Por REDACCION
Sr. Director:
El pasado 16 de febrero se nos hizo llegar a todos los docentes la Circular N°1/23 con el título de “Trayectoria Única y Obligatoria”. En esta, básicamente se exponen los lineamientos a seguir para el ciclo lectivo 2023, los cuales profundizan los ya enormes cambios introducidos en los colegios secundarios a partir del año 2020, comparables a los introducidos por la Ley Federal de Educación, del año 1993.
Si bien todos somos conscientes que la educación argentina en general y la santafesina en particular, viene transitando ya varias décadas de decadencia, parecería que la actual gestión provincial está totalmente decidida a dejar tierra arrasada.
Uno de los primeros cambios introducidos por el actual gobierno fue la eliminación de la repitencia. Según las propias palabras de la ministra de Educación, Adriana Cantero, “la repitencia no mejora ningún aprendizaje”, pero cierto es que no existe evidencia alguna de que su eliminación sí lo haga.
Un argumento expuesto por la ministra sostiene que un alumno, que por ejemplo debía rendir tres materias y no aprobaba al menos una, debía repetir de año, teniendo así que cursar nuevamente la totalidad de las materias, inclusive las que ya había aprobado. Esta idea resulta ser bastante inexacta y no refleja lo que normalmente ocurre en los colegios. Quienes somos docentes de hace ya varios años sabemos que un alumno que debía rendir tres o cuatro materias difícilmente repetía de año, ya que le alcanzaba con solo aprobar una o dos materias para ser promovido al siguiente año.
Las estadísticas, de las cuales la ministra debería hacer uso, indican que la mayoría de los alumnos que repetían de año adeudaban por lo menos 6 materias o más, y si tenemos en cuenta, dependiendo de la modalidad del colegio, que en promedio los alumnos cursan de 10 a 12 materias anuales, el resultado es que los estudiantes que repetían de año eran aquellos que adeudaban más del 50% de las materias cursadas durante todo el año.
La no repitencia provocó la eliminación de las mesas de examen de diciembre y febrero y dio origen a los “Períodos de Intensificación”, los que son obligatorios para aquellos alumnos enmarcados en la categoría de “Estudiante con trayectoria escolar intermitente y asistida” o “Estudiante de trayectoria escolar de baja intensidad”. En estos períodos el alumno tiene la posibilidad de recuperar aquellos espacios curriculares que adeuda mediante la aprobación de un
trabajo, que el docente debe entregar con suficiente antelación, ya que los exámenes también han sido proscriptos.
Aunque parezca insólito, la actual gestión educativa ha abolido los exámenes, ya que se los considera una herramienta de evaluación retrógrada y estigmatizante. A pesar de que estudios recientes sostienen que los exámenes demuestran ser una real evidencia del esfuerzo y aprendizaje del alumno y asimismo ayudan a que los estudiantes desarrollen su
personalidad, confianza y su interés en estudiar, la ministra parece estar obsesionada con imponer un sistema que promueva la mediocridad y desaliente el esfuerzo.
Cómo si todo esto fuera poco, la última circular propone, de manera poco clara, la eliminación de los trimestres y la entrega, a los padres, de informes evaluatorios de carácter cualitativo, con lo cuál los colegios secundarios se convertirían en espacios totalmente vacíos de contenidos, asemejándose a una mera guardería de adolescentes.
Si bien es cierto que el sistema educativo necesita de una importante transformación en cuanto al modelo pedagógico, la actual situación dista mucho de ser la ideal para encarar tan importante discusión.
Mientras se trata de imitar los sistemas educativos de otros países, la realidad nos muestra que nunca se han podido resolver los problemas estructurales que aquejan a nuestras escuelas de hace décadas, lo que sumado a la actual situación social, hacen que cualquier tipo de transformación resulte inútil y hasta contraproducente.
Hoy continuamos con escuelas superpobladas donde el docente debe trabajar frente a cursos de 40 alumnos o más, donde la existencia de las Cooperadoras escolares resulta de vital importancia para poder suplir la falta de fondos, donde los gremios se muestran muy poco interesados en la calidad educativa y en la profesionalización de la carrera docente, donde nuestros jóvenes deben enfrentarse al flagelo de las drogas, sin que el sistema educativo haga el más mínimo esfuerzo por combatirlo y podría continuar así con una interminable lista de problemas sin resolver.
En la actual situación la escuela resulta ser una gran estafa para nuestros jóvenes, ya que se les hace creer que se encuentran en condiciones de enfrentar el mundo laboral o continuar con estudios superiores, conduciéndolos así hacia un rotundo fracaso, generando en ellos un profundo sentimiento de frustración y resentimiento que contribuye a la degradación social en la que nos encontramos inmersos.
Algún lector podrá pensar que mis conclusiones son exageradas, pero solo me queda decir que si los santafesinos no reaccionamos en defensa del último faro de esperanza que nos queda, será el comienzo del fin para nuestra sociedad.
Luciano Perren
DNI 28.571.86
Docente de la Escuela Técnica "Guillermo Lehmann" de Rafaela
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.