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Una experiencia mística


Una estufa de tiro balanceado mal instalada habría provocó -a partir de la emanación de monóxido carbono- la intoxicación severa de María Fernanda Callejón, de su marido, Ricky Diotto, y también de su hija Giovanna, quien en agosto cumplirá cinco años. Los tres debieron ser internados de urgencia en el Sanatorio La Trinidad de San Isidro, en la tarde del sábado 11, para recibir el alta al otro día. “¡Estamos los tres vivos!”, celebró la actriz, informó Teleshow.
A partir del regreso a casa luego de un “recontra sustazo”, como lo define, Callejón y su esposo intentaron “desandar el camino” de lo que había ocurrido. “Estás un tiempo en que no caés, por miles de motivos. Con Ricky nos empezamos a dar cuenta de que cada uno tiene un proceso de tiempos distintos (sobre lo que pasó ese día). ‘Yo hice esto a tal hora’; ‘No, no, no, lo hiciste a tal otra'. No recordamos lo mismo”, contó la panelista de Polémica en el bar en diálogo con Catalina Dlugi para su programa Agarrate Catalina, en La Once Diez, justo una semana después de la internación.
En esa búsqueda por entender, María Fernanda cruza distintas experiencias, y tantas creencias como certezas. “Soy muy creyente, soy una mujer de fe”, dice. Y habla de la muerte de su mamá: “Desde el momento en que ella partió supe que tenía un ángel. No tengo ninguna duda. Y creo que ella estuvo ahí. No sé si fue ella la que sacudió a Giovanna, y así ella pudo alertarnos...”.
Porque Callejón está convencida: “A mí me salvó mi hija; no me lo va a sacar nadie de la cabeza”. Sin embargo, la recorren sentimientos encontrados. “Emocionada, dije (hace unos días) que mi hija es un ángel. Y después pensé: ‘¡Ay, pobrecita, qué peso le estoy poniendo!‘. Pero la verdad que fue así: ella fue mi heroína”.
En plena reconstrucción de esas horas previas a la intoxicación, tratando de recordar todo lo que había hecho, la actriz se sorprendió por una situación puntual. “Me parecía que iba a pasar algo...”, advirtió, antes de compartir su revelación.
“Ese viernes me levanté mucho más temprano de lo habitual, porque vengo acostándome y levantádome tarde por la cuarentena. Generalmente me voy a la cocina a hacer mi mate, (pero) me levanté e inmediatamente, dormida, y como estaba la casa, helada, prendí velas. Y cuando las estaba prendiendo, digo: ‘¿Por qué yo estoy prendiendo estas velas? Qué raro que esté haciendo este ritual, dormida... Bueh'”.
María Fernanda dice que sintió “el peligro”. Y se explica: “Me levanté muy dormida, y es imposible que uno se levante a prender una vela. Esta cosa del ritual que yo hago con mi fe, porque tengo mis angelitos, que les pido... Y me levanté directo a eso”, dice, todavía sorprendida.
Ese fue “un viernes fatídico”, al que le siguió “un sábado de terror”. Luego de que los técnicos colocaran en su casa la estufa de tiro balanceado nueva, se descompuso. Lo mismo le pasó a su marido. “Y ninguno de los dos podíamos dilucidar por qué era. Entrás en un estado de confusión. Para que la gente lo entienda: no te llega el agua al tanque”, graficó sobre la confusión que genera una intoxicación de este tipo.


Autor: REDACCION

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