El Senado aprobó el acuerdo con el FMI que venía de Diputados y ahora solo resta que lo refrende el organismo, que tuvo el gesto de postergar hasta el último día del mes los vencimientos que operaban este martes y miércoles ante la imposibilidad que tiene el país de cancelarlos debido a las escasas reservas. Se descartar que el próximo viernes el Directorio del fondo dará, sin sobresaltos, el último aval al entendimiento. Pero la pregunta de rigor es ¿y ahora qué?
El acuerdo no resuelve ninguno de nuestros problemas estructurales, pero despeja muchas incertidumbres financieras. El país de los próximos meses no será el paraíso, por el contrario, viviremos meses de ajuste, pero se gana tiempo, unos dos años donde la conducción económica debería hacer reformas. Esperamos que cambie la estrategia de gestión. El plan económico que tenía hasta la fecha, que consistía en gastar y pagar con déficit fiscal, el cual se llamaba Estado Presente, pero se parecía más a una “estafa presente”, dado que ese gasto es discrecional, le subsidian a quien la conducción decide y la financiación de este gasto es vía inflación, por lo que es sostenido por todos, pero especialmente por los sectores con menos recursos. La bibliografía lo llama impuesto inflacionario, no hay nada nuevo.
Pero esta situación cambia con el acuerdo con el Fondo, ya que en el mismo se prevé que no se puede emitir más del 1% del PBI (se estaba imprimiendo billetes a un ritmo del 3%) por lo que se abre la incógnita de donde se buscará ese financiamiento. Parte del mismo vendrá desde el mismo FMI que remitirá fondos, unos 5.000 millones de dólares que vienen muy bien para recomponer reservas y aceitar el mecanismo de importaciones, hoy trabado por la falta de divisas que repercute también en la producción. Mucho de esos bienes importados, son insumos y materias primas que necesitamos para consumo interno como para bienes exportables, siendo un claro ejemplo la industria automotriz.
El acuerdo prevé que el déficit fiscal debe reducirse al 2.5% del PBI, si solo podemos financiar el 1% vía emisión y los mercados externos no están muy entusiasmados con prestarnos, entonces se recurrirán a los mercados financieros locales, los cuales ya están atestados de deuda pública. Hoy cada $100 de depósitos, $70 quedan en el BCRA para los distintos mecanismos de encaje y financiación al sector público, los 30 que quedan se distribuyen entre préstamos al consumo primero por ser más rentable y luego, recién acá, pasan a financiar a la Argentina productiva.
En los próximos días, el directorio del Banco Central, nos informará una suba de la tasas de la política monetaria, que probablemente lleve esta al 45%, de manera de acercar la rentabilidad del plazo fijo a la inflación. Si logran que los depósitos crezcan, disminuirá el precio de los dólares paralelos y crecerá el monto de la materia prima para el mercado de deuda, que pasará a financiar al voraz gasto del estado.
La otra senda a transitar es la de la baja del gasto público, hoy a nivel récord, siendo la principal cuenta en rojo en el presupuesto, los subsidios a las tarifas, que veremos sin dudas disminuir en los próximos meses, que se verá en la suba de los precios de los servicios públicos, tema también acordado con el organismo internacional.
Esperamos también medidas que lleven a mejorar el empleo privado en desmedro del público, que convenga pasarse de un empleador estatal a uno privado, de forma que, además de bajar el gasto del estado, el nuevo empleo genere riqueza. Cuando un privado contrata empleo es para producir más o brindar mejores y mayores servicios, por lo que la generación de riqueza está presente. Si se genera riqueza, todos estamos mejor.
Pero, ¿qué se hizo inmediatamente después de que Diputados aprobó el acuerdo? Se resolvió aumentar retenciones, subir impuestos y se contrató personal en la obra social del PAMI, aumentando la nómina salarial y el gasto público. Nada de esto va por el camino correcto, la mayor recaudación, para que el ajuste sea menos gravoso para población, debe venir del aumento de la producción. El cierre con el FMI es positivo desde el lado en que terminamos un frente de conflicto financiero que podía empujarnos al default y se ordenaron nuestros vencimientos de deuda para los próximos dos años. Ahora es el momento de generar riquezas para que puedan ser distribuidas entre los argentinos y hacer mejor la vida de estos. En este camino deberíamos bajar impuestos para generar las inversiones. A más impuestos menos inversiones. Esto que parece tan extraño para los argentinos, se aplicó esta semana en Polonia, quien vio subir muchos sus costos y precios por su cercanía y dependencia de los países en guerra y su respuesta fue la eliminación del IVA para que los valores de la economía disminuyan. Si otros países pueden, nosotros también podemos aplicar soluciones creativas para sacar a nuestra Argentina de la pobreza.
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