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Una forma diferente (última parte)

ARCHIVO LUCÍA CERESANI// LUCÍA CERESANI. Canto surero con prestigio de mujer.

POR RAÚL VIGINI


Participar de lo que los primeros años supo ofrecer el Ateneo Folclórico, verdadero bastión que respaldó al escenario mayor para que sea considerado nacional. Fue ahí donde hemos disfrutado hasta la emoción de disertaciones, debates, conversaciones, entrevistas, con los más grandes protagonistas del pensamiento indolatinoamericano. Donde el generoso y sabio maestro Domingo Bravo, en su carácter de profesor de quichua nos entusiasmaba para que nos comprometamos con las cuestiones de raíz propia y profunda que es nuestra misma tierra y con el idioma originario.

Y los tiempos avanzaron para uno y otro lado. A veces descarriados a nuestro parecer, otras tratando de recuperarse. Muchas queriendo preservar la tradición y tantas intentando la vanguardia que no siempre asegura vigencia.

Este año el Festival Nacional de Folklore de Cosquín instala una bisagra en su historia. Por primera vez el año pasado no tuvo su edición tradicional. Todos los seguidores de este encuentro inmenso e imposible de ocultar, padecieron la situación y para esta edición vienen generando adrenalina en grandes proporciones. Se demostró en la venta de entradas por anticipado, en la necesidad de conocer la nómina de artistas de cada noche, en las consultas por las demás atracciones desde el certamen para nuevos valores Pre Cosquín que cumple 50 años, hasta lo que rodea ambas plazas de la ciudad.

También el denominado popularmente Himno a Cosquín, registrado como Cosquín empieza a cantar, tema de Zulema Alcayaga y Waldo Belloso cumple medio siglo. Y es ahí cuando nos damos cuenta que todo en nuestras vidas dobla la curva de las bodas de oro.

Pero también nos queda el balance. Balance de tantos años descubriendo cada vez algún detalle para atesorar. Atesorar desde lo íntimo, desde lo familiar, desde la amistad, desde los nuevos contactos, desde la capacidad de asombro. Asombro que llegando a Cosquín una vez más casi nadie puede soslayar. Y es ahí donde nos sentimos vivos. Como el folklore mismo.







 

Autor: REDACCION

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