Editorial

Visiones inflacionarias

Hace pocos días, al realizar una revisión del comportamiento de nuestra economía, el economista Carlos Melconián manifestó que los tiempos han cambiado, ya que antes cuando desde la Argentina se querían citar ejemplos a imitar se debían buscar países de otras latitudes del mundo, como por ejemplo Suecia y Noruega, pero que ahora, en este tiempo que nos toca vivir, tenemos casos para copiar muy cercanos, de vecinos como Chile, Brasil y Uruguay. Las diferencias que tiene la Argentina con ellos son enormes, pues mientras allí se ha aprovechado en toda su dimensión esta oleada a favor que tiene Latinoamérica desde hace casi una década, merced a los altos precios internacionales de los comodities, aquí en cambio se está dejando pasar una oportunidad histórica, que tal vez demore muchísimo en volver a reiterarse.

Poco más, poco menos, esta fue la idea que redondeó Melconián para describir este favorable momento que vive nuestro país desde hace varios años, pero que aún no tuvo su traslado a algunos aspectos básicos como por ejemplo, la gran necesidad de infraestructura que se tiene y la aún irresuelta posibilidad de reducir los índices de pobreza e indigencia, que continúan muy altos. Claro, tomando las mediciones privadas y de organismos provinciales, ya que las oficiales del INDEC los mantienen muy aplanados, aunque alejados de la realidad.

Un caso muy ejemplificador de lo que sucede en este cuadro comparativo de la Argentina con estos países fronterizos, es que mientras aquí se oculta la inflación a través de las mediciones adulteradas del INDEC, algo así como tratar de ocultar el sol con una mano, en los vecinos se hace absolutamente todo lo contrario. Un caso muy preciso es el de Brasil, donde la presidenta Dilma Rousseff, que llegó como continuidad de Lula da Silva y un fuerte tono progresista, depositó gran parte de su esfuerzo en tratar de contener el nivel inflacionario, el cual se encuentra en el presente año en una proyección de 6,34%, cifra que estable un parámetro muy diferente del nuestro, ya que aquí si bien el INDEC registra una inflación de 10,9% en cambio la realidad, a través de las mediciones privadas y provinciales, establece que la misma oscila entre 24 y 28 por ciento. 

"Estamos demasiado cerca del comportamiento de Venezuela", sintetizó el economista Melconián, país que su 27,2% admitido oficialmente es el de mayor inflación de Latinoamérica y también entre los principales del mundo. 

De todos modos, y más allá de esta clase de búsquedas comparativas, lo que resaltamos es el diametralmente distinto comportamiento entre Brasil y la Argentina para solucionar el problema de la inflación. La jefa de Estado brasileña, con un magro 6,34% lo advierte como uno de los más serios problemas que puede tener su país para continuar creciendo, habiendo tomado la drástica medida de recortar el presupuesto en 30.000 millones de dólares, en tanto aquí se hace exactamente lo contrario, pues ante una inflación bastante más alta, se continúa ampliando el nivel de gastos, lo cual si bien es algo que se produce con antelación a los actos eleccionarios, en esta ocasión sería conveniente anticipar que se adoptarán medidas para contenerlos, habida cuenta del fuerte impacto que este factor tiene sobre el índice inflacionario, consecuencia de la mayor emisión monetaria.

El Banco Central brasileño es el que establece y maneja las pautas monetarias, como así también todas las variantes que existen en torno de las mismas, como el caso de la inflación. Justamente, lo dispuesto para el año por la entidad oscila entre un mínimo de 4,5 y un máximo de 6,5 por ciento, razón por la cual al haberse aproximado ya al techo con el 6,34% a esta altura del año, cuando apenas se transcurrió una tercera parte del mismo, es que la presidenta Rousseff adoptó medidas drásticas y muy precisas, como esta de reducir los gastos, lo cual impactará fuertemente en un enfriamiento del consumo y de la actividad económica en su conjunto. Exactamente lo contrario de lo que sucede en la Argentina, donde la emisión monetaria sigue excediendo las pautas normales y promoviendo por lo tanto la suba inflacionaria, que por otra parte, en la realidad es unas cuatro veces más alta que en Brasil.

Autor: Redacción

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