Editorial

Una cuestión de imagen

Parece una cuestión trivial que ante tanta angustia mundial por la pandemia del coronavirus las encuestas que miden la percepción de la opinión pública de un dirigente político, de un gobierno o de medidas de gestión puntuales continúen en pleno desarrollo. Pero es así, en el menú de noticias no solo están aquellas más difíciles de digerir que hacen referencia al aumento de la cantidad de víctimas fatales y de casos positivos de la enfermedad que marca una ruptura en la vida cotidiana de personas, organizaciones y gobiernos sino también las que miden la imagen, por ejemplo, del presidente, Alberto Fernández o de otras figuras de la política nacional. En definitiva, las consultoras que trabajan de preguntar a los ciudadanos "por este o por esto" mantienen sus actividades más allá de que hayan sido o no consideradas como esenciales. 

En momentos donde las diferencias políticas se han corrido del eje de la política para dejar paso a una suerte de gobierno colaborativo donde el Presidente lidera la toma de decisiones pero en base a un inédito sistema de consensos que le permite cosechar respaldos de un amplio abanico dirigencial, incluso de la oposición. De este modo, al apostar a los acuerdos logra reducir el nivel de la polémica y la confrontación que produce desgastes en la reputación pública. Este modelo de gobierno es posible, claro, en un escenario extraño en el que la Argentina y el mundo se encuentran atrapados en este 2020 el miedo global causado por la propagación del coronavirus, que obligó a acelerar la toma de decisiones en la búsqueda de reducir la velocidad de contagio y darle tiempo a las estructuras sanitarias para prepararse para la batalla. 

Los especialistas en comunicación pública, política y medios tratar de hacer un seguimiento de la percepción que la gente tiene de sus líderes y de sus instituciones, desde un Poder Ejecutivo hasta el Congreso. No se trata de un ejercicio movilizado solamente por una ingenua curiosidad sino que se trata de establecer, con cierto rigor científico, qué factores inciden en la opinión pública, qué aprueban de sus gobernantes, que no les gusta y hasta donde están dispuestos a acompañar determinadas políticas. De alguna manera, el resultado de esos sondeos se convierte en un insumo para los propios dirigentes pues cuentan con una herramienta de navegación a la hora de tomar decisiones. 

En el caso del Presidente Fernández, sus aciertos en materia de estrategia contra la pandemia del coronavirus y tener la capacidad de cerrar filas con todo el arco político e institucional del país le ha reportado un enorme capital político. Al menos es lo que se desprende de las distintas mediciones del clima social. También es cierto que ha tenido que pagar un precio por los desaciertos, como aquella recordada multitudinarias colas de jubilados frente a los bancos cuando fueron a cobrar sus haberes previsionales, la compra de alimentos con sobreprecios impulsada desde el Ministerio de Desarrollo Social o, más recientemente, la decisión de un secretario de pedir la libertad de exfuncionarios condenados por corrupción ante un aparente riesgo de contraer coronavirus. 

En un artículo de diario La Nación, con la firma del periodista y analista Fernando Laborda, se destacó a partir de un estudio de Giacobbe & Asociados que Fernández fue el protagonista en apenas un mes de uno de los aumentos de imagen positiva en la opinión pública que se recuerden en la Argentina. Los números son contundentes, toda vez que el jefe de Estado escaló del 33,7% que tenía hacia fines de febrero hasta el 67,8% hacia el 27 de marzo. A partir de ese momento esa percepción favorable tan elevada retrocedió cerca de 10 puntos por el impacto de los errores de gestión ya descriptos, aunque de todos modos continuó siendo muy alta. 

Por tanto, según la encuestadora de Giaccobe, que consultó a 2.500 personas a través de los celulares, el Presidente disfruta de una imagen positiva del 60%. En el informe de Giaccobe, se destaca que "el estado de angustia en el cual se sumergió rápidamente la población argentina desencadenó procesos mucho más vinculados a lo emocional que a lo racional". Desde esta perspectiva, Fernández cumpliría un papel de un "padre protector" que cuida la salud colectiva. 

Otro relevamiento, en este caso de la consultora Poliarquía, que entrevistó a casi 4.700 ciudadanos de todo el país, refleja que el 81% de las personas aprueba la gestión de Fernández en especial en lo que hace a la batería de medidas sanitarias. 

Lo que todavía falta es ver cuál es el impacto de la creciente crisis económica que deriva de la adopción de un estricto aislamiento que asfixió a miles de comercios e industrias, más allá de las asistencias que el Gobierno nacional diseñó para amortiguar las pérdidas. La volatilidad de la opinión pública argentina, puntualiza Laborda, puede hacer perder al Presidente la ganancia en imagen positiva en poco tiempo, una vez que la preocupación por la crisis económica supere al miedo y a la angustia que hoy genera el coronavirus. 





Autor: REDACCION

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web