El tercer domingo de noviembre de cada año se conmemora el Día Mundial en recuerdo de las víctimas de los accidentes de tránsito. Este día se instauró en 1993 en Gran Bretaña por iniciativa de la organización no gubernamental inglesa Road Peace (carretera en paz), dedicada a la ayuda a las víctimas de graves colisiones. El 26 de octubre de 2005 la Asamblea General de las Naciones Unidas resolvió adherir a esta fecha "en homenaje de las víctimas de accidentes de tráfico y sus familias" y ante la necesidad de alertar sobre las consecuencias y los costos -en morbimortalidad y materiales- de los accidentes de tránsito, problemática creciente que llega a afectar el desarrollo de los países, y asimismo convocar a los gobiernos a realizar esfuerzos para prevenir y controlar este importante problema de salud pública y apoyar a las víctimas.
Alrededor de 1,25 millones de personas mueren al año a causa de los accidentes de tráfico, según el Informe sobre la Situación Mundial de la Seguridad 2015. Además, el 90% de los fallecidos se encuentra en países de ingresos medianos y bajos, que solo cuentan con el 54% de los vehículos matriculados. Estos accidentes son la principal causa de muerte de los jóvenes de entre 15 y 29 años. Casi la mitad de la totalidad de las víctimas fatales son peatones, ciclistas y motociclistas.
Pero estas pérdidas humanas, económicas, sociales y de salud pueden evitarse. Es por ello por lo que se conmemora este día, para concienciar a la opinión pública sobre la catástrofe y el sufrimiento de las víctimas de accidentes de tráfico. Hay datos que confirman que las lesiones causadas por los accidentes de tráfico pueden prevenirse.
La experiencia que se recoge en todo el mundo señala que la creación de un organismo rector adecuadamente financiado para la seguridad vial y una evaluación precisa de las condiciones de seguridad de las carreteras de un país son medidas importantes para tratar de resolver de manera eficaz el problema de las lesiones.
Se han identificado distintos factores que aumentan el riesgo de las lesiones, como la velocidad inadecuada o excesiva, la falta de uso de cinturones de seguridad y sillas protectoras para los niños, la conducción en estado de ebriedad, la falta de uso de cascos protectores por parte de los conductores de vehículos de dos ruedas, una infraestructura vial mal diseñada o insuficientemente mantenida y vehículos viejos, mal conservados o que no cuentan con dispositivos de seguridad. Las normas y otras medidas impuestas para hacer frente a esos factores de riesgo han dado lugar a una disminución drástica de los accidentes de tráfico en muchos países. También se ha comprobado que los servicios de atención de emergencia para traumatismos son importantes para mitigar los daños de los accidentes viales.
Lamentablemente, Argentina no es una excepción a esta problemática urbana y social. Una de las organizaciones que más viene batallando en la Asociación Civil "Luchemos por la vida". En cuanto a las escalofriantes cifras, 149.738 muertos en 20 años (en 2017 fueron 7213 muertes): 83.853 de ellos eran jóvenes menores de 35 años) y por esta causa y millones han resultado heridas, sufriendo, muchas de ellas, discapacidades permanentes. Ninguna guerra ni desastre natural ha producido tragedia semejante en el país.
Urge hacer lo necesario para que estas muertes evitables no sigan repitiéndose. En sintonía con el pedido de Naciones Unidas en el marco del “Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011/20”, de reducir los muertos a la mitad en esta década, "reiteramos el pedido a todos los ciudadanos, y a las autoridades responsables en especial, a asumir su responsabilidad para disminuir significativamente el número de muertos y heridos", destacó el Dr. Alberto José Silveira presidente Luchemos por la Vida.
En este contexto, la ciudad de Rafaela también tiene accidentes de tránsito casi todos los días y en lo que va del año ya murieron 13 personas (en 2017 fueron 12) de los cuales el 60% motociclistas varones entre 18 y 35 años, por diferentes causas: exceso de velocidad, estado de ebriedad, el no uso del casco (especialmente los jóvenes). Ciertamente, la Municipalidad realiza esfuerzos en los controles de tránsito, la retención de vehículos y el retiro de los carnets en los casos más graves, pero a decir verdad no logra reducir los accidentes, las muertes y los accidentados que quedan con lesiones graves durante el resto de sus vidas, que termina haciéndose cargo el Estado a través de los impuestos que pagan los ciudadanos.
De 1990 a 2014 España redujo los muertos por accidentes en un 81%, Suecia el 63%, Holanda 59%, Estados Unidos 27% y Argentina 0%... ¿cómo cambiamos esta cultura de la muerte?