Editorial

Una cuestión de confianza

A partir de los niveles de inseguridad y la reiteración de crisis económicas que recorta no sólo las posibilidades crecer sino también las perspectivas de desarrollarse en un país con buena calidad de vida, la Argentina se ha transformado nuevamente en un país difícil en el cual vivir. Resulta claramente estresante en este país lidiar con la problemática de la inseguridad en todo momento, porque ante la amenaza de los motochorros no se puede disfrutar de una simple charla en la vereda, ni siquiera circular en forma despreocupada en bicicleta si enviar a los chicos solos a la escuela por miedo de que les pase algo malo. Por eso hay gente que nuevamente evalúa la alternativa de radicarse en el exterior en busca de un futuro mejor, donde la esperanza no se desdibuje demasiado como sucede en estas pampas.

Más aún luego del informe de la consultora Ecolatina que nos colocó frente al espejo sobre nuestro estilo de vida o, mejor dicho, como podemos vivir en esta Argentina problemática y febril. Ese reporte de referencia señala que un argentino de 30 años pasó el 40% de su vida en recesión, y uno de 20 atravesó casi la mitad de su vida en esa condición, mientras desde 1950 el 35% de los años fueron recesivos en el país. El estudio advierte que estos números solo pueden ser comparados con los del Congo, Iraq, Siria o Zambia, países que difícilmente pueden ser llamados economías de mercado.

Pareciera que los ciclos de crisis abundan y los de bonanza escasean. En este sentido, no es descabellado decir que Argentina es la economía más volátil del mundo. El reporte de Ecolatina indica que si bien el motor de la recesión de 2018 fue similar al de 2016 (significativo salto cambiario), la mejora en la actividad no tendría en la apreciación cambiaria el pilar que sí encontró en 2017.

Por caso, durante enero y febrero la actividad mostró crecimiento en términos desestacionalizados, al mismo tiempo que el tipo de cambio se mantuvo cerca del piso de la zona de no intervención. Pero el movimiento cambiario de marzo (11% entre puntas) aceleró la inflación, redujo el salario real e incrementó la tasa de política monetaria secando los brotes verdes del primer bimestre, indicó Ecolatina. Al mismo tiempo, Brasil, del cual se esperaba un crecimiento

cercano al 2% en el año, mostró una leve contracción en el primer trimestre, complicando aún más la recuperación local.

El informe de Ecolatina alertó que la contracción de 2,7% en el PBI per cápita de la Argentina nos convierte en el séptimo país con peor performance económica en el mundo de acuerdo a las proyecciones del FMI, solo superados por Venezuela, Guinea, Irán, Nicaragua, Sudán y Turquía. La consultora consideró que la pertenencia de Argentina a este grupo no solo es solo coyuntural, sino que es parte de un comportamiento histórico. Esa volatilidad no solo es elevada sino que ha sido también un rasgo característico de nuestra economía a lo largo de las últimas décadas. Desde 1950 el 35% de los años fueron recesivos, pero este promedio no da cuenta de casos puntuales, reiteró. 

Ante este panorama que lejos está de alimentar ilusiones y expectativas favorables, cabe la pregunta ¿qué se puede esperar para los próximos años? Para Ecolatina, de cara al próximo ciclo presidencial la performance económica dependerá de la capacidad del gobierno electo de disipar las dudas respecto al repago de la deuda pública. El actual esquema de pagos con el FMI establece que Argentina debería pagar US$ 52.000 millones entre 2021 y 2023, y se descuenta que el país no podrá recurrir al mercado para tomar deuda en esa magnitud, advirtió el estudio. Además, considero que esto implicaría la necesidad de repensar el cronograma de pagos con el organismo multilateral.

En la medida que el interlocutor sea un gobierno dispuesto a hacer concesiones, como modificar el sistema previsional y la regulación del mercado de trabajo con una reforma laboral, y capaz de negociar leyes con buena parte del Congreso (se necesitan dos tercios para avanzar con cambios profundos) es de esperar que el FMI acepte un cambio en la estructura de pagos, dilatándola en el tiempo, explicó la consultora.

El informe de Ecolatina alertó que si esto sucede la relación con el organismo dejaría de estar amparada en el acuerdo ´Stand by´ para pasar a una modalidad de largo plazo conocida como Programa de Facilidades Extendidas. Igual, explicó que lamentablemente, incluso si eso sucede el crecimiento de largo plazo se vería comprometido por el

significativo incremento de las distintas variables nominales (precios, salarios, tipo de cambio) la cual bajaría, en el mejor de los casos, de forma gradual.

Por último, consignó que en la medida que se logren solucionar estos focos de conflicto Argentina se encontraría con un escenario macroeconómico mejor que el observado en la última década: equilibrio fiscal primario, precios relativos alineados y un acotado déficit externo. Argentina, una cuestión de confianza. 





Autor: REDACCION

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