Estando ya en desarrollo el segundo trimestre del año conformado por abril, mayo y junio, y luego de las variaciones que tuvo la cotización del dólar durante el primer tramo trimestral del año, las proyecciones y más que eso las condiciones en que se desenvuelve la economía y el escenario financiero, parecen indicar que se viene un período más calmo. De tal manera lo analiza la consultora Ecolatina, estimando que se viene una relajación de la política monetaria que depreció a nuestra moneda, achicando el retraso cambiario. Dicho eso aún admitiendo que en los últimos días las presiones sobre la divisa estadounidense no cedieron.
Aun cuando es difícil pronosticar si se logrará finalmente estabilizar el mercado cambiario, de tal manera lo dejan presumir las circunstancias actuales, existiendo algunas razones puntuales para sostenerlo. Inicialmente debe decirse que durante este segundo trimestre tendrá lugar la cosecha gruesa, y además, que el propio Banco Central confirmó que el tipo de cambio se mantendrá estable en el corto plazo, lo cual sería un factor de impulso para las exportaciones agropecuarias y la consabida liquidación de divisas. Y como añadidura, de darse un techo estable del dólar es altamente factible que aliente la liquidación de los stocks retenidos de la anterior campaña, lo cual se había producido a la espera de mejores precios internacionales, un tipo de cambio más alto y la baja de los derechos de exportación. Por lo tanto, es muy probable que la mayor disponibilidad de divisas comerciales respecto al primer trimestre relajará ciertas presiones cambiarias en el período abril-junio.
Desde el Banco Central se ha sostenido que el tipo de cambio real se encuentra “relativamente elevado” y que sus acciones llevarán a que no se deprecie significativamente nuestra moneda. Expresado de otra manera, y considerando la elevada tasa de interés, esto garantiza que el retorno al comercio será tentador en el corto plazo. Tal aseveración, en conjunto con el abultado nivel de reservas internacionales, provocaría nuevos influjos de capitales financieros, reduciendo aún más las tensiones del mercado cambiario.
Pero además, dentro de todas estas especulaciones que son muy viables de concretarse, también tenemos la firme posibilidad que nuestra calificación pase de "mercado de frontera" a "emergente" en el trabajo que realiza Morgan Stanley, pudiendo generar un flujo adicional de dólares financieros. Si tal calificación finalmente se concreta, ayudaría sobremanera a reducir la incertidumbre del mercado cambiario, para asentarse definitivamente en este trimestre, y por supuesto, constituyendo una tendencia muy firme para que se pueda extender al resto del año, lo que será una señal muy positiva para que todo el resto de indicadores de la economía y las finanzas se acompase a esto y permita concretar un 2018 muy positivo para la marcha económica de la Argentina.
En primer lugar, y sin anticipar demasiado los diagnósticos, lo más cercano es que las tensiones cambiarias se descomprimirían durante este segundo trimestre. No obstante, para que ello efectivamente suceda, es necesario que no aparezcan nuevas turbulencias en el mercado financiero internacional, ya que los movimientos del tipo de cambio influyen en el resto de las variables macroeconómicas. En primer lugar, aceleran la inflación, lo que resulta contraproducente para cualquiera de las posibilidades de crecimiento y mucho más que eso de la pretendida estabilidad.
Los nuevos conductores de la inflación golpean al consumo masivo, por lo cual la recuperación que lograron los salarios reales durante el año pasado es muy difícil que se replique este año. Más aún, se está profundizando la sustitución hacia el consumo de bienes durables que se viene observando en los últimos años: el incremento del patentamiento de autos y motos, el boom de los créditos UVA y el inminente inicio del Mundial de fútbol, que apuntalará la demanda de televisores, sustraerán recursos del consumo masivo hacia los bienes durables.