Suplemento Economía

Vivir motorizados

Por Antonela Cerutti

y Bárbara Chivallero (*) 


Afirman que andar en bicicleta trae grandes beneficios tanto para las personas como para el medio ambiente. Entre las ventajas que incluye el “andar en bici” se destaca una vinculada directamente con la salud: reduce en un 50% el riesgo de un infarto. Esto es porque cuando se pedalea, el ritmo cardíaco máximo aumenta y la presión arterial disminuye, es decir, el corazón trabaja economizando.

Además pueden sumarse otros beneficios como la disminución del estrés y los dolores musculares. Pero más allá de una moda, pasear sobre dos ruedas es un estilo de vida que permite a las personas avanzar hacia una movilidad eficiente, sustentable y equitativa.

El concepto de movilidad sustentable nace del análisis de los problemas medioambientales y sociales ocasionados por el crecimiento de la población, las grandes ciudades y la cantidad de medios de transporte para satisfacer las necesidades de traslado y distribución de mercaderías. Es el conjunto de estrategias que en las ciudades se ponen en juego para mejorar la calidad de vida de todos sus habitantes. Tiene en cuenta aspectos ambientalistas, como la contaminación, así como también cuestiones referidas a valores y comportamientos que favorecen la convivencia y el buen hacer cotidiano. Sus efectos inciden en el ambiente natural, social y urbano, y por eso, es necesario crear programas que colaboren con la concientización de la población en este aspecto.

Pero cuando nos trasladamos por la ciudad, recorremos los barrios, hacemos las compras diarias... ¿cuántas personas vemos que utilizan la bicicleta?

Los datos siguientes son sorprendentes. Según el último Censo Nacional realizado en el año 2010, la ciudad de Rafaela cuenta con una estructura demográfica compuesta por 92.945 habitantes.

Ahora bien, ¿Sabías que existen 81.724 vehículos circulando por la ciudad? Esta relación indica que existe un vehículo por cada 1,14 personas. Prácticamente podemos afirmar que cada habitante cuenta con uno o más vehículos, ya que se excluye a los niños menores de 12 años que poseen bicicleta, teniendo en cuenta que este medio de movilidad es considerado como juguete por ley nacional.

Otro dato destacado es que sólo el 1,09 por ciento de los 81.724 vehículos se encuentra registrado en la categoría “otros”, rubro que contempla las bicicletas. ¿Increíble no? Podríamos considerar que este vehículo está en vías de extinción.

Lo cierto es que en los últimos años, desde la Secretaría de Desarrollo Urbano de la Municipalidad de Rafaela, se han invertido importantes recursos destinados al cuidado del ciclista. Se concretaron proyectos como: Red de ciclovías y ciclocarriles en bulevares Lehmann, Roca e Yrigoyen; en arterias muy transitadas como Falucho, Vélez Sarsfield, Lisandro de la Torre, Perú y Estanislao del Campo. Además, existen proyectos en ejecución que contemplan ciclocarriles como la refuncionalización de los canteros de Avenida Aristóbulo del Valle, la pavimentación de Marchini-Vieytes -en curso-, y el Proyecto “Zonas 20” cuyo objetivo es generar espacios de protección al ciclista, en las arterias donde no se pueden generar carriles exclusivos para bicicletas.

Así pues, creando ciclocarriles y construyendo ciclovías se han realizado redes de aproximadamente 16 km exclusivos para sólo ese 1,09 por ciento de usuarios, sumado a programas de educación vial y campañas de concientización. Todo ello con el fin de alcanzar buenos niveles de salud entre la sociedad, seguridad vial, independencia y reducción de contaminación, entre otras cosas.

Casi todos los problemas de tránsito que se registran diariamente en nuestra ciudad están relacionados directamente con el gran porcentaje de motocicletas, automóviles, furgones y camionetas que circulan por calles. Es indiscutible que algunos usos son inevitables, pero también resulta imprescindible la reducción de estos. Pocos son los que utilizan el servicio de transporte público para trasladarse al trabajo o a la escuela, en una ciudad considerada como polo educativo e industrial. Una de las cuestiones del no uso de estos servicios puede ser porque tanto el automóvil como la moto son más prácticos y confortables, pero también porque existe una dimensión simbólica y cultural de por qué utilizamos estos vehículos que se relaciona con el consumo, el mercado y el “estatus social”.

En países europeos, empleados de muy altos ingresos están utilizando la bicicleta para dirigirse a sus trabajos, comprendiendo el sentido del cuidado del medio ambiente y de su propia salud. Convencidos que mejorar el futuro comienza en nuestras propias decisiones.

La realidad económica, las inversiones en obras públicas, los beneficios para el cuerpo y para el medioambiente, los costos de mantenimiento de vehículos motorizados, los días, el futuro. Tenemos todos los indicadores a favor para sumarnos desde mañana a ese 1,09 por ciento de usuarios y poner a rodar nuestras bicicletas.

Está en nosotros. Es una decisión, seguir viviendo o no motorizados…


(*) Alumnas de la Maestría en Desarrollo Territorial de la UTN Facultad Regional Rafaela



Autor: Redacción

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