Lejos en el tiempo quedaron aquellos alentadores brotes verdes de la economía argentina, que desde hace meses está inmersa en un tobogán interminable por el que no deja de caer. En apenas tres años del gobierno de Mauricio Macri se han registrado dos recesiones cuyo peso recae en los que menos tienen, en los jubilados que cobran los haberes mínimos y en el conjunto de los trabajadores.
Los nuevos datos no hace más que confirmar el oscuro presente y el futuro cercano en el que tampoco habrá sol. En septiembre último, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) retrocedió 5,8% en la comparación interanual según el INDEC, en tanto que cayó 1,9% en términos desestacionalizados respecto de agosto. En consecuencia, acumula una caída de 1,5% interanual en lo que va del año. La contracción interanual registrada en septiembre fue liderada por Comercio con una baja de 12,8% y por Industria que se desplomó 10,8%, que conjuntamente explicaron casi la mitad de la caída.
¿Qué factores están detrás de esta dinámica? se pregunta la consultora. Disipado el impacto negativo de la sequía, puesto que el sector agropecuario creció 2,2% interanual en septiembre, la contracción económica responde fundamentalmente a dos factores: el aumento del tipo de cambio y la aceleración de la inflación. La consecuente reducción del poder adquisitivo en dólares y en pesos retrajo la demanda de bienes durables y de consumo, lo que llevó a las empresas a reducir al mínimo la producción dado el creciente costo financiero de mantener stocks elevados en un contexto de ventas deprimidas. A ello se suma, que particularmente en septiembre, los bruscos movimientos del tipo de cambio y las expectativas de un nuevo acuerdo con el FMI, hicieron que reinara la incertidumbre paralizando la toma de decisiones de los agentes económicos, consigna Ecolatina en su último análisis de coyuntura.
Los datos del INDEC reflejan que las ventas en shoppings cayeron 15,1% en septiembre a precios constantes, sin tener en cuenta la inflación, mientras en los supermercados bajaron 7,9%. Ambos indicadores, clave para medir la marcha del consumo, cumplieron así tres meses consecutivos de descenso en ventas, en un escenario de recesión consolidada en el país.
No resulta difícil comprender la profundidad de la caída del comercio en septiembre. A los datos oficiales del INDEC se suman las primeras evaluaciones de lo que sucedió en octubre. La actividad económica cayó 3,1% en octubre contra igual período de 2017, la séptima consecutiva, y acumuló en lo que va del año una baja del 0,9%, según un informe del Centro de Estudios Económicos de Orlando Ferreres.
Todos tenemos muy en claro que estamos en crisis y no hay estimaciones que mencionen la palabra recuperación. En 2018 habrá una caída de la actividad económica y en 2019 también. El Gobierno nacional busca mostrarse optimista para el próximo año justo cuando se elegirá Presidente, pero no tiene demasiados indicadores que puedan sustentar esa posición más que la esperanza. Hay demasiadas variables que la Casa Rosada no controla.
Según Ecolatina, para el último trimestre del año se espera que las estadísticas muestren una profundización de la recesión que dejará al 2018 con un nivel de actividad 2,4% menor al alcanzado en 2017. A la significativa contracción en la producción de Bienes (acumularon una caída de 5% interanual en los primeros nueve meses del año), se le sumará un mayor deterioro de los Servicios (acumulan a septiembre una suba de casi 1% interanual). La caída en la provisión de los mismos se acelerará en los últimos meses del año por un mayor deterioro de los salarios reales, producto de la aceleración de la inflación. Esto pone de manifiesto el significativo impacto que tiene el salario real en el nivel de actividad a través del consumo privado (componente que representa 70% de la demanda interna). Adicionalmente, el consumo público irá en retroceso producto del endurecimiento de las metas fiscales, agrega la consultora.
Respecto de las perspectivas para el año que viene, Ecolatina consideró en su último reporte que los salarios le ganarían a la inflación recién a mediados del 2019, por lo que es de esperar una lenta recuperación de las actividades no transables que depende de la demanda interna.
Un aliciente serán los sectores transables con potencial exportador, que tras la mejora de la competitividad cambiaria y las mayores perspectivas de crecimiento de la economía brasileña exhibirán un repunte significativo, anticipa Ecolatina.
Sin embargo, esto no sería suficiente para que la actividad se recupere rápidamente y cierre el 2019 en terreno positivo, ya que los sectores transables representan menos de un tercio. De hecho, Ecolatina proyecta una caída del PBI de 1,4% para el año que viene. No quedará otra que apelar a la paciencia y a la capacidad de soportar para pasar no ya un invierno sino varias estaciones.