Argentinos, escépticos

Notas de Opinión 30 de junio de 2018 Por Pedro Ulman
Casi 7 de diez argentinos manifiesta ser desconfiado cuando recién conoce a una persona en tanto que el 62,7% considera que el argentino es desconfiado. Con respecto a la Argentina, un 70% sostiene que en general el país no es confiable según el último Monitor de Credibilidad.

La "credibilidad" constituye un capital que una persona, una empresa, una organización civil o un gobierno debe proteger con gran esmero. Mentir está mal, nos enseñan desde pequeños por tanto lo que corresponde es decir la verdad y nada más que la verdad, como se exige cuando una persona declara en un ámbito judicial. No cabe el concepto cálido de "mentirita piadosa" concebida como algo que se cuenta a alguien para evitarle un disgusto.
El término credibilidad, entendido como la cualidad de ser creíble y que proviene del vocablo latín "credibilis", no está vinculado a la veracidad del mensaje, sino a los componentes objetivos y subjetivos que hacen que otras personas crean (o no) en dichos contenidos. Desde esta perspectiva, para tener credibilidad, la persona o la información deben generar confianza en los demás.
Para el especialista mexicano en discurso político y manejo de crisis, Luis Antonio Espino, la credibilidad es básica en las relaciones humanas y el cimiento del liderazgo. ¿De qué manera generar confianza y credibilidad? Es el resultado de la honestidad, la congruencia y la rectitud, virtudes que todos deseamos ver en nosotros y en quienes nos rodean, considera el experto a la vez que subraya que quien aspira a influir en los demás, a convencer a la gente para seguir un rumbo, a alcanzar una meta en común, debe ser confiable y por lo tanto creíble.
Distintos escenarios puedan darse cuando de credibilidad se trata, como por ejemplo que una persona diga la verdad y nadie le crea o que alguien mienta pero sus interlocutores confíen en sus palabras al pie de la letra. La fábula atribuida a Esopo que cuenta una breve historia del pastorcito mentiroso ilustra cabalmente estas escenas. Al personaje en cuestión, aburrido del trabajo rutinario de cuidar el rebaño, le pareció divertido correr al pueblo cercano y anunciar que los lobos atacaban sus ovejas. Pero cuando los aldeanos acudieron a la montaña para espantar a los feroces animales descubrieron que nunca existieron los lobos y que el pastorcito inventó todo para divertirse. La misma situación se repitió dos veces más. Pero luego los lobos llegaron y comenzaron a comerse a las ovejas, por lo que esta vez sí un desesperado pastorcito corrió en busca de ayuda, aunque no la consiguió porque la gente del pueblo ya no le creían.
En un hogar la credibilidad también es un insumo básico para sostener las relaciones entre sus integrantes. Cuando alguien falla y se descubren las patas cortas de la mentira, entonces esa pérdida de confianza hace lugar a la duda permanente, modificando los vínculos existentes. Y se buscan generar sistemas de "auditoría y control", contrastar lo que uno dice que es cierto para verificarlo. A veces se "distorsionan" las notas de la escuela para evitar un reto, o no se confiesa el lugar al que uno concurre, como un boliche, para evitar un conflicto.
En el campo de la política, también es visible el antagonismo entre credibilidad y desconfianza o desilusión. El clásico ejemplo de la promesa de campaña de Carlos Menem a finales de la década del 80 es difícil de superar cuando acuñó conceptos como "revolución productiva" y "salariazo", que quizás aún están pendientes en la Argentina 30 años después. No creer más en el político y en ocasiones en la política es la consecuencia de ese incumplimiento, que da lugar a la desilusión y desesperanza.
En periodismo, la credibilidad representa un tesoro para una organización empresaria del sector y para cada uno de sus periodistas. El negocio dependerá en gran medida de esa honestidad profesional, más allá de que también influye la capacidad de contar buenas historias u ofrecer análisis inteligentes de la realidad, entre otros tantos factores.
Esta semana, las consultoras Taquion y Trespuntozero divulgaron el Monitor de Credibilidad de Junio de 2018 en la que se destacan distintas conclusiones. Sostiene este informe que la medición en general evidencia una bajo nivel de credibilidad y confianza entre los consultados, pues casi 7 de diez argentinos manifiesta ser desconfiado cuando recién conoce a una persona en tanto que el 62,7% considera que el argentino es desconfiado. Con respecto a la Argentina, un 70% sostiene que en general el país no es confiable, lo que no deja de ser un indicador de peso teniendo en cuenta que los inversores internacionales tampoco están convencidos de poner su dinero en el país. Ni siquiera el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, trae su dinero al país y lo mantiene a resguardo en bancos del exterior.
El estudio revela además que el 66,7% está de acuerdo con que es mejor confiar en los animales que en las personas. Y entre los políticos argentinos evaluados, si bien el nivel de credibilidad es bajo, María Eugenia Vidal consigue un nivel de credibilidad de 39,4%, en segundo lugar Elisa Carrió obtiene 38,2%, Mauricio Macri con 34,4% y por último Cristina Fernández de Kirchner con 33,1% de los consultados.
En relación a otras figuras públicas, el Monitor de Taquion y Trespuntozero señala que el Papa Francisco evidencia un alto nivel de credibilidad (52,7% de los consultados manifiestan creerle), asimismo el 52,6% dice creerle a Leo Messi. Por su parte, Marcelo Tinelli -que coquetea con la posibilidad de ingresar a la política y ser candidato- obtiene una nivel de credibilidad muy bajo, solo 23,5% sostiene creerle cuando habla, y Mirtha Legrand obtiene un nivel de credibilidad de 35,3%.
El informe afirma que en diferentes situaciones de la vida cotidiana se evidencia una inclinación a baja credibilidad. El 55,7% no le cree a los empresarios cuando sostienen que deben despedir empleados para no cerrar la empresa, el 58,1% no le cree al Gobierno cuando dice que trabaja para mejorar el futuro y un 66% no le cree a la oposición cuando dice que solo le preocupa el futuro de todos los argentinos. En cambio, mejora un poco la credibilidad en la situación en que los comerciantes sostienen que aumentan sus productos porque a ellos les aumentan (44,3% sostiene creerles).
Por último, ante un hecho en que interviene la policía su credibilidad es muy baja, solo el 22,1% sostiene creer a los policías frente a un 48,4% que le creen a los testigos.




Pedro Ulman

Secretario Redacción. Diario La Opinión

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