Lo que tanto temía el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela -si algo de temor le queda luego de haber pasado por tantas situaciones negativas en los últimos tiempos-, finalmente llegó: el país entró en default. Aunque el perjuicio todavía es leve en este comienzo, pues lo dispuesto por la calificadora Standard & Poors es por no haber pagado 200 millones de dólares por sus bonos globales. Aunque, según se señala, puede constituirse en un efecto dominó sobre el resto de obligaciones externas que en total ascienden a 150.000 millones de dólares.
Es que una situación tal, con amplia repercusión en el mundo, tendría un efecto muy negativo para Venezuela, pues comenzaría a exponer con total crudeza cuál es la verdad que por ahora Maduro viene disimulando con palabras y discursos grandilocuentes contra el imperialismo, pero que no cuentan con el respaldo de los números financieros de la realidad.
La agencia S&P fue la primera en declarar el default parcial del país caribeño, tomando tal decisión después de cumplirse los 30 días de gracia otorgados para pagar el cupón de los bonos 2019 y 2024, aunque por lo reducida de la cifra, si bien los dólares escasean en Venezuela, no habría que descartar que de alguna manera se reúna esta cantidad para evitar -aunque no se sabe por cuanto tiempo- la avalancha de incumplimientos que se le podría venir encima, y entonces, esta sanción parcial podría convertirse en total.
La calificadora en cuestión hizo saber a través de un comunicado las razones por las cuales había declarado a Venezuela en default, lo que afianzó la posibilidad que otras calificadoras globales sigan por ese mismo camino justo en un momento más que comprometido para el país. Se supo además que la calificadora Finch y Moody ya declaró en default a la petrolera PDVSA.
Si todo es de por sí difícil, la nación caribeña enfrenta también una baja en el precio del petróleo, producto que explica el 94% de las exportaciones venezolanas, quedando visto que no cuenta con otras ventas y que por lo tanto debe importar prácticamente todo lo que consume, habiéndose generado una situación que se viene prolongando desde hace casi dos años, extremadamente difícil para la población, por la falta de alimentos, medicamentos y otros insumos esenciales para la vida cotidiana.
De tal modo, las finanzas venezolanas que vienen a los tumbos desde hace varios años, ahora entraron en un pico de crisis muy grande, pues se agravó el acceso de divisas y se combina con la declaratoria de estos default parciales que dificultarán aún más las negociaciones externas, por lo cual los únicos mercados a los que podrá acudir el gobierno de Maduro, son algunos del conflictivo mundo árabe, Rusia o Cuba, sin dejar de considerar que en el caso de este último no está en condiciones de asistir a nadie ya que le cuesta sostenerse a sí mismo. Incluso, recordándose que desde los años de Hugo Chávez, Cuba fue siempre asistida por los recursos que daba el petróleo a Venezuela. Por tanto dispendio, hoy se están pagando las consecuencias.
Tratando de anticiparse a este problema, Maduro mantuvo una reciente reunión con representantes de sus acreedores, a quienes sin embargo no ofreció nada concreto para renegociar la deuda del Estado y de la petrolera estatal PDVSA, aunque una vez concluida, si bien fue fracaso para los asistentes, el propio Presidente la calificó de "muy exitosa" ante la prensa oficialista que le responde en todos sus deseos y posicionamientos. Un solo dato revela claramente el panorama: el negociador de la deuda es el vicepresidente Tareck El Aissami, quien está incluido en una lista de lavado y sospechas muy firmes de narcotráfico por parte de Estados Unidos, donde tiene restringidas sus cuentas bancarias.
Las reservas que cuenta hoy Venezuela llegan a 9.700 millones de dólares, pero en lo poco que resta de este año y el siguiente tiene compromisos que afrontar por 9.450 millones. Un escenario que muestra claramente la gravedad de la situación.
El relato venezolano surgió con furia en estos días tan difícil, sosteniendo que "Venezuela está blindada", acusando directamente al gobierno de Donald Trump. Pero lo cierto es que todo va mucho más allá de esto.