Editorial

Una peligrosa espiral

Al parecer siempre es posible ensanchar un poco más la grieta que divide a la Argentina por la mitad y que, lamentablemente, no tiene vacuna que al menos por ahora pueda neutralizar este virus de la discordia, de desencuentros y del nosotros y ellos. La radiografía muestra un país partido y lo que es peor, sin puentes a la vista. En un año electoral como el que transitamos, las miserias de la política y de los políticos volverán a emerger y nos dejarán frente a un espejo sincero que nos mostrará tal como somos, en lo que nos convertimos por elegir la pelea antes que la unidad.

La Argentina se ha transformado en una tierra de enfrentamiento en el que dos sectores pugnan por el poder mientras millones de personas se levantan, trabajan, se esfuerzan para salir adelante y superar los escollos que cada día se le presentan, pagan sus impuestos con los que encumbrados funcionarios cobran sustanciosos salarios, jubilaciones y pensiones cada 30 días sin tiempo adicional como suele suceder en el ámbito privado. En cierta forma, el país ha copiado el molde de Shakespeare que describe la Verona italiana de los Capuletos y Montescos. 

En este escenario de una nación dividida, la condena a Lázaro Báez demuestra que la Justicia, a pesar de las imperfecciones evidentes, aún puede avanzar más allá de las presiones políticas a la que es sometida o a la zona de confort en la que prefieren quedarse algunos magistrados que buscan escapar de la picadora de carne que puede resultar involucrarse en una investigación sobre la política, sus oscuridades y corrupciones. En este sentido, las lecturas el significado de la condena es que complicará la ya difícil situación judicial de la ex presidenta y actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. 

El sábado, en ocasión de llevarse a cabo una nueva protesta opositora esta vez por el funcionamiento de un vacunatorio en el Ministerio de Salud donde se aplicó la vacuna contra el Covid a funcionarios y amigos del poder que no estaban en la lista de personal esencial o prioritario, quedaron postales que no ayuda a cicatrizar heridas sino que, todo lo contrario, profundizan las diferencias y alejan la posibilidad de hallar coincidencias. Se trata de una peligrosa espiral de enfrentamientos en el plano de la violencia real y también, simbólica. a la vez que asoma la pregunta sobre cuál es el límite. 

La grieta, entonces, se percibe más ancha entre el Gobierno y la oposición, pero también entre los ciudadanos, en el nivel de la calle. El sábado cientos de argentinos se concentraron frente a la residencia presidencial de Olivos para manifestar su descontento por el vacunatorio VIP, en tanto que hubo una suerte de contra marcha en la que participaron patoteros vinculados a distintos gremios, los que no dudaron en agredir a los manifestantes anti gubernamentales, muchos de ellos adultos mayores que sufrieron lesiones. 

Por contrapartida, un grupo de manifestantes que participó de la marcha opositora contra el Gobierno colgó bolsas frente a Casa Rosada simulando contener cadáveres con nombres de dirigentes del oficialismo. El propio jefe de Estado y funcionarios de su gabinete reaccionaron rápidamente condenando esa foto que se hizo viral en el país pero también trascendió mundialmente. También organismos de Derechos Humanos salieron a repudiar enérgicamente las manifestaciones y mensajes de odio, a la vez que advirtieron sobre una inquietante relación entre esa foto de bolsas de cadáveres en Plaza de Mayo y el 45 aniversario del golpe de Estado de 1976 próximo a conmemorarse. 

La escena de la residencia de Olivos y la de Casa Rosada lesionan nuestra vapuleada democracia y afecta las instituciones, a la vez que aleja la pretensión de unidad nacional que siempre se pregona desde la política argentina (quizás no es un llamado sincero pero sí es lo políticamente correcto, aunque cada convocatoria nunca fue demasiado lejos). 

El escándalo por el también denominado "vacuna gate", que desbordó incluso emocionalmente al Presidente al punto de llevarlo a hacer declaraciones imprudentes desde México durante una visita oficial a ese país, la condena por lavado de activos a Lázaro Báez otrora amigo y socio de los Kirchner que abre interrogantes sobre el desenlace de las causas por corrupción que alcanzan a Cristina Fernández de Kirchner, junto a la movilización del fin de semana que se viralizó como #27F, enturbian lo que será hoy la apertura del período de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación. ¿Cuál será el mensaje del Presidente en ese contexto? ¿Será de barricada y hostil o bien conciliador? Faltan pocas horas para que se despeje la incógnita, pero si algo está claro es que la Argentina no necesita nuevas fisuras sino más diálogo y consenso sobre cómo transformarnos para crear una sociedad inclusiva y despegarnos de la actual, con 50 por ciento de los habitantes viviendo en la pobreza y la marginalidad. 

Autor: REDACCION

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