Editorial

Una silenciosa obra

La congregación de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad -fundada por el sacerdote italiano San Luis Orione el 29 de junio de 1915- cumple 100 años de vida en 2015 (será uno de los motivos de la presencia del papa Francisco este año en la ciudad italiana de Torino). El Hogar en Rafaela cumple 70 años de presencia: sus actividades se iniciaron el 24 de octubre de 1945 y 51 años de la llegada de las primeras hermanas el 11 de febrero de 1964.

Las Hermanas de Don Orione tienen como fin el ejercicio de la caridad hacia el prójimo, consagrando su vida para llevar al conocimiento y al amor de Jesús y del Papa a los pequeños hijos y a los pobres más alejados de Dios y más abandonados, mediante la enseñanza del cristianismo y la práctica de la misericordia.

Se trata de una silenciosa obra de evangelización y promoción humana, en la que se ayuda a familias en riesgo en la educación y contención de las menores, buscándose la formación integral de las niñas y el fortalecimiento familiar, posibilitando una mayor inserción social. La fe incluye también a la economía, basándose su confianza en la Divina Providencia.

En Rafaela cumple una pródiga tarea, actualmente en su casa del Hogar del Niño Don Orione. Fue fundado por Matilde González Cerbero. Por iniciativa de un grupo de damas reunidas en el Colegio Nacional, el 20 de noviembre de 1943 se gesta la comisión encargada de hacer realidad el proyecto.

El Hogar inició sus actividades el 24 de octubre de 1945 en una propiedad de José Grosso, en Necochea 566, lugar que ocupó hasta 1959 en que se traslada al actual inmueble de calle San Martín 563.

Luego de veinte años de labor, se solicita al Obispado de Rafaela la presencia de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, a fin de que se hicieran cargo de la obra. 

Actualmente, asisten a 20 niñas y preadolescentes de 5 a 12 años en situaciones vulnerables de los barrios Barranquitas, 2 de Abril, Fátima, Italia, San José y 17 de Octubre, que reciben su amor y acompañamiento, en el que se realiza una profunda tarea de evangelización y promoción humana, buscando su formación integral y el fortalecimiento familiar.

Muchas de las chicas provienen de ambientes difíciles, en barrios donde hay violencia, antivalores que se presentan como iniciaciones sexuales precoces, a veces antes de los 14 años, entre otros aspectos.

Concurren de lunes a viernes en dos turnos, por la mañana y por la tarde, empezando con el desayuno y el rezo, catequesis vocacional, tareas escolares, algunas se bañan y asisten a diferentes talleres: computación, telar, y carpintería, que dependen de los voluntarios que se van ofreciendo para ponerse al servicio de las nenas. También participan de los talleres gratuitos del Liceo Municipal y la CTA como dibujo, pintura, teatro. Al mediodía y por la tarde, cada nena retorna a su casa y en la tarde o mañana libre van a la escuela, la que les quede más cerca de su casa.

Al mismo tiempo, las hermanas visitan a las nenas en sus casas familiares para acompañar a las familias en este tiempo de educación, cómo viven, por algún caso especial como enfermedad u otra situación. Durante el año, citan a las familias en alguna casa a rezar y a hacer algunas celebraciones.

En la educación colaboran profesionales de la salud mental como psicólogos, psicopedagogos y foniatras, considerando que muchas de las nenas provienen de entornos sociales difíciles, sumándose en la ayuda jóvenes estudiantes y docentes.

La congregación nació de la Divina Providencia. Cuando Don Orione empezó no tenía nada, era de una familia muy pobre. Primero entró a los franciscanos y salesianos, pero luego sintió el llamado a ofrecer por las vocaciones pobres. Así el Hogar se sostiene con la ayuda de la gente, con donaciones, ofrecimientos por medio de los socios y gente que colabora con mercadería y su tiempo. El Municipio colabora porque integran la Comisión de Entidades de Bien Público.

La obra de Don Orione tiene numerosos cottolengos en el mundo y también en Argentina, siendo el más famoso el de Claypole en el Gran Buenos Aires, lugar donde había estado el ex obispo Héctor Romero.

Muchas veces abundan las noticias impactantes negativas en los medios de comunicación social, que generan cierto hartazgo en la ciudadanía. En el caso que nos ocupa es un trabajo silencioso que se realiza en el Hogar Don Orione con el sostenimiento de las religiosas y numerosos laicos comprometidos, que llevan a la práctica el espíritu de su fundador, trabajando en barrios periféricos de nuestra ciudad con familias atravesadas por pobreza, violencia, exclusión, falta de amor, adicciones, inseguridad, falta de trabajo digno, entre otras problemáticas.

Autor: REDACCION

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