Editorial

Vaivén de la pobreza

La pobreza y la indigencia, según las mediciones de la Encuesta de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, es el triple que las cifras oficiales del INDEC, lo cual en porcentajes puede no llegar a impresionar demasiado abultadamente, pero en cambio cuando se traslada a cantidad de personas, las que de tal modo dejan de ser simples números, el cuestión cambia de cariz en forma absoluta.

Veamos, en cuanto a la indigencia la medición oficial registra 1,7% y la encuesta de la UCA 5,4%, en tanto que la pobreza de 6,5% del organismo controlado por Guillermo Moreno desde comienzos de 2007 es en cambio 21,9% en este registro privado. Atento a ello, y estas diferencias, habría 2 millones más de indigentes, mientras que los pobres sería 6 millones más, lo cual sumado arroja nada menos que 8 millones de personas más afectadas por este flagelo, que el gobierno ignora desde sus propios índices.

Como es sabido, estos porcentajes y cantidades de personas son producto del valor que se les fija a ambas canastas alimentarias, siendo sumamente bajo el valor asignado por el INDEC por lo cual es mucho menor la cantidad de personas incluidas dentro de indigencia y pobreza. 

Para la UCA, los valores de sus canastas son 60 por ciento más elevados que los del INDEC, razón por la cual mientras este estima en 50 pesos lo que necesita una familia tipo para no caer en la pobreza, en cambio este estudio lo establece en 74 pesos. Pero más aún fue la diferencia según la estimación que hizo el sindicalista metalúrgico Antonio Caló -quien tiene cercanía con el gobierno y fue respaldado como candidato para desalojar a Hugo Moyano de la CGT-, quien fijó en 100 pesos el mínimo que requiere una familia para vivir.

Dos de las áreas del país más afectadas por la pobreza, según el relevamiento de la UCE, son el Conurbano bonaerense y el Gran Tucumán, mientras que en general los mayores riesgos se concentran en los hogares con niños (39,9%), donde una tercera parte de los jefes de hogar no tienen los estudios secundarios completos, y además en el 35% de los casos cuentan con un empleo precario.

La situación se torna todavía más complicada por el alto nivel inflacionario, ya que los hogares más pobres son los más perjudicados, pues carecen de capacidad para incrementar sus ingresos, fomentándose además el trabajo infantil. El flagelo, como vemos, continúa pleno en la realidad.

Trabajo en problemas

Según una encuesta realizada por Sel Consultores, entre el 13 de marzo y el 16 de abril últimos, siendo sondeados 140 directores y gerentes de administración y finanzas de empresas grandes y medianas, apareció en la superficie lo que se considera un quiebre de tendencia en cuanto al mercado laboral, ya que por primera vez desde 2003 las empresas que piensan disminuir su plantilla de personal superan a las que tienen previsto incrementar sus planteles. Mientras en 2011 el 27% pensaba aumentar su personal y el 10% planificaba reducirlo, en 2012 sólo el 11% piensa incrementarlo y el 15% reducirlo.

Tal situación se produce dentro de lo que la Consultora referida considera como un mal clima de negocios, habiendo contribuido para eso lo ocurrido con la reestatización de YPF, ya que al contrario de lo que piensa la gente, que respaldó la iniciativa entre 65 y 70 por ciento, en el mundo empresario 7 de cada 10 sostuvieron que la expropiación empeoró todavía más la perspectiva de negocios en nuestro país.

Otro tanto ocurre con la inversión, habiéndose producido un cambio de planes en la mayoría de las empresas, relacionándolo con la desaceleración de las ventas, y además, con la inestabilidad que se observa en el actual estado de la economía. Solamente el 10% de los empresarios califica como propicio este tiempo para las inversiones, mientras que un 30% lo define como malo, mientras que el resto -la mayoría- lo califica como regular, y el 70% opina que empeoró con relación al año pasado, pero además un 40% considera que aún empeorará más dentro de un año.

Uno de los factores explicativos respecto a este cambio, es adjudicado a la falta de previsibilidad que tienen los inversores, lo cual los lleva a postergar o bien desechar la materialización de proyectos.

Autor: Redacción

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