Millones de argentinos acompañaron este martes a los jugadores de la Selección para festejar la conquista de la tercera Copa del Mundo, en lo que fue la celebración más importante en la historia del país por la magnitud de la movilización popular. Entre cuatro y cinco millones de personas, según las estimaciones, se volcaron a las calles, avenidas y rutas de la Ciudad de Buenos Aires y del Conurbano, en lo que fue una manifestación de alegría inconmensurable y eterno agradecimiento a un plantel que durante 35 días trabajaron muy duro para conseguir el objetivo que se habían propuesto: ser campeones mundiales.
No fueron solo los habitantes de la Capital Federal o de los partidos que rodean la misma quienes participaron de este tributo sino que también viajaron desde distintas provincias. En entrevistas fugaces de televisión, sanjuaninos, cordobeses y mendocinos reconocieron que viajaron especialmente para ser parte de esa mega fiesta nacional. Y de Rafaela también hubo vecinos que a pura pasión y amor por la Selección decidieron recorrer los casi 600 kilómetros hasta la Ciudad de Buenos Aires para sumarse al homenaje, para después compartir -como casi todo el mundo-, los videos en sus redes sociales.
La felicidad plena del pueblo argentino que se desató el domingo tras la victoria sobre Francia en la final de Doha hizo mezclar una alegría desbordada al punto que se hizo llanto. Nadie pudo escapar de las lágrimas, en especial porque Messi como sus compañeros pudieron cumplir su gran sueño, que en definitiva era compartido por todos.
Al regresar a la Argentina tras conquistar el mundo, el plantel emprendió una caravana para agradecer tanto apoyo, tanta pasión, tanto fervor, tanta locura. Y la convocatoria superó las expectativas hasta el nivel de desbordar la organización, lo que obligó a cambiar el recorrido. Las fotos y videos que registraron tamaña devoción y demostración colectiva de afecto una Selección atestiguan el vínculo entre la Selección y sus hinchas.
Una Selección, una bandera, un pueblo. Leo Messi fue contundente en un nuevo posteo en sus redes. Dijo ayer "no traten de entenderlo. ARGENTINA, con lo bueno y con lo malo, TE AMO". Fue el día después en la que el ídolo recibió una sobredosis de amor incondicional de los argentinos.
Lo malo fue el daño colateral del festejo popular que debió terminar abruptamente cuando dos hinchas se abalanzaron desde un puente hacia el micro descapotable en el que se encontraban los jugadores, cuya seguridad quedó vulnerada. El primero logró caer en el interior del vehículo, y el segundo finalizó su salto en el pavimento, con lesiones graves.
La Argentina ingresó por unas horas a un estado de éxtasis, que en la literatura griega clásica se refiere a la eliminación de la mente o el cuerpo "de su lugar normal de funcionamiento". Había personas dispuestas a festejar como si no hubiera una mañana, arriesgando su propia vida trepándose a columnas de iluminación, semáforos, garitas de colectivos y todo lo que podían utilizar para elevarse y alcanzar un mejor panorama para ver pasar a la Selección.
En el centro de Buenos Aires hubo anarquía, descontrol y una zona tomada por ladrones y violentos. En el día después, se podían observar las consecuencias, con negocios visiblemente dañados y saqueados. Entre tantas escenas para lamentar, un camión que transportaba gaseosas fue interceptado y saqueado por decenas de delincuentes. Incluso niños festejaban esa acción como si fuera divertido, cuando en realidad expone una profunda crisis de valores que deben regir la convivencia ciudadana.
Otro debate se dio por la decisión del presidente de declarar feriado nacional para facilitar los festejos. Gran parte de los argentinos fue a trabajar igual para agregar valor al país, lo que implica que el Gobierno recaude más y con eso le pague generosos salarios a funcionarios públicos, incluido el jefe de Estado que se quedó todo el día en la Residencia de Olivos.
Argentina, no traten de entenderla.