Por REDACCION
Sr. Director:
Cualquier ciudadano promedio recurre todos los días a los medios de comunicación para informarse sobre la situación actual de su ciudad, su provincia o país. De aquí, es donde se configura la base, la esencia o rol, de lo que los manuales de Educación Cívica o Formación Ética y Ciudadana denominan como “PARTICIPACION CIUDANA”. El simple acto de querer saber, o poder discernir, del flujo de hechos que conforman el porvenir de la sociedad cuales son aquellos que nos definen, o nos representan como grupo colectivo...
Como individuo perteneciente a dicho grupo, informándome como todas las mañanas sobre el porvenir de mi ciudad (y como ya es de costumbre, dado el nivel de decadencia que se viene gestando hace ya tiempo en las calles) me encuentro con la grata sorpresa de que un miembro de mi familia, mi madre específicamente, fue asaltada al regresar del trabajo a las seis de la mañana, por un grupo de personas que, claramente, no forman parte de la población participativamente activa, o como comúnmente se los conoce ladrones, malvivientes o delincuentes.
De por sí, el hecho de haberme enterado por los medios, y no directamente por mi núcleo familiar, hizo que se gestaran en mí, múltiples cuestionamiento, los cuales trazan una línea de análisis fácil de discernir:
Realmente, soy muy egoísta e hipócrita, ¿desde hace cuánto conozco el estado de las calles, la displicencia total del gobierno local en cuanto a la seguridad de sus ciudadanos, lo retorcido de un sistema judicial que dice abogar por las garantías constitucionales de los ciudadanos, pero lo hace parcialmente, y no solo esto, sino que lo hace a su vez selectivamente, en cuanto a criterios jurídicos, sujetos intervinientes o importancia política? ¿Tengo que esperar a que esta situación me afecte directamente para levantar la voz o enarbolar las banderas del moralismo falso, calado hoy por discusiones menos apremiantes, pero si “publicitariamente” importantes?
Bien… Dejando la hipocresía de lado, la suerte de cada uno de nosotros rafaelinos está echada, ya que no hay, evidentemente, ningún plan de contención frente al rio de violencia que recorre la ciudad. Resta saber, conociendo la condición humana, cuando será el propio pueblo, participativamente activo y harto de sufrir los embates de la inseguridad, el que tome este asunto en manos propias. Reconociendo, que esta situación, traería no solo más problemas, sino que desfiguraría aún más el rostro de una ciudad ya mancillada por la ineptitud de sus gobernantes, es que debemos preguntarnos:
¿A esto fuimos reducidos, a depositar nuestro derecho magnánimo de vivir en manos de un grupo de personas, que al parecer, no saben, no pueden, o NO QUIEREN responsabilizarse por las fallas de un sistema que ellos mismo ayudaron a crear?
La respuesta, evidente, es: sí. A esto hemos llegado. A preocuparnos más sobre el color de la bandera que tenemos en la vereda de enfrente, o a una discusión inverosímil entre bandos ciegos, que no se da cuenta que primeros somos TODOS, y luego ellos.
Fuimos reducidos a jaulas, de las cuales, parece no podremos salir pronto.
Juan Pablo Olivero
DNI 35.463.440
Rafaela
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