Editorial

Una mayor presión fiscal

Alguien digo alguna vez que en la Argentina cuando los políticos que ocupan cargos en los poderes ejecutivos o legislativos están aburridos encuentran como pasatiempo inventar nuevos impuestos o aumentar los que ya se encuentran en plena aplicación. 

A confesión de partes, relevo de pruebas: el presidente Mauricio Macri sostuvo el miércoles que nuestro país tiene los impuestos "más altos del mundo" y consideró que "tienen que ir bajando" en la medida de que se administre "cada día mejor" al argumentar que la Argentina debe estar "equilibrada". Como suele suceder, en su discurso no asumió demasiadas responsabilidades por la elevada presión fiscal de la actualidad y sólo miró hacia atrás para descargar culpas. Aseguró que "heredamos un Gobierno con un agujero muy grande, tenemos los impuestos más altos del mundo", puntualizó el mandatario en una crítica al esquema tributario nacional, provincial y municipal. Pero más allá de admitir estas distorsiones no hubo demasiadas precisiones sobre un plan para desactivar gradualmente esa sobrecarga que pesa sobre las empresas y los argentinos en general. 

Las declaraciones de Macri se dan en un momento en que el gobierno debate en el Congreso un proyecto de Presupuesto para 2019 que prevé un fuerte ajuste fiscal y recortes en áreas sensibles, además de readecuación de partidas para las gobernaciones. Y también comprende modificaciones en el plano impositivo. Por caso, inicialmente hubo un intento por aumentar la carta tributaria de Bienes Personales a los inmuebles rurales productivos, aunque el sector finalmente logró frenar esa ofensiva. 

Según informes de consultoras, la presión tributaria ascendería un punto del PBI y registraría un crecimiento real del 3% contra el año anterior.

Por estos días en Santa Fe, en la Legislatura se debate un proyecto que incrementa la alícuota diferencial de Ingresos Brutos para la actividad de comercio al por mayor y menor de agroquímicos, semillas y fertilizantes, estableciendo una alícuota del 1% cuando la actividad de comercialización de cereales, forrajeras, oleaginosas y cualquier otro producto agrícola sea efectuada por cuenta propia por los acopiadores de esos productos y sean contribuyentes y/o responsables cuyos Ingresos Brutos superen los $ 289.300.000, según explicó la Bolsa de Comercio de Santa Fe.

Además, se propone incorporar un adicional de 300% del Impuesto Inmobiliario para todos aquéllos inmuebles que sean utilizados en el desarrollo de actividades de comercialización y acopio de productos agrícolas, de transformación de cereales y oleaginosas así como de actividades efectuadas por los bancos e instituciones financieras comprendidas en la ley nacional N° 24.526.

La Cámara de Diputados de la Provincia ya dio media sanción a esta iniciativa con aval de los bloques del socialismo y el peronismo en tanto que ahora se encuentra bajo análisis en comisión en el Senado. 

En un reciente artículo publicado en diario Clarín, se destaca que durante el período 1990-2016, la mayoría de los países de Latinoamérica registró un marcado crecimiento de la carga tributaria medida como porcentaje del PBI. En tal sentido, la presión tributaria promedio de los países de la región pasó de niveles cercanos al 16% del PBI en el período 1990-1994, a superar el 22% del PBI en el año 2016, lo que significa que el aumento del peso de los impuestos estuvo en el orden del 37%.

En el período 1990-2002, la carga tributaria efectiva de la Argentina se situaba en niveles similares al promedio de sus pares latinoamericanos, con valores que partieron de un 13,7% del PBI en 1990 y llegaron a un 18,4% en el año 2002, consigna el artículo. A partir de ese 2002 se pone en marcha un proceso de incremento gradual de la presión tributaria pero a un ritmo sustancialmente superior al promedio en que lo hacen los países de la región latinoamericana. De este modo, en el año 2016 la presión tributaria de Argentina alcanza según la OCDE un 31,3% del PBI, nivel mucho más cercano al promedio de los países que la integran (34,3%) que al de América Latina (22,7%), agrega.

Por tanto, al considerar el período 1990-2016, la Argentina fue el segundo país de mayor crecimiento, con una variación de 17,6 puntos porcentuales del PBI, luego de Bolivia que experimentó un crecimiento de su carga tributaria de 17,7 puntos porcentuales. Por su parte, añade el artículo de Clarín, el crecimiento promedio de la carga tributaria en todos los países de Latinoamérica se ubicó en 6,7 puntos porcentuales, en tanto que en los de la OCDE la variación fue de solamente 2,3 puntos porcentuales. Significa que la presión tributaria efectiva argentina se elevó casi dos veces más que la de toda Latinoamérica. Este análisis avala, entonces, a aquellos que consideran que la creación de impuestos en la Argentina es una suerte de deporte nacional. 















 

Autor: REDACCION

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