La economía frágil y la piedra de siempre

Notas de Opinión 06 de mayo de 2018 Por Pedro Ulman
En la Argentina, las corridas cambiarias, la devaluación de la moneda, la inflación, la caída de la actividad económica y la incertidumbre por el empleo constituyen los clásicos elementos de la historia que, cíclica e inevitablemente, se repite.
FOTO TWITTER M. MACRI REUNION DE GABINETE. El jueves, Macri se dejó ver con sus ministros en una semana en la que no se mostró demasiado.
FOTO TWITTER M. MACRI REUNION DE GABINETE. El jueves, Macri se dejó ver con sus ministros en una semana en la que no se mostró demasiado.

Cada vez que se evoca al popular analista político y humorista, Tato Bores, se cae en la cuenta que los monólogos que pronunció décadas atrás en sus programas de televisión describen en gran medida, más allá de algunos matices, la actualidad de la Argentina, un país acostumbrado y quizás también resignado a tropezar siempre con la misma piedra. Como una remake de nuestra historia, reaparecieron los malos de siempre: la devaluación, el dólar que se aprecia, el impacto en los precios que significa mayor inflación que se traduce en la pérdida del poder adquisitivo del salario, la suba de tasas que afecta el nivel de actividad económica y éste a su vez al empleo y el miedo a perderlo. En definitiva, las expectativas de crecimiento se desploman a medida que se consolida la amenaza de una eventual recesión
Si bien se trata de una película terror que se parece a las anteriores que los argentinos hemos visto -y sufrido-, es inevitable la sensación de inseguridad ante un escenario de tensiones y conflictos que ya se habían configurado a partir de los tarifazos en los servicios públicos.
El presidente Macri y su ejército de ceos expertos en desenvolverse en el mercado para amasar fortunas personales, nada pudieron hacer para esquivar la corrida cambiaria que debilitó aún más una economía afectada por una enfermedad crónica. Incluso el jefe de Estado, en su peor momento de gestión, evitó durante esta minicrisis la exposición pública y apenas se mostró el martes en el Día del Trabajador en un cuartel de bomberos y recién reapareció ayer para visitar a la policía herida en un intento de copamiento de una comisaría de San Justo en el conurbano bonaerense. En el medio permaneció atento a "las turbulencias" y en permanente contacto con los funcionarios de su gabinete que, por otra parte, en cada declaración intentaban sin éxito enviar mensajes de tranquilidad a los argentinos.
Se sabe que en este país el dólar marca los estados de ánimo. Y la semana que pasó no fue la excepción. Con los anuncios del viernes el Gobierno nacional logró revertir la tendencia alcista y que la moneda estadounidense ceda terreno. No obstante, nadie puede garantizar que haya ganado la guerra, habrá que esperar hasta mañana para observar si la invisible figura de los mercados se dan por satisfechos o continúan inestables.
Mientras tanto, el aumento de las tasas representa un riesgo para los sectores productivos, en especial para las pymes que necesitan financiamiento para impulsar inversiones. Y la decisión del recortar la inversión en la obra pública en unos 30 mil millones de pesos también constituye una dolorosa medida que puede perjudicar a la cadena de la construcción, una de las que sustentó la recuperación, tibia pero recuperación al fin, de la economía.
Además, la devaluación del peso repercutirá en una mayor inflación más allá de que un iluso, ingenuo o cínico ministro Dujovne haya ratificado que la meta anual es del 15%.
Ahora bien, el ministro de Transporte dijo que el ajuste en los presupuestos de obras de infraestructura no afectará a los proyectos en desarrollo sino en los nuevos. ¿Habrá que quedarse tranquilos con la ejecución de la autopista de la Ruta 34, que está sustancialmente demorada sin que nadie brinde explicaciones y certezas sobre plazos y fondos disponibles para lo que resta del año?
Desde la Municipalidad de Rafaela se quejan en cada oportunidad sobre la falta de fondos de la Nación para comenzar nuevos proyectos de obras en la ciudad. Si las insistentes gestiones no arrojaron resultados favorables hasta ahora, no hay razones para ser optimistas para el resto del año.
Algo similar debe preocupar a la Provincia que negocia con el Gobierno nacional el pago de una deuda estimada en 50 mil millones de pesos tras haber logrado una sentencia favorable de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a finales de 2015. A dos años y medio de ese fallo, no hay nada de nada más allá de los cafecitos y el buen diálogo entre el gobernador santafesino, Miguel Lifschitz, y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.
Precisamente, el mandatario santafesino que dejará su cargo en 18 meses -más allá de que sueña y se aferra a una reforma de la Constitución provincial con reelección- no sabe si podrá contar con un peso de esos 50 mil millones. "Vamos avanzando pasito a pasito" sintetizó el Gobernador a modo de balance de ese encuentro con Frigerio en una referencia que recuerda el "paso a paso" de Mostaza Merlo o la exitosa canción Despacito de Luis Fonsi.
Por lo pronto, con un gobierno atrapado en su laberinto que debió echar mano de la receta clásica de ajuste, los argentinos hemos comprobado que se puede tropezar muchos más que dos veces con la misma piedra.

Pedro Ulman

Secretario Redacción. Diario La Opinión

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