Sociales

VOCACION

"Cada hombre y cada mujer es como un soldado que Dios coloca para custodiar una parte de la fortaleza del universo. Unos en las murallas, otros en el interior del castillo. Pero todos han de ser fieles a su puesto de centinela, sin abandonarlo nunca".

Entenderlo bien es comprender que cada uno tiene su vocación marcada. Y vocación quiere decir llamado. Es Dios quien llama. Llama porque ama.

En toda vocación hay una propuesta y una respuesta. Al revés de lo que normalmente se dice, en este caso Dios propone y el hombre dispone.

Quienes muchas veces quieren disponer de la vocación de sus hijos son los padres; lo que da origen a muchas frustraciones posteriores. No puede obligarse a un hijo a seguir un camino que no es el suyo; pero sí puede desearse un camino que se considera el mejor.

Rezar para que un hijo lo siga si Dios lo llama a transitarlo es algo ciertamente bueno. Y como hay cada vez más padres que consideran el sacerdocio un verdadero regalo de Dios, suelen rezar para que alguno de sus hijos reciba este llamado.

Le acerco una plegaria, que alguien escribió. Estoy seguro de que a muchos padres les encantará rezarla. A los demás puede hacerles bien leerla: es una forma de enterarse de que hay otras maneras de vivir la vida. Sacrificada tal vez, pero también gratificante. Aquí va:

"Señor, cuando se trata de un hijo, todo nos parece poco. Sólo hoy creemos pedirte demasiado. Casi es una locura nuestra oración: quisiéramos que un hijo nuestro sea sacerdote. Un hijo nuestro, de los que tú nos has dado. Con nuestro apellido y nuestra sangre, nuestras facciones y nuestro estilo. Nuestro, Señor: nuestro.

Que un hijo nuestro sea para siempre y sólo tuyo. Tu sacerdote, luz para el mundo y sal para la tierra; que bautice, perdone y consagre; hable a Dios de los hombres.

¡Un hijo sacerdote!. El fruto mejor de nuestro matrimonio; la corona de dos vidas paralelas, que entrelazó el amor. Amén".

Autor: REDACCION

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