Internacionales

Una gran delegación de América

MADRID, 20 (ZENIT.ORG). - Una larga fila de políticos, con distintos niveles de representación aguardaban para saludar al papa Francisco. Estaban previstas 132 delegaciones oficiales a la Misa de hoy, lo cual no quiere decir que al final no fueran más porque la ceremonia está abierta a todos y pudo haber cambios de última hora.

Las delegaciones más significativas son las de Argentina, por ser el país natal del papa, encabezada por la presidenta Cristina Fernández. 

Una presencia polémica, la del presidente de Paraguay, Federico Franco. Su país fue suspendido por diversos organismos regionales por cuestionársele acciones políticas poco claras en la expulsión del exmandatario Fernando Lugo. Franco, devoto católico, incluye con frecuencia en su agenda actividades religiosas. Anunció que regalaría un juego para beber mate al papa, a quien describió como un “jesuita humilde, gran luchador contra la pobreza”.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, bautizada pero no practicante, se define como “cristiana antes que todo”, y “en un segundo momento católica”. Dijo que en su país los fieles esperan con expectación el viaje del papa a Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud, en julio próximo.

Cercano a las enseñanzas cristianas se declara el presidente en funciones de Venezuela Nicolás Maduro, quien reiteró su convicción no sólo desde un punto de vista personal y espiritual sino también ideológico. Pero quien encabezó la delegación venezolana, en un momento delicado, ha sido el otro hombre fuerte del periodo post-Chávez, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela Diosdado Cabello. Maduro al comunicar la designación por Twitter decía:“Como Francisco de Asís, necesitamos un Papa de los pobres”.

El uruguayo José Mujica, que tampoco estuvo, no profesa ninguna religión, aunque en alguna ocasión se declaró casi panteísta, porque ama la tierra por encima de todo, pero le pidió al papa “que se acuerde de los pobres”. Asistió el vicepresidente Danilo Astori, que sí es católico. Desde Montevideo, la primera dama Lucía Topolansky explicó que no habían viajado al Vaticano porque "no somos creyentes y Uruguay es un país laico". 

Autor: Redacción

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