que todavía, conservan sus cicatrices. También se produjeron epopeyas políticas que le advirtieron al resto del planeta, que se podía gobernar con formas no tan convencionales como occidente difundía y tampoco, tan asfixiantes como aquella de los zares, de la cual, este pueblo se libraría de la mano de Lenin un siglo atrás.
Disputas territoriales y guerras mundiales devastaron su tejido social y económico y de nada sirvió, ese aire imperialista que detentó hasta los primeros tiempos del siglo 20. Los soviéticos supieron barajar y dar de nuevo en condiciones de gran desventaja comparativa, aún así, después de los tormentos de las guerras, no llegaron tiempos de prosperidad y recuperación; la Unión Soviética impuso un régimen totalitario que reprimió durante muchos años, las señales inconfundibles que distintas regiones enviaban para emanciparse y claro está, esto no sucedió sin dolores traumáticos; sin embargo a principio de la década del 90 pasada, esa presión cedió por su propio peso y aquel continente en sí mismo, se convirtió en otro, mucho más parcelado y diverso cambiando rotundamente el mapa de Europa y la vida sus pobladores.
Esto es historia contemporánea, sus consecuencias siguen reverberando en distintas direcciones, lo cierto es que, ya nada volvió a ser igual y las nuevas generaciones, portadoras de esos desencuentros, no están dispuestas a retornar a reyertas inútiles y esto también, se respira por las calles de esta nación.

YO ESTUVE AHI
Fue en los primeros días de mes de junio, los historiadores acaso no se ocupen de este evento, no aparecerá la efeméride en Wikipedia y tampoco, con el tiempo, se podrá precisar el día, pero yo estuve ahí cuando decenas de miles de latinos, tomaron la Plaza Roja y el Kremlin; los vi llegar con esa masividad y desfachatez para sitiar la fortaleza de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo y acampar por un derecho de conquista en las adyacencias del parque acuático Riviera en Kazán o en las márgenes del Volga en Nizhny Nogvorod; fue una revolución sin armas ni consignas de discriminación; fue algo maravilloso que dejó una impronta que se recordará por siempre.
El dato nos remitirá cuando se torne la mirada, a la Copa del Mundo de fútbol organizada por la Federación Rusa en 2018 y cuando se apele a las imágenes que demuestren que ese movimiento, tuvo aires renovadores, como cientos de ventanas que se abrieron para seguir refrescando el espíritu de una región que acompañó con entusiasmo con ese desparpajo, ese recuerdo, se hará canción seguramente.

LA ARGENTINIDAD,
AL PALO
No hay dudas que la legión de argentinos que todavía, a pesar de la decepción deportiva del equipo, sigue recorriendo esta nación, ha sabido llegar muy profundo al sentimiento de los rusos; creo que no se han guardado nada, desde el ingenio para componer canciones tribuneras como nadie, hasta las más conmovedoras historias de pertenencia hacia nuestro colores nacionales, que son intransferibles y en algunos casos, inverosímiles.
Como olvidar a ese hincha que luego de la eliminación ante Francia, ingresando a la tribuna de prensa cuando ya los controles habían cedido, nos abordó junto a Walter Nelson, pidiéndonos una explicación de lo había pasado, mientras lloraba desconsoladamente recordando el esfuerzo económico que tuvo que hacer para acompañar a la selección, sin encontrar una devolución acorde.
O ese grupo de rafaelinos, que llegaron a Kazán para ver por primera vez a Messi y compañía, después de decenas de horas de viajes y una experiencia increíble en Foz de Iguazú, celebrando la victoria frente a Nigeria por televisión, que les permitía llegar con esa ilusión, que horas después vieron truncadas, para resignarse en tal caso, a seguir viendo un campeonato impropio. En cierta medida, en Rusia también hubo algo de "rafaelinidad". 
Hay miles de historias del desembarco latino en Rusia, peruanos que debieron volver más rápido de lo que sus expectativas marcaron; colombianos, que llegaron como uno de los grupos más numerosos junto a los mejicanos y que no pudieron ver a sus selecciones en los cruces finales del mundial y también los uruguayos, que en grupos más reducidos, ofrecieron un espectáculo musical delicioso en la previa del partido frente a los franceses. De dónde sos? Le pregunto a un joven solitario envuelto en la bandera uruguaya cerca del centro de Moscú, el día previo a los cuartos de final: “de Montevideo, pero vivo en Berlín, soy chef y cuando le ganamos a Portugal, pedí tres días de franco, compré la entrada por internet y aquí estoy, pase lo que pase, me vuelvo después del partido, no me podía perder este momento”.
En ese joven Oriental, también esta resumida la esencia del hincha de fútbol y su ingenuidad, casi un pacto con el sentido común, en general vulnerado por esa pasión, para muchos absurda y para otros, estremecedor.
Postales de un campeonato del que pocos recordarán sus relieves deportivos, si en cambio, perdurarán las otras, esas que muestran a los aficionados en estado puro y en acción épica como en esos días de junio, cuando los latinos tomaron Moscú.

Periodista acreditado por LA OPINION en el Mundial Rusia 2018

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