Editorial

Una tensión que preocupa

Los últimos acontecimientos registrados en Medio Oriente volvieron a encender todas las alarmas, como consecuencia del recrudecimiento de las acciones bélicas, que involucran a dos grandes potencias militares.

El asesinato de un alto militar iraní, Qassem Soleimani, víctima del bombardeo efectuado por los Estados Unidos en Bagdad, provocó reacciones que hacen peligrar claramente la paz, ante las reiteradas amenazas de represalias.

Por un lado, Donald Trump aseguró que están en la mira 24 objetivos iraníes en caso de producirse una reacción, por el otro lado se advirtió que los Estados Unidos van a tener que estar alertas porque están decididos a todo.

Las primeras muestras de agresividad del país del Norte ya habían tenido una respuesta inmediata, con el ataque a la Embajada estadounidense, que no provocó bajas como consecuencia del desalojo anticipado de personal y funcionarios de esa sede diplomática en Bagdad, la capital de Irak.

El conflicto alcanzó un pico bastante más elevado con la muerte del influyente Soleimani y con el posterior bombardeo de la fuerza aérea norteamericana a medios de transportes de su histórico enemigo.

La realidad, hoy indica que el pedido de tregua que se lanzó desde sectores que no están de acuerdo con semejante despliegue, no fue acatado, ni tampoco lo sería en un plazo relativamente corto.

Todo hace suponer, entonces, que el conflicto seguirá agravándose entre ambas partes. Y lo que es más preocupante, se extendería en caso de involucrarse otros países de una región que hoy está en llamas.

Mientras todo esto ocurre, la Embajada de los Estados Unidos ya anunció que todas sus actividades fueron canceladas hasta nuevo aviso, en tanto que se anunció también la suspensión del viaje que tenía previsto a Ucrania el secretario de estado, Mike Pompeo, por expresa orden de Trump.

El discurso del Presidente, en las últimas horas, fue calificado por los analistas como belicoso, aunque respondió a las duras amenazas del líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, quien había condenado la "enérgica maldad" estadounidense.

Jamenei, al mismo tiempo, declaró con absoluta convicción: "Si la República Islámica decide pelea, lo hará inequívocamente", en un discurso que ha pronunciado tras los incidentes en Teherán.

Las acusaciones y reacciones tuvieron sus réplicas en las últimas horas y en ese sentido, desde la Casa Blanca, en Washington, se informó que "tras el ataque perpetrado a nuestra sede diplomática en Bagdad, por parte de Brigadas de Hezbolá, nos vimos obligados a bombardear a la milicia proiraquí en una operación que dejó al menos 25 muertos en Irak y Siria".

El mensaje que llegó desde Irán, fue contundente y se resumió en tres palabras: "Muerte a América". Fue una clara muestra de la postura adoptada por la República Islámica, que generó una lógica preocupación en EE.UU.

Tanto es así que desde el Pentágono se decidió reforzar la seguridad de todos sus intereses en la zona del conflicto, mediante el envío de un centenar de marines en helicópteros Apache que partieron desde Kuwait, un aliado estratégico del gobierno de Donald Trump.

Luego de esa primera movilización, se realizará otra más importante, con 750 soldados que se trasladarán a Bagdad, con la finalidad de actuar en caso de eventuales ataques por parte de las Fuerzas de Movilización Popular que responden a Jamenei.

La Embajada norteamericana en Bagdad, siempre fue mostrada como emblema de la permanencia de Estados Unidos en Irak, tras la invasión a ese país, en 2003, una campaña que el propio Trump definió como "error histórico".

La diplomacia norteamericana fue blanco de atentados en diferentes ocasiones, recordándose como uno de los más cruentos el registrado en 2012, cuando un grupo de milicianos irrumpió en el consulado de Bengasi (Libia), matando a cuatro estadounidenses, incluido el embajador.

Justamente, aquel episodio, salió a la luz en las últimas horas, cuando desde la Casa Blanca se tuiteó "No queremos otro Bengasi". La herida no cerró y es posible que nunca pueda cicatrizar en la memoria del pueblo de EE.UU.

Las relaciones entre Washington y Teherán se debilitaron enormemente desde que Trump decidió romper el pacto nuclear con Irán, en mayo de 2018. Esa actitud nunca fue aceptada por el Gobierno iraní y las hostilidades de estos últimos días parecen ser una consecuencia directa de aquella decisión del Presidente.

Las próximas horas serán cruciales para tener mayores precisiones sobre el rumbo que pueda tomar el conflicto. Por el momento, parece no existir la voluntad de bajar los decibeles y menos aún de negociar.

Las posiciones, si nos remitimos a las amenazas que se sucedieron en un breve tiempo, parecen ser inflexibles. Hoy por hoy, la peligrosidad no solamente se concentra en el área donde se sucedieron los enfrentamientos, sino que, para preocupación de todos, pueden ampliarse a una región que se acostumbró, lamentablemente, a vivir este tipo de situaciones.

Todos, en cualquier rincón del planeta, hoy elevan sus plegarias a raíz de ese panorama alarmante, que pone en serio riesgo la paz mundial. 

Autor: REDACCION

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